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Fútbol y migraciones. La Sentencia Bosman
en el proceso de construcción de la Europa
comunitaria (crónicas desde España)

Sandra Gil Araújo
Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria

RESUMEN
En este trabajo se analizan los discursos sociales generados en el ámbito futbolístico español a
partir de la Sentencia Bosman, emitida en 1995 por el Tribunal de Justicia de la Comunidad
Europea. Esta sentencia aplicó una normativa de la Europa Económica, como es la libre
circulación de personas, servicios y capitales, al ámbito deportivo. Uno de los efectos del Caso
Bosman fue la aparición de dos categorías de futbolistas: los comunitarios y los no comunita-
rios. Los jugadores con el estatus de comunitarios han dejado de ser catalogados como extran-
jeros en los Estados de la Unión. La Ley Bosman es un ejemplo de cómo un decreto legislativo
que regula ciertas actividades en el marco de los tratados internacionales de la Unión Europea
irrumpe en el ámbito de lo político generando confrontaciones en torno a la presencia de cierto
tipo de trabajadores extranjeros (jugadores de fútbol) y la amenaza que ellos significarían para
la configuración de las identidades locales.
   Palabras clave: 1. migración internacional, 2. Sentencia Bosman, 3. fútbol, 4. Espa-
ña, 5. Unión Europea.

ABSTRACT
This work analyzes the social discourses that arose in the Spanish soccer community
following the European Court of Justice’s 1995 Bosman Ruling. This judgment applied to
the realm of sports a European Union rule on the free movement of people, services, and
capital. An effect of the Bosman case was the appearance of two categories of soccer
players: community members and non-community members. The players with commu-
nity-member status are no longer classified as foreigners in EU member states. The Bosman
Ruling is an example of how a legislative decree regulating certain activities in the frame-
work of the European Union’s international treaties invades the political arena, causing
confrontations over the presence of certain types of foreign workers (soccer players) and
the threat that they may pose for the configuration of local identities.
   Keywords: 1. international migration, 2. Bosman Ruling, 3. soccer, 4. Spain, 5. European
Union.

   Fecha de recepción: 20 de octubre de 2002
   Fecha de aceptación: 3 de diciembre de 2002

MIGRACIONES INTERNACIONALES, VOL. 1, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE 2002



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Introducción*

El fútbol no es sólo un reflejo; es también un prisma que nos
ofrece, en sí mismo, una lectura que demuestra las ambi-
güedades y contradicciones de nuestro mundo. A este nivel,
supone una herramienta de análisis, de descripción y de ex-
plicación insuficientemente utilizada.

Pierre Brochand

El estudio de la interrelación entre la conformación de espacios
supranacionales, los movimientos migratorios y la consiguiente
redefinición de identificaciones y pertenencias es una excelente oportu-
nidad para observar los procesos a través de los cuales se clasifican y
dividen las poblaciones. La construcción del espacio común europeo
y las prácticas implicadas en su cristalización vinculan el trazado de sus
fronteras con la configuración de nuevas categorías sociales. Pero en lu-
gar de considerar al interior y al exterior de este nuevo espacio como
oposiciones dicotómicas, deberían pensarse como mutuamente consti-
tutivos. Esta dinámica queda de manifiesto especialmente cuando hay
movimientos de población, cuando los elementos del exterior ponen en
cuestión quiénes representan el “nosotros”.

En este escenario, la ley es un importante instrumento para clasificar
y ordenar actividades y personas, produciendo y reproduciendo deter-
minado tipo de sociedad y de ciudadanos.

Debido a la concentración de un conjunto de recursos materiales y simbólicos, el
Estado está en condiciones de regular el funcionamiento de los diferentes campos, o
bien a través de las intervenciones financieras (...) o bien a través de las intervenciones
jurídicas (como las diferentes normativas del funcionamiento de las organizaciones o
del comportamiento de los agentes individuales) (Bourdieu, 1997:50).

Teniendo en cuenta estas premisas, en este trabajo se analiza el alcan-
ce social y político que ha tenido (y tiene) la sentencia del Tribunal de
Justicia de la Comunidad Europea (TJCE) conocida como “Ley Bosman”,
que aplicó una normativa de la Europa Económica, como es la libre
circulación de personas y capitales, al ámbito deportivo. En el primer
apartado se explica qué es la Sentencia Bosman, centrando la atención
en sus antecedentes y en los cambios legales que originó su aplicación.
En el segundo punto se señalan algunas consideraciones teóricas que
sirven de marco para el análisis posterior. Después se desarrolla el argu-
mento que sirvió de base al TJCE para el dictado de la Ley Bosman y se
reconstruyen otras definiciones del fútbol, elaboradas por diversos acto-
res y que han dado lugar a la contraposición entre el fútbol-rendimien-

* Gracias a Javier Izquierdo por compartir conmigo su amistad y su mirada futbolístico-
sociológica, llena de matices. Agradezco los comentarios y sugerencias de David Cook y de dos
dictaminadores anónimos.



