08. La educaciŠn como proceso La educación como proceso holístico, la comunicación participativa y la motivación, principales elementos del cambio 23 Leonor Pardo Novoa RESUMEN Para que Colombia avance en su desarrollo social, políti- co y cultural, se requiere un cambio radical en los procesos educativos actuales. Hay que pensar no solo en una edu- cación intelectual, sino en un proceso educativo holístico, que abarque todos los aspectos del ser humano: lo cogniti- vo, lo afectivo y lo social. Para que ese proceso pueda pro- ducirse se requieren tres elementos fundamentales: 1. Unidad en la concepción de lo que es educar. 2. Una comunicación efectiva. 3. Una motivación para el cambio. Con estos tres elementos, los educadores, sea cual fuere el nivel en el que eduquen, podrán fijarse metas comunes, en lugar de trabajar de manera independiente; deberán trabajar con sus alumnos niveles de comprensión, análisis, síntesis y evaluación, necesarios para el avance científico, y lograrán en sus estudiantes el verdadero compromiso y la energía nece- saria para vencer las dificultades que todo cambio genera. PALABRAS CLAVE Educación holística, comunicación efectiva, motivación, integridad, superioridad del hombre. ABSTRACT For cultural, political and social advance in Colombia, a radical change in a holistic educative process, is needed, con- taining all aspects of human being: knowledge, affection and social areas. To obtain this process three fundamental elements are needed: 1. Unity in the conception of education. 2. Effective communication. 3. Motivation for change. With these three elements, the educators, of any level of education, may establish common rules, instead of working independently; level of comprehension, analysis, synthesis and evaluation will be worked with the students, necessary for the scientific advance, obtaining from their students truly compro- mise and energy to overcome the difficulties generated from change. KEY WORDS Holistic education, effective communication, motivation, integrity, men’s superiority. AÑO 1 - Nº 1 • BOGOTA, COLOMBIA - OCTUBRE 2001 REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997 24 uando hace algún tiempo tuve que leer, como ejer- cicio de análisis de un seminario, el resumen del documento titulado Cartas desde la mi- sión - Misión de ciencia, educación y desarrollo, me surgió la inquietud de aprovechar las ideas allí plasmadas, para analizar y sustentar, desde mi punto de vista, aquellos planteamien- tos que desde la educación se hallan consignados en la misión de la Uni- versidad, y que el Programa de Enfer- mería ha colocado en su proyecto educativo como elementos de gran importancia. Con el ánimo de involucrar al lector en el tema del documento menciona- do, me propongo hacer, en primera instancia, una corta descripción de su contenido, para luego plantear lo que considero pueden ser tres pilares fun- damentales para el cambio educativo, que sin duda repercutirá positivamente en el tan ansiado cambio de las estruc- turas colombianas. Ellos son: la edu- cación como proceso holístico, la comunicación participativa y la moti- vación. El documento titulado Cartas desde la misión Nº 1, elaborado a solicitud del Gobierno Nacional, en 1994, por los diez denominados sabios1, describe en forma narrativa y poética los hechos y fenó- menos de un proceso histórico-político vivenciado de manera general por el mundo, pero de manera particular por el pueblo colombiano, el cual, expresado grosso modo, se relaciona con la evolu- ción que, a partir de la educación, deben lograr los países para afrontar acertada- mente los retos del futuro. En sus cuatro primeros capítulos, el libro se dedica a presentar abiertamente el panorama de la situación que en materia de educación, ciencia y tec- nología tiene Colombia, y a plantear inquietudes sobre los puntos en los cuales esta problemática radica, sin olvi- dar el planteamiento de propuestas encaminadas, en primer término, a educar a los colombianos, entendién- dose este proceso como la formación de mentes cuestionadoras, analíticas, productoras de avance tecnológico, proceso que elevará la calidad de vida y permitirá el desarrollo integral y equi- tativo de una Colombia, en la cual, la potencialidad de sus mentes se con- funde con la riqueza de su ecología, para hacer posible cualquier utopía que se proponga. Muy difícil resulta delimitar un texto único que describa la tesis central del documento. De una parte, desde el dis- curso de instalación, el ex presidente César Gaviria plantea la necesidad de establecer unas verdaderas y claras rela- ciones entre la educación, la