5 la fortaleza.p65 AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007174 AQUICHAN ISSN 1657-5997 • AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007 • 174-188 María del Refugio Zavala Rodríguez1 Martha V. Whetsell2 RESUMEN El propósito del estudio fue determinar el grado de correlación entre los niveles de fortaleza para la salud y de ansiedad-rasgo, en una muestra de 200 pacientes integrada por medio de muestreo no probabilístico; los criterios de inclusión fueron: adultos de ambos géneros diagnosticados con enfermedad crónica, con estudios de enseñanza básica y orientada. El marco teórico que guió la investigación es el Modelo de Adaptación de Roy. El diseño fue descriptivo, transversal, correlacional. Se utilizó el cuestionario de fortaleza de S. Pollock y la escala de autoevaluación de ansiedad-rasgo de Spielberger; los instrumentos presentaron una consistencia interna aceptable con un Alpha de Cronbach de ,852 y ,813 respectivamente. La información se recabó de cuatro instituciones de salud ubicadas en los municipios de Tampico-Cd. Madero Tamaulipas, México. El análisis de los datos se efectuó mediante estadística descriptiva e inferencial, se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 13. El rango de edad que predominó fue de 45 a 64 años (54%); el 55% fue del sexo femenino, el 48% cuenta con estudios de primaria, cerca del 90% padece de una enfermedad metabólica. El coeficiente de correlación de Spearman entre la fortaleza para la salud y la ansiedad-rasgo fue significativo (�,570, valor �p,000). En la mayoría de la población participante se encontró un nivel moderado tanto de fortaleza (83%) como de ansiedad (73%). El análisis de regresión múltiple indicó que la relación significativa entre estas dos variables no es afectada por la edad, el género o los años de evolución de la enfermedad crónica. Los datos de este estudio muestran evidencia de que en los pacientes con enfermedades crónicas a mayor nivel de fortaleza menor nivel de ansiedad-rasgo. Esta situación invita a desarrollar más estudios de estos fenómenos, en la disciplina de enfermería, que sirvan como sustento teórico-práctico para el diseño o la mejora de protocolos de atención en esta dimensión humana. PALABRAS CLAVE Ansiedad, autopercepción, enfermedad crónica, estrés psicológico. (Fuente: DeCS, Bireme). La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica Recibido: 14 de junio de 2007 Aceptado: 8 de agosto de 2007 1 Facultad de Enfermería, Campus Tampico, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Matamoros 8 y 9 Col. Centro C.P. 87000 CD. Victoria Tamaulipas, México mzavala07@hotmail.com 2 Lehman Collage of Nursing, 431 Gillet Hall, 250 Bedford Park Blvd. West Bronx, N.Y. 10468 Estados Unidos marwhet@hotmail.com La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 175 The Strengvhs of Chronically Ill Patients ABSTRACT The study was intended to determine the degree of correlation between levels of strength for health and state-trait anxiety in a sample of 200 patients created through non-probabilistic sampling. The following were the inclusion criteria: adults of both genders who have been diagnosed with a chronic illness and have a basic and occupationally-oriented education. The Roy Adaptation Model was used as the theoretical framework for the study. The design was descriptive, transverse and correlational. S. Pollock�s strength questionnaire was used, along with Spielberger�s self-assessment scale for state-trait anxiety. The instruments showed an acceptable internal consistency with a Cronbach alpha of .852 and.813 respectively. The data were collected from four health-care institutions in the towns of Tampico and Ciudad Madero, Tamaulipas, Mexico, and analyzed by means of a descriptive and inferential statistical study. SPSS, Version 13, was the statistical package used. The predominant age range was 45 to 64 years (54%); 55% of the sample is female, 48% has a primary education, and nearly 90% has a metabolic illness. The Spearman correlation coefficient between strength for health and state-trait anxiety was significant (�.570, value �p .000). Most of the participating population showed a moderate level of strength (83%) and anxiety (73%). According to the multiple regression analysis, the significant relationship between these two variables is not affected by age, gender or evolution of the chronic illness in terms of years. According to the data from the study, the greater the strength level among patients with chronic illnesses, the less the state-trait anxiety level. This suggests the need for further studies on these phenomena in the field of nursing, so as to provide theoretical-practical support for the design or improvement of care protocols focused on this aspect of human life. KEY WORDS Anxiety, self concept, chronic disease, stress psychological.  A fortaleza dos pacientes com doença crônica RESUMO O estudo determina o grau de correlação entre os níveis de fortaleza para a saúde e de ansiedade-rasgo numa amostra não- probabilística de 200 pacientes. Os critérios de inclusão foram adultos de ambos gêneros diagnosticados com doença crônica, com estudos de ensino primário e orientado. O Modelo de adaptação de Roy foi o marco teórico da pesquisa. O desenho foi descritivo, transversal, co- relacional. Foram utilizados o questionário de fortaleza de S. Pollock e a escala de auto-avaliação de ansiedade-rasgo de Spielberger. A coerência interna dos instrumentos foi aceitável, com um Alpha de Cronbach de.852 y.813, respectivamente. A recolha de informação foi levada a cabo em quatro instituições de saúde situadas nos municípios de Tampico-Ciudad Madero, Tamaulipas, México. Foi aplicada estatística descritiva e de inferência utilizando o paquete estatístico SPSS, versão 13. O rango de idade predominante foi de 45 a 