08. ValoraciŠn neurolŠgica ok AÑO 2 - Nº 2 • BOGOTÁ, COLOMBIA - OCTUBRE 2002 REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997 40 A través de la valoración física se descubren condiciones de la persona como ser integral, lo que permite pla- near los cuidados de enfermería y, por lo tanto, promover la adaptación del indi- viduo, como lo expresa Callista Roy. El modelo de Roy está basado en la teoría de sistemas, según la cual los estí- mulos (entradas) son los que provocan una respuesta (salidas). Lo anterior lo hace a través de unos mecanismos de enfrentamiento, que son el subsistema cognitivo, que se refiere a la valoración del juicio, la emoción, la memoria y el raciocinio, e incluye la función del rol, la interdependencia y el autoconcepto del individuo, y el subsistema regulador, que involucra toda la parte fisiológica del ser y lo hace por medio de las funciones, que para Roy serán los efectores: la función de oxigenación y circulación, la neuroló- gica, los órganos de los sentidos, la fun- ción endocrina y reproductora, la pro- tección, la nutrición, la actividad y el descanso, la eliminación de líquidos y los electrolitos. RESUMEN En este artículo se muestra cómo a través de la aplicación de un modelo conceptual la enfermera emplea herramientas en la valoración neurológica del individuo, para identificar, analizar e interpretar, por medio de los mecanismos de enfrentamiento, cognitivo y regulador, todas aquellas respuestas efectivas e inefectivas, y los estímulos que las desencadenan. De esta forma identifica los problemas de adaptación y genera un diagnóstico de enfermería, para finalmente poder dar un cuidado oportuno y eficaz, que le permita al individuo lograr su adaptación, y a la enfermera evaluar, de manera objetiva y pertinente, el cuidado que está proporcionando. PALABRAS CLAVE Modelo de Callista Roy, valoración neurológica, cuidado de enfermería, mecanismos de enfrentamiento, efectores, estímulos, respuestas. ABSTRACT This article shows the application of a conceptual model, in which the nurse uses tools to evaluate, identify, analyze and interpret all effective and non effective answers and the stimuli of neurologic function. It gives information to identify adaptation problems and obtain a nursing diagnosis giving an adequate care, to reach adaptation in the person and evaluate in a proper way the care given. KEY WORDS Callista Roy’s model, neurologic evaluation, nursing care, coping mechanisms, effectors, stimuli, answers. Blanca Cecilia Venegas Bustos esde sus inicios, la Facultad de Enfermería de la Universidad de La Sabana ha im- plementado en su currículum el modelo de Callista Roy, mediante el cual, en ca- da una de las asignaturas de enfermería, se profundiza no solo en la parte con- ceptual del modelo sino en su aplicación para brindar cuidado de enfermería. Profesora Asistente Facultad de Enfermería • Universidad de La Sabana 41 La valoración neurológica: un soporte fundamental para el cuidado de enfermería Los mecanismos de enfrentamiento (el cognitivo y el regulador) están basa- dos en procesos de la función neurológi- ca1. “Los canales neurales intactos afectan el procesamiento regulador. En forma similar, el procesamiento percep- tual, la información, el aprendizaje, el jui- cio y las emociones son procesos cogni- tivos, con una base neurológica”. El ma- nejar unos buenos conocimientos sobre la anatomía y la fisiología de la función neurológica da elementos suficientes pa- ra comprender el pensamiento, el senti- miento, el movimiento y la interacción del individuo sujeto a adaptación en el medio ambiente cambiante. Los efectores, que son el modo psico- social y el fisiológico, contribuyen al fun- cionamiento holístico de la persona. En la función neurológica hay dos procesos vitales básicos: la cognición y la concien- cia. Los procesos de cognición, que hacen posible relacionar las experiencias pasadas con las presentes, actúan como