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to y el fútbol-sentimiento. A continuación se analiza el impacto de la
Ley Bosman en el ámbito del fútbol español con el seguimiento de las
estrategias discursivas de los actores de la sociedad deportiva del fútbol,
a propósito del Caso Bosman y en torno a la presencia de jugadores de
fútbol extranjeros en los equipos locales. Por último, en las conclusiones
se repasan los distintos efectos de la normativa, haciendo especial hin-
capié en las derivas clasificatorias y en los alcances del despliegue de un
discurso abiertamente antiextranjero, en un espacio como el del fútbol
profesional, con una gran influencia en los procesos de identificación y
demarcación de pertenencias. Las categorías jugadores comunitarios-ju-
gadores extracomunitarios representan la cara menos amarga de la distin-
ción entre los ciudadanos y los inmigrantes de la Unión Europea. Ambas
clasificaciones dan cuenta de la discriminación por nacionalidad aún
vigente en la capacidad de movilidad dentro del territorio de la Unión.

A lo largo del texto, al analizar el alcance de la Sentencia Bosman,
iremos abordando una serie de puntos problemáticos de gran relevancia
para la investigación sobre los procesos de clasificación: 1) la confronta-
ción de dos definiciones  en apariencia opuestas: el fútbol como activi-
dad empresarial/el fútbol como actividad cultural; 2) el proceso de cons-
trucción de espacios políticos con imposiciones legales que obligan a la
modificación de determinadas prácticas; 3) qué es ser extranjero en el
ámbito de la UE y la construcción de la figura social del extranjero, y
4) el carácter contingente de toda identidad.

El trabajo empírico se basa en el seguimiento y análisis de los artícu-
los de prensa nacional, principalmente de la sección deportiva, publica-
dos desde diciembre de 1995 y referidos a la Sentencia Bosman, a la
presencia de jugadores extranjeros (comunitarios y no comunitarios) en
los clubes de fútbol españoles y a otros hechos relacionados con esta
temática.1 En todos los casos, la atención se ha centrado en la opinión
expresada por los distintos actores que conforman la sociedad deportiva
del fútbol. Esto es, una sociedad compuesta por diversos elementos
heterogéneos, cuyas expectativas y estrategias pueden ser contradicto-
rias: atletas (profesionales o no), dirigentes (de equipos y de federacio-
nes), técnicos, administradores, hinchas, espectadores, telespectadores,
periodistas, canales de TV, prensa especializada, poderes públicos (el
Estado, el territorio, el Tribunal de Justicia), sponsors (públicos y priva-
dos), productores de equipamiento, etc. (Raspaud, 1992:325). Los
periódicos elegidos han sido El País y El Mundo, por ser los más impor-
tantes en el ámbito nacional. Se ha descartado a la prensa deportiva por
el poco material publicado que ofrece. Cuando no se especifica el nom-
bre del hablante, se trata del relato del periodista que escribe el texto.
En cuanto al discurso jurídico, se ha trabajado con algunos textos pu-

1 Por ejemplo: los comentarios a partir del triunfo de Francia y su equipo “multicultural” en el
Mundial de Fútbol de 1998.



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   57

blicados en España acerca del Caso Bosman. Se les ha considerado como
fuentes primarias que comentan la sentencia (Blanpain y Candela So-
riano, 1997; García Jiménez, 1996).

Mediante el análisis del material recopilado, se ha buscado recons-
truir parte del proceso por el cual la presencia de jugadores extranjeros,
y en especial de no comunitarios, es definida como un problema. Al hilo
de esta reconstrucción han ido tomando forma los diversos peligros que
encarnan estos jugadores, siempre desde la perspectiva de los distintos
representantes de la sociedad futbolística, y las cambiantes categorías
puestas en juego. Al mismo tiempo, se ha prestado atención a la varie-
dad de definiciones que circulan en torno a esta actividad deportiva y
cómo la adscripción a una u otra depende, en gran medida, de las apues-
tas de los distintos actores. Vale aclarar que este trabajo no intenta defi-
nir qué es el fútbol; antes bien, quiere mostrar las relaciones de fuerza
que se verifican, también,  en este campo.