ciencia y la tecnología, y esta idea es plasmada por el doctor Llinás, cuando en el texto intro- ductorio de su artículo habla sobre el desarrollo como avance económico, político y cultural; y cuando se refiere a la educación, puntualiza cómo, en los países desarrollados, la inversión a largo plazo y el mejoramiento de los sistemas formales de educación han sido los fac- tores que han demostrado ser clave en el mejoramiento de la capacidad competiti- va, del crecimiento económico y del desarrollo social en general. La alta ca- lidad de la educación, afirma el doctor Llinás, es determinante en la preparación de ciudadanos responsables y en la for- mación académica e integral. Estos postulados, unidos a los plan- teamientos que en el capítulo 1 expresa Gabriel García Márquez, y a las recomen- daciones de los capítulos finales del libro, muestran una relación relevante entre el cambio social requerido y la educación como órgano esencial en ese proceso, hecho a través del cual el lector puede percibir una unidad en torno a los plan- teamientos de la misión. Es así como, a través del documento, se afirma de una u otra manera que la educación es el punto esencial y previo para lograr la produc- ción de ciencia y tecnología, procesos sin los cuales Colombia no podría entrar a competir honrosamente en el mundo futuro. Sin embargo, desde mi punto de vista, el planteamiento que recoge todas las reflexiones de los autores y que se convierte en el eje central para el desa- rrollo del documento, está descrito por el doctor Llinás en muy cortos espacios de su conferencia: “Sin un sistema edu- cativo que promueva la autoestima, la 1 Eduardo Aldana Valdés, Luis Fernando Chaparro, Rodrigo Gutiérrez Duque, Rodolfo Llinás, Marco Palacios Rozo, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada Flórez, Ángela Restrepo Moreno, Carlos Eduardo Vasco y Gabriel García Márquez. La educación es el punto esencial y previo para lograr la producción de ciencia y tecnología, procesos sin los cuales Colombia no podría entrar a competir honrosamente en el mundo futuro. La educación como proceso holístico, la comunicación participativa y la motivación, principales elementos del cambio 25 dignidad humana, el respeto a la vida y el acceso equitativo a ella, la creatividad y el reconocimiento científico, y que abra la posibilidad de incorporar nuevas conceptualizaciones, Colombia sacrifi- cará el potencial mental, físico, cultural y científico, así como las riquezas que posee. El patrimonio más importante de los colombianos son sus vidas y sus mentes, y la posibilidad de crear su his- toria y su memoria; este patrimonio actualmente se desaprovecha; es nece- sario encontrar mecanismos que permi- tan canalizarlo hacia el mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la vida en Colombia”2. Pasando al plano del análisis estruc- tural del texto, esta clara posición de los diez sabios, expresada en el libro Cartas desde la misión - Misión de ciencia, edu- cación y desarrollo, es sustentada por diferentes tipos de argumentos, en su mayoría basados en hechos y fenómenos del vivir político y social de la nación, los cuales en determinados momentos lle- van al lector a reconocer la importancia y eficacia de los planes propuestos por el gobierno, pero que al ser contrastados con la realidad social crean grandes expectativas sobre la viabilidad de esta transformación, la cual debe ir dirigida más hacia la mente de cada colombiano y hacia el sentir de los grupos y conjun- tos de la sociedad, que hacia el desarro- llo per se de la tecnología. En este momento del texto es donde, sin apartarnos de la motivación y el opti- mismo que comunican los autores, pero conscientes a la vez de nuestras deficien- cias en el área del saber, debemos iniciar un proceso de análisis aún más profun- do, de causas y efectos a nivel educativo, para encontrar el punto clave de partida que nos permita involucrarnos compro- metidamente en la transformación del país, sin llevar por delante el lastre de una frustración. Con este ánimo, y con la finalidad de propiciar un proceso de comunicación multidireccional, me propongo exponer a continuación algunos planteamientos, que podrían denominarse Elementos fun- damentales para el cambio educativo en Colombia. Al retomar en esta parte la problemá- tica general planteada en el documento Cartas desde la misión, y concentrando la atención más en el análisis de las causas que en los hechos que permanentemente observamos, es importante mencionar, en primera instancia y como primer elemen- to de cambio, la necesidad de unificar el concepto sobre lo que es Educar, definición