un regu- lador de eventos vitales. Recordemos que la cognición abarca las habilidades huma- nas de pensar, sentir y actuar. “El modelo de Roy muestra que los procesos cognitivos ocurren dentro del campo de la conciencia. La conciencia se caracteriza por el despertar y el estar alerta. El ambiente para el procesamien- to cognitivo incluye estímulos focales, como la experiencia sensorial inmediata, y estímulos contextuales y residuales, considerados primariamente en términos de educación y experiencia”2. Esto con- firma la importancia de realizar una anamnesis completa del individuo sujeto de ser valorado, ya que nos puede dar elementos fundamentales para su cuida- do, entre otros, la influencia directa del medio ambiente que lo rodea. Este puede llegar a afectarlo de forma efectiva o ine- fectiva. No podemos olvidarnos de inda- gar sus antecedentes familiares y perso- nales, ya que de la familia y sus propias vivencias se obtienen la mayoría de las conductas aprendidas en el transcurso de la vida, y el individuo las puede em- plear cuando se encuentra en un proceso de enfermedad. Guía para realizar la valoración de la función neurológica Con el ánimo de orientar una buena y completa valoración de enfermería en la función neurológica, debemos con- templar unos pasos que nos pueden guiar para encontrar con mayor claridad las respuestas en dicha función, así como los estímulos que las producen. Los elementos mínimos que se em- plean son el fonendoscopio, el tensióme- tro, el martillo de reflejos, el equipo de órganos de los sentidos, los aplicadores, las esencias de diferentes olores, las sus- tancias para la percepción de sabores, los oclusores oculares, un diapasón, la carta de Snell, una linterna, un bajalenguas, elementos fríos, calientes, punzantes y suaves. También se debe poseer habilidad en la técnica de la entrevista para obtener los datos que el paciente o su familia pueden proporcionar. Para realizar la valoración física de la función neurológica se emplea la técnica de la observación permanente desde que el individuo entra a la consulta o desde que se lo identifica en la unidad. Si el paciente se encuentra hospitalizado, el examinador debe tener una gran capaci- dad de observación. Otra de las técnicas empleadas es la palpación, que permite obtener información sobre forma, tamaño, fuerza, sensibilidad, desplaza- miento y vibraciones. Finalmente, me- diante la técnica de medición se obtienen datos de cantidad, como la agudeza visual, la fuerza, el trofismo muscular y la actividad refleja. Una vez se inicia la valoración se debe realizar una anamnesis para deter- minar la edad, el sexo, la ocupación, la procedencia, el estado civil, los nombres de los acudientes o la persona respon- sable, EPS a la que está afiliado, resi- dencia actual, hábitos o costumbres den- tro y fuera de casa, como recreación, deporte, interacción social; antecedentes personales, como enfermedades que el individuo haya sufrido o esté pade- ciendo; medicamentos que consuma ha- bitualmente, bien sea medicados o auto- medicados, o si consume alguna sustan- cia psicoactiva; consumo de cigarrillo y alcohol; antecedentes de traumas, cirugías u hospitalizaciones anteriores; antecedentes importantes de la familia, bien sea materna o paterna; enferme- dades crónicas o del sistema nervioso de uno de los miembros de la familia. Como lo que se pretende es brindar un cuidado holístico al individuo, de- bemos tener en cuenta los efectores, es decir, valorar los modos psicosocial y 1 Roy, Callista, y Andrews, Heather. Modelo de adaptación de Callista Roy, capítulo 12, Editorial Appleton y Lange, 1999. Traducido por María E. Moreno. 