Puede parecer arriesgado querer reflexionar sobre temas globales, como
la integración de bloques regionales, los movimientos migratorios y los
procesos de construcción de categorías sociales, a partir de un hecho tan
delimitado. Ésa es precisamente la apuesta:

El antagonismo entre la gran visión macrosociológica y la vista microscópica de una
microsociología o entre la construcción de las estructuras objetivas y la descripción
de las representaciones subjetivas de los agentes, de sus construcciones prácticas,
desaparecen, como todas las oposiciones en forma de “parejas epistemológicas” (en-
tre teoría y empiria, etc.), desde el momento en que se ha logrado –lo que, me
parece, es el arte por excelencia del investigador– invertir un problema teórico de
gran alcance en un objeto empírico bien construido (con referencia al espacio global
en el cual está situado) y dominable con los medios disponibles, es decir, eventual-
mente, por un investigador aislado, sin créditos, reducido a su sola fuerza de trabajo
(Bourdieu, 1988:177).

1. ¿Qué es la Sentencia Bosman?

La sentencia del TJCE, del 15 de diciembre de 1995, conocida como
Sentencia Bosman, tuvo su origen en la aplicación del derecho de libre
circulación de trabajadores, que rige en el territorio de la Comunidad
Europea, al ámbito del deporte. Cabe aclarar que este derecho sólo es
reconocido para los trabajadores comunitarios.

La Sentencia Bosman es una directiva de la Comisión Europea. El
jugador de fútbol belga Jean Marc Bosman interpuso una demanda
ante el Tribunal de Primera Instancia de Lieja contra el Real Fútbol
Club (RFC) de Lieja solicitando que se declarara nulo el reglamento de
la Unión Europea Fútbol Asociación (UEFA) que fijaba el cobro de pri-
mas entre clubes por el traspaso de jugadores. El argumento de la de-



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manda interpuesta por Bosman fue que la pretensión de cobrar una
prima por “traspaso” por parte del RFC a otro equipo europeo, con el
que Bosman quería fichar, violaba la legalidad europea establecida por
el título III del Tratado de la Comunidad Europea sobre la libre circula-
ción de personas, servicios y capitales, que en su artículo 48 prevé la
libre circulación de trabajadores dentro de la comunidad. La libre
circulación supone la abolición de toda discriminación por razón de
nacionalidad contra los trabajadores de los Estados miembros, con res-
pecto al empleo, la retribución y demás condiciones de trabajo. Desde
la perspectiva de la defensa,  el cobro por traspasos limitaba la libertad
de movilidad de los jugadores de fútbol.

El Tribunal de Primera Instancia de Lieja, en su sentencia del 11 de
junio de 1992, admitió las demandas del jugador, y frente a tal resolu-
ción la UEFA y el RFC interpusieron un recurso ante el Tribunal de Ape-
lación de Lieja. Dicho tribunal confirmó la admisión de la demanda y
planteó la necesidad de examinar también la legalidad de otra regla-
mentación de los clubes de fútbol: las cláusulas que limitan el número
de jugadores por nacionalidad.2

Bosman litigó seis años en tribunales belgas y europeos hasta que el TJCE
dictó sentencia favorable. La sentencia de Luxemburgo estableció que:

1. La norma de que los clubes de origen cobrasen enormes cantidades
de dinero por concepto de comisión de traspaso a los clubes de llega-
da por la venta de la ficha federativa del jugador que acaba contrato
con los primeros y lo empieza con los segundos vulneraba la legisla-
ción europea en materia de libre circulación de trabajadores y capita-
les. Los clubes de fútbol encarecían de forma artificial los traspasos
de jugadores entre ellos, una costumbre que obstaculizaba enorme-
mente la movilidad laboral de una clase de trabajadores, los futbolistas,
perfectamente incorporada al marco legislativo del Acta Única Euro-
pea (Mercado Único).

2. Las cláusulas de nacionalidad limitan el número de jugadores
nacionales de otros Estados miembros que pueden ser alineados
en un partido de liga. Dado que para los jugadores nacionales no
existe una limitación similar, esta cláusula genera una clara ven-
taja en relación con el acceso al empleo a favor de los nacionales y
perjudicando a los jugadores de cualquier otro Estado miembro
de la UE. Por ello, el tribunal considera la cláusula de nacionali-
dad como discriminatoria en lo que se refiere a los derechos de los

2 Hasta entonces los clubes de fútbol tenían un límite para el número de jugadores extranjeros,
comunitarios y no comunitarios, que podían fichar y otro límite para el número de jugadores
extranjeros que podían jugar al mismo tiempo en el campo. Estos límites variaban según los
países. En el caso español, la cláusula era de 3 + 2 (tres extranjeros y dos “asimilados”, extranjeros
que llevaban cinco años viviendo en España).



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   59

trabajadores de la Unión. Este tipo de limitaciones sólo se acepta
en los encuentros entre seleccionados de distintos países, por con-
siderar que esta clase de eventos son claramente deportivos
(Blanpain y Candela Soriano, 1997).