que por demás podría considerarse fun- damental, pues de ella se derivan una serie de implicaciones, no solo para quienes educan sino para los educandos y para las instituciones educativas, que como entes académicos organizan los procesos y se comprometen con la sociedad a egresar, de tanto en tanto, grupos de profesionales, quienes supues- tamente deben estar capacitados para continuar y mejorar el desarrollo del mundo en el cual viven. En el más amplio sentido de la pa- labra, educar es un proceso dirigido al hombre por el hombre; con esto estoy afirmando, primero, que se produce entre los seres superiores de la na- turaleza, y que no es un hecho aislado o circunstancial, sino un conjunto de suce- sos interrelacionados, y, segundo, que dentro de ese proceso hay que conside- rar como variables ineludibles todos aquellos componentes de que está hecho el hombre: mente, espíritu, cor- poreidad, afectos, emociones y sociabili- dad, elementos que intervienen para determinar la ocurrencia o no de los sucesos, su grado de intensidad y la orientación hacia donde ellos se dirigen. Es decir, hay que educar al hombre en su totalidad, o sea, holísticamente. “El hombre es un animal racional y comparte con los demás animales irra- cionales la facultad de la sensación y el apetito sensitivo, mientras que tiene de común con los ángeles el intelecto y la voluntad, que son facultades superiores. Por el entendimiento el hombre conoce la verdad y por la voluntad desea o ama aquellos objetos que el entendimiento declara buenos. La voluntad es una fa- cultad libre, cuya acción depende de nosotros mismos, de tal manera que ningún objeto creado puede obligarla a actuar”3. Es por eso que educar, desde la ópti- ca mencionada, en donde se totaliza la integridad y la superioridad del hombre, implica la ocurrencia libre y consciente de innumerables y permanentes fenó- menos prácticamente imposibles de manejar y analizar separadamente, y que es el hombre mismo quien tiene la potencialidad de hacerlo, permitiéndose para sí, y para los demás de su especie, la realización de un proceso comunicativo activo, en donde hay un intercambio de ideas, argumentos, posturas, y en el cual, mediante un dar y recibir, el hombre pone a prueba sus conocimientos, los afianza o modifica, y de esta manera desarrolla su propia identidad, confor- mada esta por una sutil combinación de las influencias que él ejerce y las que recibe4. 2 Llinás, R. Cartas desde la misión, pág. 18, párrafo Nº 2. 3 Bonylan, Eugene. En Dificultades en la oración mental, pág. 29. 4 Miller. En el prólogo del libro La persuasión en la comunicación, pág. 15, párrafo Nº 2. La educación es un proceso del hombre para el hombre. AÑO 1 - Nº 1 • BOGOTA, COLOMBIA - OCTUBRE 2001 REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997 26 Si aceptamos lo anterior, educar resulta ser un proceso difícil; sin embar- go, por más complejo que resulte el asun- to de educar, es necesario abordarlo por cualquiera de sus partes, y para este caso particular me anima la inquietud de ini- ciar el análisis por aquel aspecto que no solo se vivencia a través de nuestra his- toria, sino que se ha convertido en la inquietud permanente de quienes con conciencia del papel de educadores nos cuestionamos la falta de mentes críticas e inquietas, que generen posicionamientos de fondo y compromiso para llevar a cabo el cambio personal, y permitir a los demás la realización de un verdadero proceso educativo, tema central del do- cumento producido por la misión y punto de partida del presente escrito. En esta línea de ideas y a partir del concepto de educar ya expuesto, creo per- tinente citar el que considero es el segun- do elemento fundamental para el cambio educativo en Colombia, el cual a su vez explicaría, en parte, por qué los esfuerzos por mejorar la calidad de la educación en nuestro país han resultado, en términos generales, fallidos, y solo podemos contar en la actualidad con brotes aislados de cambio, muchos de los cuales aún están en la etapa de experimentación, y sus posibles buenos resultados solo nos enriquecerán en un mediano plazo. El punto en mención se denomina La comu- nicación efectiva. Tradicionalmente, la comunicación se ha concebido como un proceso lineal: un emisor que genera un mensaje, el medio o medios que lo conducen y un receptor que percibe, decodifica e inter- preta a su manera el contenido del insumo y, en consecuencia, lo toma o lo deja, según lo considere compatible o incompatible, factible o irrealizable, motivante o carente de interés. Esta comunicación lineal difícilmente afecta todos los elementos constitutivos del