64 anos (54%); o 55% foi de sexo feminino; o 48% tem estudos primários; cerca de 90% sofre uma doença metabólica. O coeficiente de co-relação de Spearman entre a fortaleza para a saúde e a ansiedade-rasgo foi significativo (�.570, valor �p.000). A maior parte da população participante apresenta um nível moderado de fortaleza (83%) e de ansiedade (73%). A análise de regressão múltipla revelou que a relação significativa entre estas duas variáveis não é afetada por a idade, o genro ou os anos de evolução da doença crônica. Os dados deste estudo indicam que os pacientes com doenças crônicas têm menor nível de ansiedade-rasgo quando apresentam maior nível de fortaleza. Esta situação demanda mais estudos de estes fenômenos na disciplina da enfermagem, que sirvam como apoio teórico-prático no desenho e melhoramento de protocolos de atenção nesta dimensão humana. PALAVRAS-CHAVES Ansiedade, auto-imagem, doença crônica, estresse psicológico.  AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007176 Introducción omo en muchas otras partes del mundo, en México el cambio epidemiológico y demográfico se ha producido con tal velocidad, que conlleva mayores probabilidades de que las personas que vivan más presenten enfermedades crónicas. Un indicador acerca del tipo de problemas de salud más frecuentes en una población lo constituye la mortalidad; en este sentido, en 2003, en México, entre las 10 primeras causas de mortalidad en mujeres, ocuparon los tres primeros lugares la diabetes mellitus con una tasa de 61,6 (por 100 000 habitantes), las enfermedades isquémicas del corazón con 43,5, y las enfermedades cerebrovasculares con tasa de 27,2. En cuanto al género masculino, en ese mismo año ocuparon el primer lugar como causa de defunción las enfermedades del corazón con una tasa de 54,0, seguidas de la diabetes mellitus con 51,6, y en tercer lugar la cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado con una tasa de 39,5 (1). En 2003, el porcentaje de defunciones generales de 30 a 64 años tuvo como principales causas: los tumores malignos con 16,0%, la diabetes mellitus con 15,5%, y las enfermedades del corazón con 12,5% (2). Respecto a la mortalidad por enfermedades crónicas, en el estado de Tamaulipas, en el año 2002, en las mujeres fueron las mismas causas que a nivel nacional con una tasa de 88,1, 70,3 y 36,9 respectivamente. Respecto a los hombres, en primer lugar fueron las enfermedades del corazón con una tasa de 110,6, en segundo lugar la diabetes mellitus con 90,9, y las enfermedades cerebrovasculares ocuparon el tercer lugar con una tasa de 41,9 (3). Los padecimientos crónicos se relacionan con síntomas de incapacidad que conducen a diversos grados de dependencia y requieren de terapéutica a largo plazo, en donde se incluye aprender a vivir con las limitaciones y continuar con los regímenes diseñados para controlar las manifestaciones clínicas, así como para prevenir las complicaciones (4). Asociado a lo anterior, Pinto (citado por Medina López) (5) señala que �los individuos en situación de cronicidad están devaluados, carecen de roles sociales y son de preferencia invisibles para el resto de la sociedad�. Aunado a esto, Aguilar Figueroa (citado por García Tafolla) (6), manifiesta que las enfermedades crónicas repercuten en la autopercepción del paciente, afectando el autoconcepto, por tanto, se puede decir, actúan como un estí- mulo estresor que afecta física y emocionalmente a las personas; siendo la ansiedad la alteración de mayor incidencia, se conceptúa como la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un sujeto que busca adaptarse y reajustarse a presiones tanto internas como externas (7). Spielberger (8) menciona dos dimensiones distintas de la ansiedad: la ansiedad-esta- do como una fase emocional momentánea del organismo humano, y la ansiedad-rasgo en función de las diferencias individuales para responder a situaciones percibidas como amenazantes. Cada persona tiene una manera particular de responder frente a un estresor e, inde- pendientemente del resultado, la respuesta adaptativa requiere tiempo y esfuerzo. Entre los recursos que utilizan los individuos para afrontar los estados de estrés-ansiedad que les genera el vivir con una enfermedad crónica está el grado de fortaleza que poseen, concepto definido por Pollock (citado por Martín y cols.) (9) como un conjunto de caracte- rísticas de la personalidad que funcionan para amortiguar los efectos negativos de los factores estresantes asociados con la experiencia de la enfermedad crónica. En varios estudios reportados por este autor señala los resultados positivos encontrados en cuanto al uso y la asociación de la escala HRHS con niveles de salud percibidos y con aspectos de adaptación (10, 24). La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 177 Las personas con enfermedades cróni- cas han sido estudiadas en diversos as- pectos; sin embargo, en México son escasas las investigaciones en las que se asocian con la fortaleza como una característica de la personalidad y con el grado de ansie- dad que pudiera generar, situación por la cual se realizó el presente estudio, formu- lando la siguiente pregunta de investiga- ción: ¿cuál es la relación entre el nivel de fortaleza para la salud y el nivel de ansie- dad-rasgo en los pacientes adultos con enfermedad crónica? La hipótesis fue: a mayor fortaleza para la salud menor nivel de ansiedad en los pacientes con enferme- dades crónico-degenerativas. El propósito del estudio fue identificar si existe correla- ción significativa, desde el punto de vista estadístico, entre fortaleza y ansiedad, e identificar en qué proporción las variables demográficas seleccionadas pueden afec- tar esta asociación en personas adultas y usuarios de los servicios clínicos de cuatro instituciones de salud en los municipios de