En este artículo nos centramos en el impacto de la segunda normativa
por la cual los jugadores comunitarios deben ser considerados como
jugadores nacionales en cualquier club del ámbito profesional de los
Estados miembros de la Unión. Esto es: no se les puede aplicar el límite
por nacionalidad que se continúa aplicando a los jugadores no comuni-
tarios. Cabe aclarar que esta normativa no rige a las categorías inferiores.
En la tercera división del fútbol español, por ejemplo, no pueden jugar
extranjeros comunitarios ni extracomunitarios. En las categorías juveni-
les e infantiles también existen limitaciones. Esto ha hecho que muchos
niños inmigrantes no puedan practicar su deporte favorito. “Su pecado:
la nacionalidad” (El País, 25 de octubre de 2002).

2. Consideraciones teóricas: de cómo la economía se convierte en política

Es sugerente la diferencia entre la definición del fútbol como actividad
meramente económica, basada en la búsqueda de beneficios, sostenida por
el TJCE, y las consideraciones sociológicas. Haciendo referencia a la transfor-
mación de los clubes de fútbol en empresas, Christian Bromberg observa
que este proceso de mercantilización tiene como contraparte un creciente
sentimiento de desposesión entre los hinchas. Se verifica un enorme con-
traste entre la realidad económica de un club (algunos de los cuales cotizan
en bolsa) y el carácter patrimonial que ese mismo club tiene para sus segui-
dores, lo que plantea algunos interrogantes en cuanto a su estatus. ¿Se trata
de un bien negociable –se pregunta el autor–, como cualquier otro produc-
to de mercado, o de un bien cultural con estatus híbrido? (Bromberger,
2001). Las respuestas se presentan complejas.

Existe una tradición en las ciencias sociales, como la sociología del
deporte, la sociología de la cultura y los estudios culturales, que, sin
dejar de considerar al deporte profesional como actividad económica, le
reconoce un papel primordial en la configuración de identidades, e in-
cluso en los procesos de consolidación de nuevos Estados nacionales
(Alabarces, 2002). Así, ciertos eventos deportivos son definidos como
rituales seculares capaces de engendrar identidades locales y nacionales,
ya que el deporte ofrece por sí mismo medios eficaces para inculcar
sentimientos nacionalistas (Stevenson y Alaug, 1997). Para algunos
autores, el fútbol es hoy una de las expresiones más vivas del proceso de
mundialización, en tanto que expresa la globalización cultural (Bromberg,
2001). Su éxito radica en una multiplicidad de factores, como su crisol



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de posibilidades identificatorias, el papel que cumple en la afirmación de
las identidades simbólicas, la valorización de las habilidades individua-
les y de la solidaridad colectiva, pero también del azar, y una idea de
justicia contingente. Otro elemento que explica la popularidad del fút-
bol es su capacidad movilizadora y demostrativa de pertenencias, en
tanto espacio privilegiado para la conformación de identidades, “de
lealtades nacionales, de antagonismos locales y regionales y también
incluso de reivindicaciones nacionalistas” (Bromberg, 2001:46-47). La
mayoría de los  Estados o proyectos de Estado tienen un equipo de
fútbol.3 Incluso, es posible establecer paralelismos entre la composición
de las selecciones nacionales y las bases de pertenencia a la comunidad
política. Los ejemplos más claros y extremos son Alemania, con una
concepción nacional étnica y una selección prácticamente sin jugadores
de origen extranjero, y Francia, con una concepción nacional republica-
na  y una selección con jugadores de orígenes diversos. Lo mismo es
aplicable a la, en otros tiempos, Naranja Mecánica, equipo nacional de
los Países Bajos, con jugadores originarios de sus ex colonias. Desde esta
perspectiva, los equipos de fútbol no son como las empresas, aunque los
futbolistas no sean otra cosa que trabajadores.

Sostienen Faure y Suaud (1994) que la evolución reciente del fútbol
europeo obliga a pensar en la articulación entre el espacio deportivo
propiamente dicho y los otros campos, en especial el jurídico y el polí-
tico, que organizan las condiciones de la lucha deportiva, contribuyen-
do a la definición de las apuestas sociales que se mezclan con los objeti-
vos propiamente deportivos. Si, contrariamente a lo que sostiene el TJCE,
aceptamos considerar la práctica deportiva como vinculada a los proce-
sos de elaboración de pertenencias, entonces podemos plantear que la
modificación de ciertas normas dentro de dicho campo afecta de forma
directa la configuración de ciertas identificaciones. En este caso, se pre-
tende imponer, mediante una normativa comunitaria (la libre circula-
ción de personas en el espacio europeo), la aceptación de los jugadores
de otros Estados de la Unión como jugadores nacionales, con el único
fundamento de la existencia de un espacio económico común. Así, el
TJCE, con base en un argumento puramente económico (y definiendo
previamente la actividad deportiva profesional como actividad empre-
sarial), irrumpe en el ámbito futbolístico con una fuerte resonancia
identitaria, suspendiendo las diferencias de adscripción nacional en
nombre de un nuevo núcleo organizador: la ciudadanía europea.4