2 Op. cit. AÑO 2 - Nº 2 • BOGOTÁ, COLOMBIA - OCTUBRE 2002 REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997 42 fisiológico. A continuación se lleva a ca- bo la valoración de la función del rol, la interdependencia y el autoconcepto, ya que estos pueden suministrar elementos claves para analizar los mecanismos de enfrentamiento (cognitivo y regulador). El modo psicosocial se determina por medio de los instrumentos de valoración familiar: el apgar familiar, el familiogra- ma y el ecomapa, que muestran de ma- nera general la funcionalidad de la fami- lia del individuo valorado, así como las relaciones de este como miembro de una familia y la forma como interactúa con el medio que lo rodea. Hay que ahondar en el concepto que él tiene de sí mismo, en cómo se siente su yo físico, ético, moral y espiritual; indagar sobre los roles que desempeña y sobre cómo se siente realizando cada uno de estos. Para complementar, se debe obtener información sobre la forma de relacionarse con los demás y la nece- sidad que tiene de los demás para con- vivir. No olvidar que esta información suministra datos importantes sobre la función neurológica, como memoria, juicio, emoción, raciocinio, afecto, aspectos que se valoran para establecer la capacidad intelectual del individuo. Para organizar la información y con- tinuar con la valoración de la función neurológica se debe seguir con el exa- men mental, en el cual se identifican los niveles de alerta del individuo y su forma de reaccionar ante el medio. Estos nive- les son: consciente: el paciente respon- de coherentemente al llamado y el me- dio ambiente que lo rodea; somnolen- cia: el paciente despierta ante diversos estímulos, sus respuestas motrices y verbales son adecuadas, mentalmente aparece despejado, pero, al retirarse el estímulo, regresa a la somnolencia; confusión: el paciente presenta alte- ración de sus respuestas a los estímulos externos, no es capaz de reconocer y entender el mundo que lo rodea, ni hay claridad en el pensamiento ni en los recuerdos; estupor: el paciente res- ponde a estímulos dolorosos y táctiles, así como a estímulos auditivos fuertes, y puede responder a algunas preguntas o ejecutar órdenes sencillas; al retirarse el estímulo, entra nuevamente en letargo y con frecuencia presenta movimientos espontáneos; coma: este puede ser superficial o profundo; en el superficial hay reacción a estímulos dolorosos y respuestas a estímulos táctiles persis- tentes; puede responder emitiendo soni- dos o quejándose; cuando cesa el estí- mulo vuelve al estado inicial. En el coma profundo, no hay respuesta a ningún estímulo, sino ligeras reacciones a estímulos muy dolorosos, como presión sobre las apófisis estiloides o por debajo del pabellón auricular; se presentan rela- jación muscular, arreflexia tendinosa, cu- tánea y pupilar, incontinencia de esfínte- res y hasta respiraciones con periodos de apnea. El siguiente paso es la valoración de la capacidad intelectual, considerada “co- mo la capacidad de hacer abstracción, de usar símbolos y de valorar nuevas expe- riencias a la luz de experiencias pasa- das”3. Esta valoración necesariamente lle- va a hacer un análisis del mecanismo de enfrentamiento, el subsistema cognitivo, para lo cual se valoran: • La orientación. que depende de la memoria y la atención. Se debe in- dagar si el paciente sabe quién es él, cuál es la fecha o día en que está y dónde se encuentra. • La atención. Se observa la capacidad del paciente de concentrarse en una actividad o tarea, o el hecho de responder a las preguntas del entrevista- dor. • La memoria. Se evalúa el re- gistro mental reciente o remoto; debe describir hechos históricos recientes y también hechos históricos o relevantes pasados. • El pensamiento. Se valora la secuencia lógica, coherente y relevante del individuo al dirigirse a un objeto seleccionado; por ejemplo, con la pregunta ¿qué observa en el cuadro? • El afecto. Es un sentimiento que se puede observar de inmediato en el paciente, como un episodio de llanto o de risa. 3 Cediel Ángel, Ricardo. Semiología médica, Editorial Ortice, 3ª. ed., Colombia, 1993. 