Tampico-Cd, Madero Tamaulipas. El mar- co teórico que sustentó el trabajo de in- vestigación fue el Modelo de Adaptación de Callista Roy, en donde la ansiedad y la enfermedad crónica se identificaron como el estímulo focal, generador de estímulos contextuales que afectan los cuatro mo- dos adaptativos de la persona generando una respuesta positiva o desfavorable en la calidad de vida de los individuos. Revisión de literatura El concepto del estrés no es nuevo, pero fue sólo hasta principios del siglo XX cuando las ciencias biológicas y sociales iniciaron la in- vestigación de sus consecuencias en la salud física y mental de las personas. Lazarus (cita- do por Lewis) (11) definió el estrés psicológi- co, como una relación particular entre la persona y el medioambiente, esta interacción es evaluada cognitivamente por el sujeto, quien puede apreciar diferentes resultados al hacer frente a los estresares, lo cual de- pende tanto de factores condicionantes como de la forma en que son percibidos y del signi- ficado personal atribuido a la demanda. Un componente integral de este modelo transaccional, de acuerdo con Lazarus (11), son las emociones, tales como la ira, el miedo, la tristeza y la ansiedad. Se considera que una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando se enfrenta a situaciones que im- plican demandas conductuales que le son difíciles de poner en práctica o satisfacer. Es decir, depende tanto de las demandas del medio como de sus propios recursos para enfrentarse a él (Lazarus y Folkman, 1984, citado por Alonso Gaeta) (7). Lewis (11) define los recursos de afron- tamiento como las características o accio- nes encaminadas a controlar el estrés, éstas incluyen factores de la persona (salud, valo- res, creencias, capacidades individuales) o del medioambiente (redes sociales, recur- sos económicos e institucionales). Por con- siguiente, se puede decir que afrontar es un proceso independiente del resultado, el cual consistirá en una respuesta que puede ser positiva o negativa (Lazarus y Folkman, ci- tados por Quelopana del Valle) (12). Por su parte Selye (citado por Isaacs) (13), en su teoría denominada Síndrome de Adaptación General, afirma que cuando hay estrés, el sujeto pasa por una serie de respuestas predecibles (reacción de alar- ma) independientemente de cuáles sean los factores estresantes. La ansiedad también afecta la capaci- dad de enfrentarse al estrés, la de apren- der y la de centrarse sobre un campo perceptivo (13). Sin embargo, al incremen- tar el estado de alerta y la capacitación, la ansiedad aporta energía que puede ser constructiva. Se conceptúa como una res- puesta subjetiva al estrés; es una sensa- ción de aprensión, incertidumbre o temor como consecuencia de una amenaza real o percibida cuyo origen real se desconoce o no es reconocido (13). El término ansiedad proviene del latín anxietas, que significa congoja o aflicción; consiste en un estado de malestar psicofísico (14). Se puede cla- sificar en varios grados; Gordon (15) la cla- sifica en ansiedad leve, moderada y severa, Se considera que una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando se enfrenta a situaciones que implican demandas conductuales que le son difíciles de poner en práctica o satisfacer. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007178 y se diferencian por el aumento del nivel de alerta asociado con la expectativa de una amenaza hacia la persona o el entorno. Para la resolución de este problema emocional McCloskey y Bulechek (16) proponen, entre otras intervenciones, aumentar el afronta- miento, técnicas de relajación, distracción, enseñanza individual, facilitar las visitas y grupos de apoyo. Respecto al concepto de fortaleza, en 1979 Kobasa (citado por Wang) (17) y lo definió como un constructo personal que incluye actitudes, creencias y conductas. Lo describió como un aspecto de la personali- dad que almacena los efectos del estrés en la salud. También lo identificó como un constructo compuesto por tres subconceptos relacionados: control, compromiso y reto (18) (citado por Low). Pollock (citado por Kenneally) (19) ex- tendió el constructo de fortaleza para estu- diar la adaptación en enfermedad crónica, es decir, propuso asociar la fortaleza al con- texto de salud y enfermedad. La escala de fortaleza (HRHS, siglas en inglés) la refinó en tres subescalas que miden compromiso, control y reto. La primera dimensión se re- fiere a la motivación y a la habilidad para hacer frente a estresores de la salud, la se- gunda dimensión fue definida como la habi- lidad en la valoración e interpretación de los estresores de la salud. El reto, como tercera dimensión, se enfoca en la valora- ción del estresor como un potencial que pro- duce crecimiento (Pollock, citado por Kenneally) (19). Pollock (10) afirma que el constructo de fortaleza relacionada con la salud, difiere del concepto genérico de fortaleza de Kobasa en dos sentidos: por el uso de definiciones específicas de salud para la medición de las tres dimensiones, y por la medición de la presencia, en vez de ausencia, de esos tres conceptos para determinar la fortaleza. Adicionalmente, introdujo el concepto de estresor para facilitar la investigación rela- cionada con la salud. En otros enfoques de personalidad re- lacionados con fortaleza, por ejemplo, Constantini y cols. (citados por Low) (18) discuten como características de una per- sonalidad fuerte, la flexibilidad cognitiva y de comportamiento, la motivación para el manejo exitoso de planes, y la resistencia bajo estrés. En tanto que Lee (citado por Low) (18) señala que el individuo sano mues- tra cuatro rasgos de personalidad: a) resis- tencia, como la firmeza psicológica o fisiológica para continuar; b) fortaleza, como la habilidad para resistir el estrés, la dificul- tad; c) la audacia, equivalente a valentía, atrevimiento, y