3 Las selecciones de fútbol catalana y vasca son buenos ejemplos de lo que aquí se señala.
4 “En 1984 el Consejo Europeo hizo hincapié en la importancia del deporte para la integración

europea y el entendimiento a nivel internacional. La Cumbre Europea de Milán aprobó en 1985
el informe Andonino sobre la difusión de la idea europea y la realización de la Europa de los
ciudadanos a través del deporte” (Comisión de Cultura, Juventud, Educación y Medios de
Comunicación, Informe sobre la Comunidad Europea y el deporte, 29 de abril de 1994, reproducido
en Blanpain y Candela Soriano, 1997:220).



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Como advierte Pierre Bourdieu (1994), no hay que perder de vista
que las prácticas clasificatorias están siempre orientadas hacia la pro-
ducción de efectos sociales. Las clasificaciones contribuyen a producir
aquello que aparentemente describen. Las luchas por la identidad son
un caso particular de las diferentes luchas en torno a las clasificaciones,
luchas por el monopolio del poder de hacer a la gente ver y creer, de
conseguir imponer una definición legítima de la división del mundo
social, de hacer y deshacer grupos. En esta línea están las divisiones
entre nacionales y extranjeros, comunitarios y no comunitarios, extran-
jeros y comunitarios, extranjeros e inmigrantes, legales e ilegales. Re-
presentaciones con las que los actores sociales imaginan y ordenan la
realidad, que a la vez construye la realidad de esas divisiones. “Son nues-
tras formas de hacer, ver y decir las que permiten construir, implan-
tar en lo real, investir figuras y categorías sociales tan variopintas
como el loco, el extranjero, el niño, el salvaje...” (González Placer, 1997:
131-132).

3. Las (in)definiciones del fútbol

Con relación al artículo 48 del Tratado de la Comunidad Europea, “...el
Tribunal de Justicia de las CC.EE. En su jurisprudencia anterior decla-
ró que la actividad de futbolistas profesionales o semiprofesionales cons-
tituye una parte de la actividad económica en el sentido del artículo 2
del Tratado y por consiguiente está sujeta al derecho comunitario...”
(Blanpain y Soriano, 1997:30).

Si prestamos atención al argumento del tribunal, toda su
fundamentación para aplicar el principio de la libre circulación de per-
sonas al ámbito deportivo se basa en la previa definición del deporte
profesional (y en particular del fútbol) como actividad económica.

El Abogado General asimila los clubes a las empresas, las federaciones de fútbol a
asociaciones de empresas y los reglamentos de las federaciones (donde aparecen
recogidas las normas sobre traspasos y las cláusulas de nacionalidad) a decisiones de
empresas. El Abogado General llega a la conclusión de que ambas normas inciden de
manera importante en el libre comercio entre Estados miembros (Blanpain y Soria-
no, 1997:37).

Para la Sentencia Bosman el fútbol es mercado: derecho y cálculo,
sólo eso.

Según lo establecido por los tratados comunitarios, si el fútbol fuera
catalogado como actividad cultural no podría aplicarse el principio de
la libre circulación, ya que la cultura es uno de los ámbitos, junto con el
de la defensa, que no están sujetos a estas normas, por considerarlos
fuera del espacio económico y de incumbencia particular de cada Esta-
do. Precisamente por ello, algunos gobiernos de los países comunitarios



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han solicitado la declaración del deporte como actividad cultural, con
el objetivo de mantener este ámbito fuera de las normativas impuestas
por el tribunal. Incluso, se llevó este tema a la Conferencia
Intergubernamental de Amsterdam en junio de 1997, sin que hasta la
fecha tal iniciativa haya tenido resultado.5 España, Italia, Francia, Por-
tugal y Gran Bretaña –los países que se sienten más afectados por la
nueva normativa– cerraron un pacto en abril de 1998 para pedir que el
deporte obtuviera una consideración excepcional por parte de la UE y
que no fuera tratado como una actividad mercantil (El Mundo, 28 de
abril de 1998).

Ya se han producido algunos movimientos políticos en diversos países de la Unión
Europea para atenuar la invasión que frene a los jugadores nacionales. A finales de
mes habrá una reunión de ministros de Deportes de los Estados miembros en la que
se abordará por primera vez la excepción cultural. (...) Entre tanto, la cantera seguirá
pagando los abusos que los clubes han cometido al amparo de la Ley Bosman (El
Mundo, 12 de mayo de 1999).