hombre: mente, espíritu y cuerpo, y, por consiguiente, las reacciones que se producen en quien recibe el mensaje provienen, a su vez, solamente del ele- mento afectado, y cuando logra afectar más de uno, no permite el fluir de la comunicación en un sentido bi o multi- direccional. Una persona inmersa en las circuns- tancias particulares del medio ambiente que en ese momento la rodea, y afecta- da generalmente en uno solo de los aspectos que la conforman, genera reac- ciones y resultados parcializados, y a consecuencia de ellos actúa. Vista de esta manera, la comuni- cación, que denomino lineal, sirve para transmitir noticias, exponer teorías, con- tar experiencias y muchas otras cosas más, pero siempre en forma unidi- reccional, sin promover la acción de respuesta de uno o varios interlocutores; por consiguiente, está lejos de ser el pro- ceso interactuante en el cual el hombre establece un circuito de dar y recibir, en el que los mensajes del uno estimulan las respuestas del otro, y se genera un per- manente fluir de ideas, posiciones y argumentos, que, como ya lo decía, son los elementos que van a permitir que los interlocutores enriquezcan sus cono- cimientos, fortalezcan y afiancen sus ideas, y se vayan formando sus propios criterios de acción y compromiso, sin que esto implique, en un momento dado, la aceptación o el rechazo total de las posiciones de su interlocutor. Sin este círculo, sin esta reciprocidad, sin permitirnos compartir las ideas y posiciones de manera abierta y despre- venida, la comunicación continuará sien- do el mecanismo por el cual los seres humanos emitimos mensajes que solo pretenden influir en los demás para obtener de ellos una respuesta general- mente primaria, manejable a su vez con otras influencias o mensajes, que posible- mente pasen de largo, sin hacer el más mínimo aporte al enriquecimiento del hombre. En efecto, si la comunicación con- tinúa siendo lineal y si no cambiamos los mensajes persuasivos unidireccionales por otras formas de comunicación inter- actuante, es posible que el hombre pen- sante del cual hablamos, el hombre que posee mente cuestionadora y voluntad libre, no solo permanezca desmotivado ante el deseo de cambio que a diario se predica, sino que, al contrario de lo que se espera, genere un rechazo a los men- sajes especulativos o a las disposiciones de mando, y cree para sí y para los demás, argumentaciones defensivas, he- cho que está muy lejos de ser el método adecuado para lograr que se produzca un proceso educativo en la forma como se describió al inicio de este escrito, cuando se exponían los conceptos y recomendaciones de los diez actores de Cartas desde la misión. La educación tradicional colombiana, en la cual se utilizan con frecuencia razones o argumentos retomados de per- sonajes de la historia a quienes se les atribuye la cientificidad, la razón de una argumentación y el reconocimiento de poseer la verdad inmodificable de una ciencia determinada, está muy ligada a la comunicación lineal, en la cual el recep- tor recibe los mensajes, pero carece de las oportunidades para poner en común con su emisor sus propias interpreta- ciones. Este es posiblemente el mensaje que entre líneas percibo, al leer las frases ...El patrimonio más importante de los colombianos son sus vidas y sus mentes, y la posibilidad de crear su historia y su memoria... La educación como proceso holístico, la comunicación participativa y la motivación, principales elementos del cambio 27 enfatizadas de García Márquez, al refe- rirse al tipo de educación que poseemos: “una educación conformista y represiva, que parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza”5, y también lo que, a su vez, genera mi propuesta de iniciar el cambio que el país necesita para su progreso, por la modificación radical de los sistemas utilizados para educar, y adoptar en su lugar un método que permita a los hombres avanzar en los procesos cognitivos, mediante una comunicación abierta que les genere ciencia y tecnología, que a su vez se traduzca en un cambio sociopolítico y económico. Nuestra cultura educativa colombiana no ha avanzado como lo ha hecho en otros países. Ya en las antiguas Grecia y Roma se enseñaba a compren- der los argumentos persuasivos y a for- marse los propios; y en la Universidad de Harvard del siglo XVII, los estudiantes tenían la oportunidad de estudiar argu- mentación y se les pedía que de- mostraran lo aprendido, adoptando una posición, defendiéndola o criticando las opiniones de los demás. “La confron- tación de contrarios es un proceso fun- damental de razonamiento”6. Dicho lo anterior en otras palabras, parte