d) el control, definido como la habilidad de ejercer autoridad o influir. Marco teórico Esta investigación se respaldó en el Mode- lo de Adaptación de Callista Roy. La ansie- dad-rasgo, definida como las diferencias entre las personas en la disposición para responder a situaciones de tensión (8), se identificó como el estímulo focal que afec- ta al individuo en su totalidad, manifes- tándolo por diversas alteraciones; en términos generales, una enfermedad cró- nica, también calificada como estímulo agresor, en el modo fisiológico del pacien- te puede desencadenar limitaciones físi- cas y deformidades que dificultan el desarrollo de las actividades de la vida dia- ria; se enfrenta a restricciones en los hábi- tos alimenticios; esto repercute en su apreciación como persona, generando sen- timientos de minusvalía e inseguridad en su autoestima y autoconcepto, lo que re- dunda en forma negativa en el desarrollo de sus roles en el ámbito familiar, laboral y social. Por consiguiente, su modo de inter- dependencia se acentúa hacia un mayor grado de dependencia, con la consiguien- te debilidad en la toma de decisiones y en su autonomía. Esta situación de salud ge- nera estímulos contextuales, en donde el sujeto interactúa según sus característi- cas personales (perfil demográfico) y, en este caso particular, en el nivel de fortale- za que posee. Constructo que se define como un conjunto de rasgos de la persona- lidad que funcionan como amortiguador de los efectos estresantes negativos asocia- Respecto al concepto de fortaleza, en 1979 Kobasa lo definió como un constructo personal que incluye actitudes, creencias y conductas. Lo describió como un aspecto de la personalidad que almacena los efectos del estrés en la salud. La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 179 dos a la experiencia de cronicidad (9). Al hacer frente a estos estímulos internos y externos, el individuo podría mediar la se- veridad del deterioro fisiológico y psicoló- gico de la enfermedad crónica lo cual le permitiría alcanzar un grado de adapta- ción en su situación de salud-enfermedad, dándole un sentido a su vida y regulando respuestas adaptativas en el sistema. Estudios relacionados Boytell (citado por Pollock) (10), realizó una investigación en adultos hispanos con he- patitis crónica tipo C. La variable fortaleza fue significativamente relacionada con el nivel de salud percibida y con ciertos aspec- tos de adaptación psicosocial. No se encon- tró relación significativa con las variables demográficas de edad, sexo, educación o estatus marital. Resultado similar detectó Harris (citado por Pollock) (10) en pacientes angloamericanos y afroamericanos que re- cibían quimioterapia; no se reportaron dife- rencias significativas en la HRHS con relación a las variables de etnicidad, enfermedad o tratamiento. Ross (citado por Pollock) (10), halló co- rrelación significativa entre fortaleza y acep- tación al tratamiento de diabetes mellitus; encontró también que la HRHS explicó el 36% de la varianza en los puntajes de con- formidad. Huckestein (citado por Pollock) (10), en un estudio con sobrevivientes de trauma, de diversas nacionalidades, encon- tró que altos niveles de fortaleza relativa a la salud estaban relacionados con altos ni- veles de adaptación, esta variable fue me- dida por ajuste psicosocial, adaptación psicológica y orientación del cuidado de salud. El empleo, fue la única variable de- mográfica significativamente relacionada con la HRHS. Nicholas y Webster (citadas por Pollock) (10), desarrollaron un estudio con adultos mayores en donde la fortaleza, las prácti- cas de autocuidado, el índice de enferme- dad y dos variables demográficas (mayor ingreso, vivir con otras personas) determi- naron el 56% de la varianza en el estatus de salud percibida. Otro estudio sobre esta variable fue el de Chiang (citado por Pollock) (10), quien lo relacionó con la percepción del estrés, y la fortaleza en una muestra taiwanesa de cuidadores de pacientes que habían presentado paro cardiaco. Los re- sultados reportaron que a mayor nivel de fortaleza, menor el estrés y mayor el estatus de salud percibidos en los integrantes de la muestra. Los niveles de fortaleza, el estrés y el nivel educativo representaron el 60% del total de varianza al predecir el estatus de salud de los cuidadores. Pollock (20) utilizó la escala HRHS en un estudio de factores que promovían la adaptación en 60 adultos con enfermedad crónica, distribuidos en tres grupos de igual tamaño con diagnóstico médico de diabe- tes mellitus, hipertensión arterial y artritis reumatoide, respectivamente. La correla- ción de Pearson para la fortaleza en los adultos diabéticos reveló relación signifi- cativa con la adaptación psicológica (r=,43, p<,05) y adaptación psicosocial /r=,62, p<,01), además se encontró una relación significativa entre estos dos tipos de adap- tación en los sujetos con diabetes, mientras que para los otros dos grupos de pacientes esas adaptaciones se reportaron como do- minios independientes. El autor considera que actividades psicosociales específicas pueden ser factibles por la presencia de for- taleza, apoyando así los efectos indirectos de la fortaleza en la adaptación. En otro estudio, Pollock (20) investigó la adaptación psicológica en relación con los patrones de afrontamiento, fortaleza y características sociodemográficas, en una muestra de 110 adultos con diabetes mellitus tipo 1; el 56% de la varianza fue dada por cinco variables (valoración de la diabetes como daño y be- neficio, combinación de patrones desde el afrontamiento, fortaleza, participación en programas de educación y el tiempo transcu- rrido de diagnóstico). Se concluyó que la per- cepción individual del estresor y las estrategias de afrontamiento usadas se relacionaron significativamente con la presencia de fortale- za lo cual predijo la adaptación a la enferme- dad crónica. Huckestein en un estudio con sobrevivientes de trauma, de diversas nacionalidades, encontró que altos niveles de fortaleza relativa a la salud estaban relacionados con altos niveles de adaptación. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007180 Pollock (20) también aplicó la escala HRHS en una muestra conformada por 244 adultos quienes se describían como sanos, no obstante, el 43% presentaba una en- fermedad crónica. Se encontró correlación significativa entre la fortaleza y altos nive- les de salud percibidos (r =,28, p<,05), entre fortaleza y participación en activida- des de promoción de la salud (r =,23, p<,05) y en el uso de recursos (apoyo so- cial) y la presencia de fortaleza (r=,45, p<,05). Estos resultados apoyaron los efec- tos indirectos de la fortaleza en el proceso de adaptación. Medina (5) llevó a cabo un estudio de corte cualitativo con el propósito de obser- var y comprender la vivencia de una enfer- medad crónica; participaron ocho personas con edades entre 56 y 69 años que asistían a consulta externa en un hospital universi- tario de Puebla, México, y siete informantes generales: familiares y amigos. Cada infor- mante clave se entrevistó seis veces en un lapso de cuatro meses. Todos los pacientes coincidieron en expresar que viven una ex- periencia única, un cambio en todos los as- pectos de su vida; se sienten devaluados, tienen miedo de las complicaciones y de la muerte. Solamente dos personas perciben esa experiencia como positiva, les ha ayu- dado a valorar la vida, han crecido en la comprensión de su existencia, y les ha per- mitido modificar actitudes, valores y refu- giarse en la espiritualidad. Los familiares expresaron desconocimiento de lo que a los pacientes les pasa en cuanto a su estado emocional. Otro estudio en este aspecto, fue el de Tenahua Quitl y cols. (21), en don- de participaron 10 adultos mayores que viven en una Fundación para ese tipo de personas en Puebla, México; el objetivo fue comprender, desde el punto de vista de los participantes, el significado de la experien- cia de vivir con hipertensión arterial, utili- zaron la teoría de las representaciones sociales de Moscovici (1989). La represen- tación se considera como un proceso que incluye los conceptos o las ideas de senti- do común, las creencias y las emociones que se generan de vivir (Mora, citado por Tenahua) (21). Con base en los datos ob- tenidos, las representaciones de la expe- riencia de los participantes se interpreta- ron como una expresión de sentimientos tanto positivos como negativos, actitudes de enfrentamiento y rechazo, además se encontró falta de conocimientos sobre el padecimiento. García Tafolla y cols. (6) efectuaron un estudio exploratorio en 30 pacientes hos- pitalizados, con el propósito de identificar la relación entre el tiempo de evolución y las complicaciones tardías con el modo de autoconcepto en personas con diabetes mellitus tipo 2. Utilizaron el Inventario de Tennessee. Siete perfiles de un total de nueve que evaluaban el autoconcepto, se identificaron por debajo de los rangos nor- males a excepción de autosatisfacción y autocrítica. No se encontró relación signi- ficativa entre las variables del estudio. Magnani (citado por Whetsell) (22), utilizó la escala HRHS, una valoración de salud dada por cada uno de los participan- tes, y una escala sobre actividad en una muestra de 115 adultos mayores con acti- vidades independientes que vivían en el área de Nueva York. Detectó que los adul- tos con niveles más altos de actividad te- nían niveles más altos de fortaleza. Los resultados también revelaron que aque- llos con una cifra alta en los dos instru- mentos, tenían un nivel de actividad más alto, que aquellos con una cifra alta en un solo instrumento. En cuanto al concepto de ansiedad, en 1973, basado en el trabajo de Hildegard Peplau (citado por Young) (23), la ansie- dad fue identificada como diagnóstico en el ejercicio de enfermería. Lawrence y cols. (24) efectuaron un estudio transversal de observación en un Centro de Medicina Fa- miliar con el fin de analizar las relaciones entre síntomas, diagnósticos y la severi- dad de la enfermedad como indicadores de ansiedad y depresión. Mediante el aná- lisis por regresiones logísticas, el género femenino, la percepción de la salud más baja, más dolor y la mayor inhabilidad por días en cama, se mantuvieron como esta- dísticos predictores positivos y significati- La depresión vino a igualarse a la ansiedad como desorden, a la cual las mujeres eran considerablemente más vulnerables que los hombres. La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 181 vos de síntomas más severos de ansiedad y depresión. Otro estudio que reveló mayor tenden- cia en las mujeres de presentar estados de ansiedad, fue el de Murphy y cols. (25), en donde examinaron las tendencias históri- cas con respecto a la ansiedad en térmi- nos de su predominio, de su distribución por edad y género y de su asociación con la depresión. Concluyeron que las relaciones entre ansiedad y depresión seguían sien- do en un cierto grado similares, con la ex- cepción del hecho de que la depresión vino a igualarse a la ansiedad como desorden, a la cual las mujeres eran considerable- mente más vulnerables que los hombres. De los Ríos y cols. (26), efectuaron un estudio ex post facto con el propósito de examinar la frecuencia de alteración emo- cional en una muestra de 100 de pacientes con nefropatía diabética. Utilizaron el ins- trumento GHK-28 (General Health Questionnaire) de Goldberg. En el 86% de los pacientes identificaron algún grado de alteración emocional; tuvieron más riesgo de padecerla aquellos pacientes con 10 y más años de evolución de su enfermedad. Vettore y cols. (27) efectuaron un es- tudio en donde analizaron la