En el año 2000 la FIFA y la UEFA buscaban el apoyo del Parlamento
Europeo para que se modificara el Tratado de Amsterdam6 y se otorgara
al fútbol un carácter similar a la actividad cultural, “para acabar con los
efectos de la Sentencia Bosman” (El País, 13 de abril del 2000). El
primer ministro británico Tony Blair, el canciller alemán Gerhard
Schroeder y el presidente de Francia Jacques Chirac se declararon en
contra de la modificación del sistema de traspasos y solicitaron al Eje-
cutivo europeo que “sea comprensivo con las necesidades especiales del
fútbol profesional a la hora de buscar una solución”(El País, 10 de sep-
tiembre del 2000). La secretaría de Estado para el deporte británico
también defendió la especificidad del fútbol y la necesidad de no tratar-
lo como una mera industria económica. En contra de estas argumenta-
ciones, el abogado del Ejecutivo comunitario ha definido a la FIFA como
una asociación de empresas y considera que “La competición deportiva
se ha convertido en un negocio. Los clubes son empresas, y eso nadie lo
pone en duda” (El País, 22 de noviembre del 2000).

Por su parte, las federaciones de fútbol y la UEFA han mantenido
su defensa del cobro por traspasos y de la cláusula de nacionalidad,
sosteniendo que el fútbol es un asunto nacional, que es necesaria la
identificación de los espectadores con los equipos, que la presencia
de jugadores extranjeros reduce la cantidad de puestos de trabajo

5 “Se adjuntará una declaración por la que se reconoce la importancia social del deporte y en
particular ‘su papel de fermentar la identidad y las relaciones entre los pueblos’. Con ello, se trata de
dar un carácter específico al deporte en las reglas generales del Tratado, pero la declaración no tiene
fuerza suficiente como para contrarrestar la llamada sentencia Bosman, que obliga a que los clubes
consideren jugadores nacionales a los de otros países del a UE” (El Mundo,  18 de julio de 1997).

6 El Tratado de Amsterdam (1997) es una actualización del Tratado de Maastrich (1992).



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   63

disponibles para los jugadores del país y que la escasa presencia de
los jugadores nacionales en las ligas locales afectará la composición
del equipo nacional.

Michel Raspaud (1992) señala que los discursos que provienen de las
instituciones oficiales y de los comentaristas deportivos (periodistas es-
pecializados) asumen un rol ideológico. Ideológico, porque producen, a
su vez, un discurso normalizado que crea opinión, ya que tiene una
amplia difusión en la prensa escrita (lo que no significa que sea homo-
géneo). Pero, sobre todo, este discurso es legítimo y eficaz porque pro-
viene de un lugar autorizado: “...les  rapports de communication que
son les échanges linguistiques son aussi des rapports de puvoir symbolique
où s’actualisent les rapports de force entre les locuteurs ou leur groupes
respectifs”.7

Esta clave de lectura ofrece los primeros resultados. Examinando los
discursos sociales que circulan en la prensa escrita a propósito del Caso
Bosman, se puede observar el despliegue de distintas estrategias
argumentativas que buscan imponer una definición de la actividad de-
portiva que se articule con la defensa de unos intereses determinados.
La definición del fútbol como actividad económica abre la puerta al
derecho de libre circulación de los jugadores comunitarios, en tanto
que trabajadores, y anula los límites por nacionalidad aplicados ante-
riormente. La visión del fútbol como actividad cultural, con fuerte an-
claje territorial, supone la defensa de ese espacio deportivo como ámbi-
to de expresión de una identidad local o nacional, donde la presencia de
los jugadores considerados extranjeros se vería limitada. Podría hablar-
se, entonces, de la existencia de enfrentamientos discursivos, de relacio-
nes de fuerza que se manifiestan a través de la confrontación de distintas
definiciones de la realidad futbolística. El seguimiento de esta disputa
discursiva hace evidente la existencia de un conflicto de intereses entre
los diversos actores que conforman la sociedad deportiva.

En las declaraciones de estos actores podemos localizar, por un lado,
un discurso que reivindica al fútbol como actividad sujeta a las leyes del
mercado. Dice un representante del club Real Madrid:

¿Puede seriamente defenderse el profesionalismo a todos los niveles de los jugadores
y pretender al mismo tiempo medidas proteccionistas que impidan la libre compe-
tencia? (...) La defensa del profesionalismo a ultranza lleva aparejada la defensa del
concepto de la superioridad de los mejores, y ese concepto no conoce nacionalidades
ni países. Los aficionados exigen cada día más un mejor espectáculo y que su equipo
gane, y acoge a sus ídolos sin discriminación de color, raza o pasaporte.8

7 Pierre Bourdieu, Ce que parler veut dire. Léconomie des échanges linguistiques, París, Fayard,
1982 (citado en Raspaud, 1992:329).