del proceso de cambio educativo que se requiere en Colombia debe cen- trarse en la modificación del mecanismo tradicional utilizado para educar, basado en la comunicación unidireccional, hacia la utilización de un método que promue- va y facilite la puesta en común de ideas y planteamientos, para que todos aque- llos interesados, o doctos en la materia, opinen y contrapongan sus propios planteamientos con los de los demás. De esta manera se ejercitan el análisis, la argumentación y el respeto por las nuevas ideas, así como la capacidad de cambiar de posiciones cuando la ciencia así nos lo demuestre. Este proceso, aunque parezca solo mental, realmente llega a los demás ele- mentos del ser humano, y de manera muy sutil el hombre va ejercitando y aprendiendo el control emocional, el respeto, la prudencia, entre otros tantos comportamientos, y va logrando un crecimiento integral, tanto personal como profesional. Si este proceso no se da, conti- nuaremos aceptando, promoviendo y asistiendo pasivamente al mismo espec- táculo que por años hemos presenciado, de una educación impuesta, que solo genera la continuidad de la mediocridad intelectual y el retraso científico, social, político y moral de nuestro pueblo colombiano. Para educar, a todo nivel, no bastan las normas administrativas y curriculares, ni las disposiciones legales que con tan buena voluntad genera el gobierno; es necesario permitirle al hom- bre convencerse de la importancia de su cambio, de la necesidad de ser el coau- tor de su aprendizaje y del requerimien- to que el mundo le hace para que se comprometa con el bienestar del futuro, y esto solo podrá lograrse en la medida en que el hombre ponga al servicio de los demás su integridad de ser superior, y se creen espacios para conocer lo que pensamos acerca de algo, las motiva- ciones que nos mueven o las limitaciones que las experiencias negativas nos han dejado. El tercer elemento que propongo para el cambio educativo, que bien podría haber sido el primero, dada su importancia, tiene íntima relación con los dos anteriores, pero se deriva del aspecto psicológico, que como parte constitutiva del hombre le permite com- prometerse emocionalmente en el desa- rrollo de empresas y cometidos de gran envergadura, aunque también se origina en aquella cualidad superior de su volun- tad que lo lleva a actuar basándose en los hechos que su entendimiento declara como buenos. Me estoy refiriendo ahora a la moti- vación, como punto de partida para lograr un cambio en el método educativo. Para el desarrollo de este aspecto, conviene iniciar por la presentación de lo que para los estudiosos del tema signifi- ca la motivación, y hacer una breve relación de esta con el éxito que las per- sonas y las instituciones alcanzan cuando del logro de metas se trata. Motivación es una palabra derivada del vocablo latino movere, que significa mover. La motivación es la fuerza interna que permite iniciar, guiar y mantener un determinado comportamiento, hasta que se alcance la meta deseada. Frederick Herzberg dice: “la moti- vación me indica hacer algo, porque resulta importante para mí hacerlo”. Por su parte, Kelly afirma que la moti- vación “tiene algo que ver con las fuerzas que mantienen y alteran la dirección, la calidad y la intensidad de la conducta”. Sin motivación inicial es muy difícil obtener una satisfacción al finalizar las acciones. Las motivaciones difieren de un individuo a otro, evolucionan y pueden cambiar con el transcurso de los años, en la medida en que se alcancen las metas propuestas o estas se re- planteen. 5 García Márquez, Gabriel. Cartas desde la Misión. 6 Patkanis, A., y Aronson, E. En La era de la propaganda, 1994. AÑO 1 - Nº 1 • BOGOTA, COLOMBIA - OCTUBRE 2001 REVISTA AQUICHAN - ISSN 1657-5997 28 En el ámbito académico, son facto- res de motivación, entre muchos otros, los retos, las innovaciones, la experi- mentación, el conocimiento que se ob- tiene, los beneficios de su aplicabilidad, los estímulos que se reciben, el trato del profesor y el reconocimiento grupal y familiar. Las necesidades también motivan nuestras conductas; en cada etapa de la vida y a medida que se evoluciona, las necesidades cambian, y las que se van generando producirán el deseo y el impulso de producir nuevos compor- tamientos y de esforzarnos para satisfa- cerlas. A finales de los años sesenta, Edwin Locke presentó su teoría del estable- cimiento de metas, y afirmó que la inten- ción de alcanzarlas es una fuente básica de motivación. Las metas son importantes en cual- quier actividad humana, ya que motivan, guían nuestros actos y nos impulsan a dar un mejor rendimiento. De