relación de estrés y ansiedad en pacientes con periodontitis crónica. Distribuyeron 79 pa- cientes, según la severidad de la enferme- dad, en tres grupos: un grupo control y dos grupos de prueba. En cuanto a la ansie- dad, medida por el inventario de Spielberger (STAI), en el grupo de prueba 1 y en el grupo control detectaron prome- dios similares en el tipo de ansiedad-ras- go, con promedios bajos en el grupo 2 de prueba. Detectaron correlaciones positivas entre la ansiedad-rasgo y las frecuencias de los parámetros clínicos para dicha en- fermedad, concluyendo que este tipo de ansiedad puede ser un predictor importante para la enfermedad periodontal. Material y método Se realizó un estudio descriptivo, trans- versal y correlacional; la muestra se inte- gró con 200 pacientes mediante el método de muestreo no probabilístico, por dispo- nibilidad, en función de los siguientes cri- terios de inclusión: pacientes adultos de 28 años en adelante, ambos géneros, con estudios básicos, con diagnóstico médico de enfermedad crónico-degenerativa; de los servicios de consulta externa y de hos- pitalización de cuatro instituciones de sa- lud (una del primer nivel de atención y tres del segundo nivel) localizadas en los mu- nicipios de Tampico y Madero Tamaulipas, México. Se excluyeron los sujetos con tras- tornos de conducta. Los participantes pro- cedían de los estados de Veracruz, San Luis Potosí y Tamaulipas. Se diseñó una cédula sociodemográfica con la que se recabaron los datos de géne- ro, edad, escolaridad, estado civil, tipo de trabajo y religión; también se preguntó el diagnóstico médico y los años de evolu- ción de la enfermedad. Para la medición de la fortaleza relacio- nada con la salud se utilizó la cédula estandarizada de Susan Pollock, estructurada con 34 reactivos relacionados con la forma en que las personas perciben asuntos im- portantes acerca de la salud; contiene una escala tipo likert con seis opciones de res- puesta: 1= completamente en desacuer- do, 2= moderadamente en desacuerdo, 3= ligeramente en desacuerdo, 4= ligeramen- te de acuerdo, 5= moderadamente de acuerdo, 6= completamente de acuerdo. Del total de reactivos, 19 están redactados en forma negativa con el fin de evitar res- puestas cruzadas. El puntaje mínimo del ins- trumento es 34 y el máximo es de 204. Con relación a la medición de la variable ansiedad, se aplicó el inventario de ansiedad Rasgo-Estado (IDARE) de Spielberger y Díaz- Guerrero (1973) en su versión al español, denominado inventario de autoevaluación. En el presente estudio se utilizó únicamente la escala de ansiedad-rasgo que mide las diferencias individuales, es decir, las diferen- cias entre las personas en la tendencia a responder a situaciones percibidas como amenazantes. La cédula contempla 20 reactivos con una escala de respuesta de En el presente estudio se utilizó únicamente la escala de ansiedad-rasgo que mide las diferencias individuales, es decir, las diferencias entre las personas en la tendencia a responder a situaciones percibidas como amenazantes. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007182 cuatro puntos: 1= casi nunca, 2= algunas veces, 3= frecuentemente y 4= casi siem- pre. Contempla siete reactivos invertidos, esto es, el valor numérico de la calificación para las respuestas marcadas 1, 2, 3 ó 4 viene a ser de 4, 3, 2 y 1 respectivamente. La puntua- ción mínima es de 20 y la máxima de 80. Todos los análisis se realizaron usando el software SPSS (versión 13). Las variables de interés son tanto discretas como continuas, por lo que los métodos estadísticos incluyen cálculo de porcentajes y estadísticas descrip- tivas (mínimo, máximo, media, mediana y desviación estándar). Además, para la parte inferencial se realizaron análisis de correla- ción bivariada, análisis de regresión lineal múltiple y pruebas Ji-cuadrada para el cru- zamiento de variables categóricas. También se determinó la consistencia interna de los instrumentos de medición a través del Coefi- ciente Alpha de Cronbach, y se efectuó la prueba de Kolmogorov-Smirnov, revelando que los índices de las escalas de fortaleza y ansiedad no tienen normalidad en la distri- bución de datos (valores Z, 1.751 y 1.803, y valores �p,003 y ,004 respectivamente). Al realizar el estudio se consideraron los aspectos éticos señalados en el Regla- mento de la Ley General de Salud en mate- ria de investigación, donde se incluye el anonimato de los sujetos, confidencialidad de la información brindada por los mismos, derecho a información con respecto al es- tudio y a retirarse en el momento que lo deseen. A los pacientes se les explicó la finalidad del estudio y cuál sería su partici- pación, en ese momento se obtuvo el con- sentimiento informado por escrito. Se les leyó cada uno de los ítemes y sus respues- tas fueron registradas en los formatos co- rrespondientes. La encuesta se efectuó en un lapso de tres meses, participaron alum- nos de enfermería del 8º periodo. Resultados Con respecto a las características sociode- mográficas de los 200 pacientes partici- pantes, en la tabla 1 se observa que predominó el género femenino, así como los estudios de primaria y la religión cató- lica; en cuanto al estado civil, cerca del 50% estaban casados. El 60% de los suje- tos no trabajan y de los que sí laboran, en su mayoría su trabajo es temporal. Tabla 1. Características sociodemográficas de los pacientes Variable f % Género Masculino 89 45 Femenino 111 55 Escolaridad Primaria 95 48 Secundaria 45 22 Otros 60 30 Estado civil Casado 95 48 Viudo 42 21 Otro 63 31 R e l i g i ó n Católica 166 83 Otra 25 12 Ninguna 9 5 Fuente: cédula sociodemográfica. N=200 La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 183 Tabla 2. Distribución de pacientes por grupos de edad y género Edad en M a s c u l i n o F e m e n i n o T o t a l años f % f % f % 28 