8 Juan Onieva, tesorero del Real Madrid y miembro de la comisión de la liga (El País, 26 de
agosto de 1997). El Real Madrid es uno de los clubes más importantes y con un gran
número de jugadores extranjeros.



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Por otro lado, un relato que defiende su particularidad, en tanto acti-
vidad cultural, como exponente de una identidad específica:

Los vizcaínos siguen siendo el único club que no admite en sus filas jugadores extran-
jeros debido a su particular política de alinear únicamente futbolistas nacidos en
Euskadi. Esta manera de entender el deporte como exponente de unos valores y
cultura propia, en la que la tradición se sitúa por encima de cualquier otra premisa,
encuentra este año un  nuevo escollo con la “Ley Bosman” (El Mundo, 26 de agosto
de 1996).

Es importante aclarar que ninguno de los actores lleva hasta las últi-
mas consecuencias su posición en cuanto a la definición del fútbol. Las
cosas son bastante más complejas. Por ejemplo, el TJCE no interfiere en
la regulación de la presencia de extranjeros no comunitarios por consi-
derarla “de jurisdicción deportiva”, pero lo cierto es que la cláusula del
límite por nacionalidad con respecto a los comunitarios también era
considerada de jurisdicción deportiva hasta que, con la Sentencia
Bosman, dejó de serlo. Lo mismo se puede aplicar para el caso de las
selecciones nacionales, que el tribunal define de “interés deportivo”, sin
dejar muy claro a qué se refiere con ese término. “La discriminación por
razones de nacionalidad en el deporte ha terminado, no hay nada que
esperar ni negociar. (...) Las restricciones sólo son aceptables en parti-
dos entre selecciones nacionales y con base en el interés deportivo”.9 Lo
mismo es aplicable a los dirigentes de los clubes, que tan pronto recu-
rren a los sentimientos regionales o nacionalistas, como hacen hincapié
en la necesidad de triunfos y resultados.

Joseph Luis Núñez ha modificado su discurso en apenas un año. Sus encendidos
elogios a la cantera del Barcelona han dejado paso a una reconocida apuesta del club
por reforzarse con los mejores jugadores del mercado europeo. “Hace dos años que
no ganamos ningún título y la filosofía del Barcelona es la de tener jugadores indiscu-
tibles. (...) No podemos pedir a los jugadores que salen de la masía que sean mejores
que aquellos que llevan siete temporadas en el primer equipo” (El Mundo, 6 de
septiembre de 1996).10

Toda esta ambigüedad se va poniendo de manifiesto a medida que los
distintos actores van cambiando sus posiciones según la nueva situación
y la relocalización de sus intereses.

En este sentido, las adscripciones y definiciones parecen estar fuerte-
mente influidas por las apuestas que los distintos actores realizan en el
campo de juego.

  9 Comisario europeo de Asuntos Sociales (El Mundo, 10 de enero de 1996).
10 Joseph Luis Núñez fue presidente del Fútbol Club Barcelona.



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   65

4. Jugadores españoles: la defensa de lo nuestro

En un artículo aparecido en el diario El Mundo el 16 de diciembre de
1995, se informa de la sentencia del Tribunal de Justicia y se presenta
este fallo como “una victoria para los deportistas profesionales”. Allí
mismo se anuncia que la Federación Internacional de Futbolistas cele-
brará el 30 de abril de 1996 un partido en homenaje a Bosman en
España. La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) fue una de las que
más apoyó al jugador belga a lo largo de sus años de litigio. En general,
todos los sindicatos de futbolistas europeos aplaudieron la sentencia, al
tiempo que las distintas federaciones, la UEFA y la misma Fédération
Internationale de Football Association (FIFA) veían la nueva normativa
como una catástrofe: “La UEFA considera aberrante que un equipo como
el Real Madrid, que representa a España en la Liga de Campeones,
disputara el torneo con una mayoría de futbolistas daneses, por ejem-
plo” (El País, 10 de enero de 1996).11

El 11 de marzo de 1996 los jugadores italianos convocan a una huelga
por las consecuencias de la Sentencia Bosman (El Mundo, 12 de marzo de
1996). Un año después, la Federación Española de Fútbol prohíbe el ho-
menaje al jugador belga (programado para el 27 de abril) argumentando
que “el partido debería jugarse en otro país, como Francia o Luxemburgo, y
nunca en España, puesto que es el país más perjudicado por la sentencia”
(El País, 25 de marzo de 1997). La AFE, por su parte, tampoco estaba de
acuerdo con el encuentro. ¿Qué había cambiado en ese tiempo?