esta for- ma, las personas se comprometen al máximo sin tener en cuenta el esfuerzo que ello les implique. Las metas específicas motivan más que las de índole general; asimismo, las de naturaleza más difícil motivan más que las que se logran fácilmente. Sin embargo, las metas deben plantearse como algo alcanzable, pues aquellas para cuyo logro se requieren esfuerzos sobrehumanos pueden disminuir la mo- tivación, y si no se alcanzan, llevarán a una frustración. Las necesidades de crecimiento pro- pio se centran en el yo, e incluyen el deseo y la oportunidad de desarrollo y progreso personal. A esta categoría co- rresponden la autoestima y la autorrea- lización, mencionadas por Maslow. Estas necesidades se satisfacen solo cuando el individuo logra aprovechar al máximo sus potencialidades y se siente satisfecho con sus logros. Aunque varias acepciones del voca- blo motivación se han venido utilizando en la labor académica, y los docentes nos hemos esforzado permanentemente por motivar a los estudiantes para que aprendan, quiero, en un intento de cam- biar de paradigma, hacer notar una diferencia, que aunque parece pequeña es de gran magnitud e importancia, por cuanto de ella pueden derivarse profun- das modificaciones, que el proceso educativo colombiano necesita para lograr el verdadero cambio al que he venido refiriéndome desde el comienzo de este artículo. La diferencia radica en el uso que el verbo motivar debiera tener en el con- texto educativo, y más específicamente cuando se hace referencia a los papeles que desempeñan el docente y el estu- diante en el proceso, tan conocido en la academia, como enseñanza-aprendizaje. Motivar, desde mi punto de vista y dentro del marco del aprendizaje, a cualquier nivel que este se lleve a cabo, debería conjugarse más como un verbo reflexivo, que como una decisión ejecu- tada desde afuera por alguien denomi- nado maestro, quien en un empeño sobrehumano, se propone hacer algo para que los estudiantes desarrollen un sentimiento de entusiasmo, de gusto, de ilusión, que los conduzca a hacer o desarrollar acciones para el logro de sus objetivos de aprendizaje, o lo que en el lenguaje común manejamos como lograr que aprendan. Si nos detenemos en las implica- ciones que tiene el utilizar uno u otro vocablo, motivar a versus motivarse, podremos observar que: 1. Motivar al estudiante implica, acadé- micamente hablando, que el profe- sor, quien sabe algo sobre algo, haga esfuerzos a veces no muy específicos sino más bien generalizados, para que en todos sus alumnos nazca, se desarrolle o se reavive un interés por conocer o profundizar sobre un tema, que él como docente se ha comprometido a que manejen teóri- ca o prácticamente. 2. Si es el docente quien se propone “motivar”, es él quien debe hacer las acciones para que los discentes logren aprender, en contraposición a si se concibe este ejercicio como la acción que recae sobre el estudiante. A este, motivarse le implica hacer por sí mismo el esfuerzo de buscar, en los entornos en donde se mueve, los ele- mentos que llenen sus expectativas y que le van a ayudar a iniciar y man- tener el impulso, el gusto y el reto de aprender, para lograr sus metas per- sonales y profesionales. 3. Nadie motiva a nadie. La motivación es algo personal, que depende de un número de variables; por eso, en el intento de motivar, el docente se enfrenta a la necesidad de llegar a la individualidad de cada uno de sus estudiantes, para tocar sus fibras personales y lograr que cada uno, con las particularidades de su per- sonalidad, con el bagaje de sus experiencias y sus intereses perso- nales y profesionales, presentes y futuros, reaccione positivamente y aprenda sobre el tema en cuestión. Por el entendimiento el hombre conoce la verdad y por la voluntad desea o ama aquellos objetos que en el entendimiento declara buenos. La educación como proceso holístico, la comunicación participativa y la motivación, principales elementos del cambio 29 Bonylan, Eugene. Dificultades en la oración mental, 1989. Miller, F. La persuasión en la comunicación, Bogotá. Pardo Novoa, Leonor. Apuntes del seminario alemán dictado por el doctor Carlos Eduardo Maldonado, Universidad de La Sabana, Chía, 1996-1998. Patkanis, A., y Aronso, E. La era de la propaganda, Bogotá, 1994. Presidencia de la República de Colombia, Consejería para la Modernización del Estado Colombiano. Vasco, Carlos Eduardo, y otros. Cartas desde la misión - Misión de ciencia, educación y desarrollo, Zeta Periodismo, Bogotá, 1994. BIBLIOGRAFÍA Lograr esto en grupos que sobre- pasan los 40 ó 50 alumnos resulta casi una utopía, y por esta razón el profesor opta, en el mejor de los ca- sos, por realizar procesos de motiva- ción grupal, en los que posiblemente algunos estudiantes encuentren ele- mentos de interés, pero que para otros solo son ejercicios de integra- ción o de descanso, que caen bien dentro de la monotonía de una clase, pero que no son determinantes para un cambio de actitud ante la respon- sabilidad de su aprendizaje. 