a 47 20 10 37 18 57 28 48 a 67 51 26 56 28 107 54 68 a 87 18 9 18 9 36 18 Total 89 45 111 55 200 100 Fuente: cédula sociodemográfica. n= 200 En la tabla 2 se identifica el rango de edad, el cual varió desde los 28 hasta los 85 años, la media fue de 54,9 con desviación estándar de 12,7, y la mediana de 55 años. Se destacó el grupo de edad de 48 a 67 años, con representación similar de ambos géneros. En la tabla 3 se muestra que aproxi- madamente el 90% de los participantes padece de una enfermedad metabólica, en donde se incluyó la diabetes mellitus, nefropatía diabética y pie diabético; en lo que se refiere a los años de evolución de la enfermedad crónica, en más del 50% de los pacientes es entre uno a diez años. Para medir la confiabilidad de los instru- mentos de medición se efectuó la prueba de Coeficiente de Alfa de Cronbach, la cé- dula de fortaleza obtuvo un valor de ,852 y la cédula de ansiedad un valor de ,813, por ello, puede considerarse que demuestran consistencia interna favorable. Tabla 3. Distribución de pacientes por grupos de años de evolución y diagnóstico Fuente: cédula sociodemográfica. n=200 E v o l u c i ó n M e t a b ó l i c o s O n c o l ó g i c o s Otros en años f % f % f % 1 - 5 64 32 11 6 8 4 6 -10 58 29 2 1 3 2 11 -15 22 11 1 ,5 1 .5 16 - 20 17 9 - - - - 21 - 25 9 4 - - - - 26 - 30 3 1,5 - - - - 31 - 36 1 ,5 - - - - Total 174 87 14 7 12 6 De la tabla 4 se puede derivar que el grado de fortaleza de los 200 pacientes fue moderado, pues de la puntuación to- tal de la cédula (204) obtuvieron un pro- medio de 130, esto es, presentaron un 57% (índice) de fortaleza. Respecto al grado de ansiedad, también se puede con- siderar que presentaron, en promedio, re- gular nivel, ya que de los 80 puntos en total del cuestionario obtuvieron una me- dia de 47, o sea un 44% de ansiedad. El máximo valor encontrado de ansiedad fue de 92%, mientras que el mínimo fue de tan sólo 3%. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007184 En la tabla 5 se puede apreciar que en general no existen diferencias importan- tes de género en relación con los índices de las dos variables centrales del estudio. Con la finalidad de determinar si exis- te una asociación estadísticamente signi- ficativa entre las variables fortaleza y ansiedad, a través de sus índices, se efec- tuó un análisis de correlación de Spearman, arrojando un coeficiente de r = �,570, va- lor p=,000 (correlación al nivel del ,01). La relación lineal entre dichas variables re- sultó significativa. Dado que la relación entre estas dos variables objeto de estudio puede ser afec- tada por otros factores, se realizó un aná- lisis de regresión múltiple, considerando como variables independientes la edad, el sexo y los años de evolución del padeci- miento, encontrando que dichas variables no afectan la relación significativa entre ansiedad y fortaleza. P u n t a j e N M í n i m o M á x i m o M e d i a E stándar Fortaleza 200 75 189 130,30 19,95 Ansiedad 200 22 75 46,68 9,09 Desv. Índice N Mínimo Máximo Media estándar Fortaleza 200 24,12 91,18 56,64 11,74 Ansiedad 200 3,33 91,67 44,47 15,15 Tabla 4. Estadísticas básicas de los puntajes e índices de fortaleza y ansiedad Fuente: cédulas de fortaleza y de ansiedad. n= 200 Fuente: cédulas de fortaleza y de ansiedad. n=200 Tabla 5. Estadísticas básicas de los índices de fortaleza y ansiedad por género Desv. F o r t a l e z a N M í n i m o M á x i m o M e d i a Estándar Hombres 89 38,82 91,18 57,34 12,90 Mujeres 111 24,12 88,82 56,09 10,74 Desv. Ansiedad N Mínimo Máximo Media Estándar Hombres 89 3,33 76,67 44,23 14,81 Mujeres 111 3,33 91,67 44,67 15,49 Tomando en cuenta que los valores de las variables fortaleza y ansiedad se pue- den categorizar formando niveles y, poste- riormente, realizar una prueba Ji-cuadrado entre ellas con el objeto de determinar si existe una asociación estadísticamente sig- nificativa, se procedió a la especificación de tres niveles de acuerdo con los puntajes de los cuestionarios, quedando de la si- guiente manera: para la fortaleza, nivel La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 185 bajo: de 34-104 puntos, nivel moderado: de 105-154 y para el nivel alto: de 155-204. En lo que se refiere a la variable ansiedad, los valores fueron para estos mismos niveles: 20-40, 41-60 y 61-80, respectivamente. En las tablas 6 y 7 se presentan las distri- buciones de frecuencias de estos niveles res- pecto al género de los pacientes. No se encontraron diferencias significativas en los niveles de fortaleza entre hombres y mujeres (valor� p= 0,34); ni tampoco en los niveles de ansiedad entre géneros (va- lor� p=,89). La tabla 8 muestra la distribución de frecuencias entre el cruce de nivel fortale- za y nivel de ansiedad, así como los resul- tados de la prueba ji-cuadrado. Se encontró que el valor-p fue menor a los niveles usua- les de significancia (,05 y ,01); por consi- guiente, se establece que existe asociación estadísticamente significativa entre el ni- vel de fortaleza y el nivel de ansiedad. Tabla 6. Distribución de participantes por niveles de fortaleza y género Nivel de M a s c u l i n o F e m e n i n o A n s i e d a d * f % f % Bajo 4 4 5 4 Moderado 70 79 95 86 Alto 15 17 11 10 Total 89 100 111 100 *Resultados de la prueba de ji-cuadrado: valor de estadística = 2,160; valor p = ,339 Tabla 7. Distribución de participantes por niveles de Ansiedad y género Nivel de M a s c u l i n o F e m e n i n o A n s i e d a d * f % f % Bajo 21 24 25 22 Moderado 64 72 82 74 Alto 4 4 4 4 Total 89 100 111 100 *Resaltados de la prueba de ji-cuadrado: valor de estadística= ,236; valor p = ,894 Tabla 8. Distribución de pacientes por niveles de fortaleza y ansiedad Niveles de Ansiedad Niveles de F o r t a l e z a B a j o Moderado A l t o T o t a l f % f % f % f % Bajo 0 0 7 3 2 1 9 4 Moderado 29 14 131 66 5 3 165 83 Alto 17 9 8 4 1 0 29 13 Total 46 23 146 73 8 4 200 100 * Resultados de la prueba de ji-cuadrada: valor de estadística= 32.2; valor p < .001. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007186 Discusión La literatura analizada y los estudios con- sultados expresan las bondades de la for- taleza en la adaptación a enfermedades crónicas en poblaciones con diversas ca- racterísticas sociodemográficas. Sin em- bargo, en un estudio con hispanos no se encontró que la educación afectara la re- lación entre fortaleza y nivel de salud per- cibido (10); en este sentido, no obstante que los pacientes encuestados fueron en su mayoría de estrato socioeconómico bajo, los resultados reportaron que cuen- tan con un nivel moderado de fortaleza, esto hace creer que se apoyan en sus creencias y valores para tratar de lograr un grado de adaptación a su cronicidad, sin estar, tal vez, profundamente conscien- tes de sus capacidades personales. Varios estudios (10, 20) asocian la for- taleza con aspectos psicológicos y psicosociales equivalentes a los niveles de adaptación, por tanto, la ansiedad como estado emocional está presente en la vida diaria de toda persona. En la muestra es- tudiada se detectó regular nivel de ansie- dad-rasgo en ambos géneros. En este aspecto difiere con otros estudios que re- gistran mayor riesgo en la mujer (24, 25). Con relación al nivel predominante en las dos variables centrales del estudio, se puede deducir que la población estudiada posee adaptación a su enfermedad cróni- ca encontrando similitud con estudios do- cumentados por Pollock (10, 20), en función de cuestiones culturales y religiosas y, po- siblemente, de la percepción que tengan los sujetos de su enfermedad. La relación significativa entre forta- leza y ansiedad encontrada en el estu- dio, no fue afectada por la edad, el sexo y los años de evolución de la enfermedad; las dos primeras variables coinciden con lo reportado por Boytel (citado por Pollock) (10) y Tafolla (6). En cuanto al tercer factor difieren con lo reportado por Pollock (20) ya que sí influyó en el por- centaje de varianza en su estudio sobre adaptación y patrones de afrontamiento en personas diabéticas. No obstante los resultados, los años de evolución de la en- fermedad podrían representar un factor de riesgo en la medida en que se acentúen las discapacidades en el individuo con en- fermedad crónica, como también lo mani- fiesta De los Ríos (26). La ansiedad-rasgo, como concepto psi- cológico, tiene las características del tipo de locuciones que Atkinson denomina �motivos�, definidos como disposiciones que permanecen latentes hasta que las señales de una situación los activan (8); por tanto, existe la posibilidad de esta- blecer como premisa que este tipo de an- siedad puede actuar como predictor de un nivel de adaptación favorable en sujetos en estado de cronicidad, supuesto tam- bién expresado por Vettore (27). Los resultados del estudio otorgan sustento a los elementos conceptuales del Modelo de Adaptación de Roy, pues las enfermedades crónicas involucran nume- rosos factores internos y externos que in- fluyen en la respuesta de la persona en función de las alteraciones en sus modos adaptativos. De éstos, y de acuerdo con la doctora Roy (citada por García Tafolla) (6), el autoconcepto es la totalidad de actitu- des que incluyen los pensamientos y sen- timientos que el individuo tiene sobre sí mismo. Por lo anterior se puede decir que la adaptación depende de los recursos fí- sicos, psicológicos y sociales propios de cada persona. Dentro de la experiencia de vivir en situaciones de enfermedad, además de las dificultades, existen espacios de crecimien- to a través de redimensionar la vida, por lo que se necesita mejorar las interven- ciones de promoción de la salud a través de un trabajo interdisciplinario. Bajo esta perspectiva, Pollock (20) establece que el uso de recursos de tipo social (institucio- nes de salud, grupos de apoyo) contribuye a los efectos indirectos de la fortaleza en el proceso de adaptación. En este orden de ideas están también dirigidos algunos resultados y conclusiones de varios estu- dios (5, 20, 21). La literatura analizada y los estudios consultados expresan las bondades de la fortaleza en la adaptación a enfermedades crónicas en poblaciones con diversas características sociodemográficas. La fortaleza de los pacientes con enfermedad crónica 187 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Principales causas de mortalidad en México. [En línea]. Disponi- ble en: /afomsalud.wordpress.com/2006/12/16/principales-cau- sas-de-mortalidad-en-mexico-2003 [Con acceso el 20/12/2006]. 2. Estadísticas de mortalidad, 1990 a 2003. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). [En línea]. 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La relación es inversa, lue- go, se concluye que los datos muestran evidencia de que en los pacientes con en- fermedades cronicodegenerativas, a mayor nivel de fortaleza para la salud menor nivel de ansiedad, apoyando la hipótesis del es- tudio. Además, según los resultados, esta relación no se ve afectada por la edad, el género o los años de evolución del padeci- miento. El desarrollo del presente estudio vis- lumbra implicaciones en el ejercicio de en- fermería sobre la importancia de identificar las expectativas de los pacientes y, en con- secuencia, promover la individualización de estrategias de afrontamiento que conlleven un mejor nivel de adaptación en pro de su calidad de vida; en correspondencia, se for- talecerá el hacer profesional con una visión holística de los pacientes. AQUICHAN - ISSN 1657-5997 AÑO 7 - VOL. 7 Nº 2 • CHÍA, COLOMBIA - OCTUBRE 2007188 Anglo-American Adults? Holistic Nursing Practice: Hardiness and Health Journal 1999; 13 (3): 53-61. 20. Pollock S. 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