43 La valoración neurológica: un soporte fundamental para el cuidado de enfermería • El cálculo. Se valora la capacidad de hacer cálculos matemáticos, como sumas o en su defecto identificando bi- lletes. • El juicio. Se mide la capacidad de abstracción o de interpretación pidién- dole que interprete, por ejemplo, un refrán. • Y, finalmente, el lenguaje. Este debe ser comprensible y coherente; tabién se evalúa la forma de pronunciar las palabras. Con esto concluye la primera parte de la valoración neurológica. El segundo paso consiste en la valora- ción de los pares craneales, donde ade- más se involucra a los órganos de los sentidos. Algunos de estos pares craneales son sensitivos, otros motores y otros mix- tos. Por lo tanto, de la valoración correcta de cada uno depende la identificación de las respuestas tanto efectivas como inefectivas del individuo. En el tercer paso se valoran: • La función motriz, que es definida como la organización neuroló- gica del movimiento e involucra la movi- lidad física, la marcha, la coordinación de todos los movimientos del individuo y el sincronismo. • La fuerza muscular, que va de ausencia completa de fuerza a fuerza normal (de 0 a 5). • El tono muscular, que se pue- de apreciar observando la actitud del pa- ciente en el lecho o en la forma de mani- pular elementos, en la posición de las extremidades, en el relieve de las masas musculares, en la consistencia de los mús- culos al palparlos y en la resistencia que estos presentan a los movimientos; las res- puestas pueden ser la hipotonía o la hi- pertonía. • El trofismo muscular, obser- vable en el desarrollo muscular. La mejor manera de descubrir su disminución o aumento es midiendo simétricamente los músculos de las extremidades, sin olvidar que hay mayor desarrollo de los músculos del hemisferio dominante, dependiendo de si el individuo es diestro o zurdo; la diferencia no debe ser mayor de un centí- metro. • La coordinación o adecuada utilización de las vías motrices y sensitivas, que depende del buen funcionamiento del cerebelo y el aparato vestibular. La va loración de la coordinación, según Callista Roy, se hace más minuciosa en las funciones de actividad y descanso. • Los reflejos, que son la respues- ta motriz involuntaria desencadenada por un estímulo sensorial específico. Entre es- tos tenemos los tendinomusculares, con- sistentes en el estiramiento brusco de un músculo, que se obtiene golpeando el tendón del músculo cerca de su inserción; la respuesta es el rápido movimiento de la parte del cuerpo accionada. Su valoración se representa por medio de cruces, que van desde reflejo ausente (cero cruces) hasta reflejo hiperactivo “clonus” (cuatro cruces). Finalmente, se valora la sensibilidad, que es de dos tipos: la superficial y la profunda. La superficial se evalúa por me- dio de la temperatura, el dolor y el tacto, y la segunda, en la que se experimenta el dolor profundo, por medio de la presión, la vibración y la propiocepción. La valoración neurológica nos permi- te identificar fácilmente los estímulos y las respuestas y, por lo tanto, analizar en forma completa los mecanismos de enfrentamiento, que se enmarcan más en la cognición, ya que, gracias al conoci- miento y al hecho de que el individuo se haga consciente de sus propios pro- blemas de adaptación, este puede contri- buir a mejorarlos e involucrarse por medio del autocuidado. Para la enfermera, la planeación del cuidado se fundamenta en lo encontrado en la valoración, lo que debe redundar en beneficio del individuo, su familia y las personas que lo rodean. Igualmente, la valoración le facilita ejecutar y evaluar el plan de cuidado, buscando su efectividad. BIBLIOGRAFIA Cediel Ángel, Ricardo. Semiología médica, Editorial Ortice, 4ª. ed., Bogotá, Colombia, 1993. Seidel y otros. Exploración física, Harcour Ediciones, 3ª. ed., España, 1997. Bates, Bárbara. Propedéutica médica, Editorial Harla, 4ª. ed., México, 1990. Roy, Callista, y Andrews, Heather. Modelo de adaptación de Callista Roy, Editorial Appleton y Lange, 2ª. ed., 1999.