4. Al contrario, motivarse implica, por una parte, que cada alumno, utili- zando su propio conocimiento en cuanto a sus cualidades, debili- dades, intereses y metas, asuma la responsabilidad de encontrar, en todo cuanto le brindan la institución y el profesor, los elementos signi- ficativos para su aprendizaje, en tér- minos de beneficios presentes y futuros, de logro de metas, de satis- facciones personales, familiares, sociales, de elevación de su autoesti- ma, y, por otra parte, que el profe- sor centre sus esfuerzos ya no en procesos para lograr que cada estu- diante se motive, sino en la creación de ambientes adecuados y posibili- dades y opciones de elección, en la presentación de posibles caminos que hay que seguir y en el seña- lamiento de diversidad de recursos que se han de utilizar, para que cada estudiante pueda elegir aquello que lo impulse a aprender no solo lo pre- visto en los cursos, sino todo lo que que le sirva de complemento, de respuesta a sus inquietudes y de oportunidades de incursionar en nuevos terrenos, que posiblemente no tenía previstos al inicio de su proceso de aprendizaje. Cuando el profesor logra proveer entornos enriquecidos, los estudiantes no miden ni tasan los esfuerzos que deben realizar, y dedican a su apren- dizaje todo el tiempo que este les exija. En este proceso de motivarse, el estudiante por lo general va más allá de las cortas metas impuestas en un curso determinado; logra ejercitar simultáneamente sus potencialidades cognitivas, físicas y sociales, de modo que alcanza su desarrollo integral, aspecto importante que se mencionó al inicio de este escrito. Visto desde este ángulo, el acto de motivarse le corresponde ejecutarlo al estudiante, y le implica que, al igual que en el proceso de aprendizaje, sea él quien busque, dentro del contexto aca- démico, las vías y mecanismos que le sean significativos, de manera que pueda, apoyado en ellos, mantener acti- va la fuerza íntima que se requiere en todo el tiempo que dure su proceso de aprendizaje. Motivarse para aprender es un pro- ceso endógeno, de desarrollo propio, que se apoya en los recursos del medio académico, incluida dentro de ellos la labor del profesor; en la medida en que el docente programa una estructura de clase y tareas o actividades en las cuales el estudiante pueda participar, tanto en el diseño como en su desarrollo y valo- ración, nacerá en él el deseo de experi- mentar y demostrar lo que aprendió. Pero si no es así, sino que todo se le entrega hecho, ¿cómo logra el estu- diante motivarse? De ahí que la respon- sabilidad del docente en el proceso de motivación y aprendizaje, por parte del estudiante, vaya más allá del papel tra- dicional y por demás monótono de repetidor y expositor, y se centra muy específicamente en el de ser proveedor de espacios, experiencias y recursos; en el de ser orientador de procesos, asesor, comunicador y generador de vivencias, que en un momento dado sirvan de pa- trón de análisis y experimentación y apoyen la toma de decisiones por parte de los estudiantes. Cumplir con esta misión no le resul- tará fácil al docente, porque para poder realizarla a cabalidad deberá responder- se qué es lo que debe proponer para que el estudiante encuentre motivos, y además, una vez iniciado el proceso, manejar una comunicación efectiva, necesaria para la orientación, el desarro- llo de un pensamiento analítico, para la formación de criterios y la toma de posi- ciones argumentadas por parte del estu- diante. De esta manera, él podrá irse for- mando como agente de cambio, desde el sector de su profesión y en los con- textos sociales y políticos en donde se encuentre. Retomando las ideas expuestas a lo largo de este artículo, vuelvo a insistir en la necesidad de un cambio radical en los procesos educativos expuestos por los autores del documento Cartas desde la misión, para recalcar la importancia que tiene la unificación del concepto sobre educar, la comunicación efectiva y la automotivación en el logro de la meta que todas las grandes instituciones educativas se plantean: apoyar la forma- ción de ciudadanos profesionales, que contribuyan al tan deseado cambio que Colombia necesita para alcanzar el desa- rrollo científico, tecnológico y político.