El apoyo de los jugadores a Jean Marc Bosman se vinculó principal-
mente con su litigio contra el cobro de primas por traspasos (que fue el
motivo por el que se inició la demanda), pero no habían tenido en
cuenta las posibles consecuencias de la anulación de los límites por
nacionalidad. Los comentaristas deportivos, los jugadores, los represen-
tantes de la Federación comienzan a alertar sobre la posible “avalancha”
de jugadores extranjeros comunitarios habilitada por la nueva normati-
va. “(...) quiero que los clubes españoles se den cuenta del daño que
pueden hacer a la Selección Española. Lo progresista no es la sentencia
sino la identificación del pueblo español con su selección.”12 A lo largo
de 1996 se instala un nuevo tema en los programas televisivos de de-
portes: la invasión de jugadores extranjeros en el fútbol español.

Los clubes españoles, por su parte, mantuvieron sus políticas de fichaje y
la mayoría de los jugadores extranjeros contratados eran futbolistas sin pa-
saporte comunitario. Sudamérica y el este de Europa continuaron siendo

11 Algo así sucedió en la Eurocopa 1998: el Real Madrid ganó con sólo cuatro jugadores
españoles, pero eso no impidió que sus seguidores festejaran la victoria y que muchos dirigentes
deportivos y políticos, como el Alcalde de Madrid, e incluso el Rey Juan Carlos de Borbón, lo
definiera como un triunfo de toda España.

12 Ángel Mª Villar, Federación Española de Fútbol (El Mundo, 20 de febrero de 1996).



66   MIGRACIONES INTERNACIONALES

los lugares preferidos para adquirir refuerzos.13 Los reclamos de los jugado-
res españoles se dirigieron contra lo que consideran un excesivo número de
jugadores no comunitarios. Incluso, llegaron a convocar a un paro por este
motivo en agosto de 1997.14  Si bien la Sentencia Bosman no interviene en
la contratación de futbolistas no comunitarios, la vinculación ha quedado
establecida, y desde entonces, cada vez que se menciona la presencia de
jugadores extranjeros (comunitarios o no comunitarios), se hace referencia a
dicha normativa. “Esta temporada será recordada por la ‘sentencia Bosman’
que permitirá la presencia de un número ilimitado de jugadores comunita-
rios en las plantillas de los equipos, además de ampliar a seis el cupo de
extranjeros sin este requisito” (El Mundo, 29 de agosto de 1996).

A lo largo de estos años la presencia de jugadores no comunitarios en los
clubes del fútbol español parece haberse transformado en una cuestión de
Estado. En abril de 1999 todos los grupos parlamentarios llamaron al go-
bierno a mediar entre las partes para alcanzar un acuerdo en relación con el
límite de jugadores no comunitarios. El 28 de mayo de 1999 la Federación
Española de Fútbol, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y la liga
de clubes alcanzaron un acuerdo que disminuye el número de licencias
para los no comunitarios: cinco a partir de la temporada 2000-2001 en
primera división, cuatro en las tres temporadas siguientes y tres en la 2004-
2005, con un máximo de tres jugando de forma simultánea.

Al igual que no existe una política de inmigración común, ni un cri-
terio único de acceso a la nacionalidad entre los distintos países miem-
bros de la UE, tampoco hay una directiva para limitar (o no) el número
de jugadores no comunitarios. Por el contrario, Francia ha aumentado a
cinco el numero de jugadores no comunitarios alineados en el campo
de juego. En Inglaterra y en Grecia no hay un cupo para la contratación
de no comunitarios, pero en los partidos sólo pueden jugar tres y seis
extranjeros, respectivamente. En Italia, antecediendo la entrada en vi-
gor de una nueva ley de extranjería más restrictiva, la contratación de
futbolistas no comunitarios ha quedado bloqueada a partir del 31 de
agosto de 2002.15 Holanda, Bélgica y Portugal no tienen ningún tipo

13 “El número total de jugadores foráneos se acerca a 150, lo que supone un extranjero por cada
tres españoles. Curiosamente, sólo 37 de ellos pertenecen a la Unión Europea, por lo que los
efectos del ‘Caso Bosman’ se ven mitigados” (El Mundo, 29 de agosto de 1996).

14 “Los futbolistas convocan a un paro general y ponen en peligro el arranque de la liga. Los
jugadores reivindican una reducción de los jugadores no comunitarios, a la que se oponen los
clubes. (...) ‘Son demasiados y los clubes se han gastado mucho dinero en fichajes injustificados.
Un deporte capta adeptos cuando tiene éxitos y, sobre todo, si son firmados por españoles. Si no
ponemos medidas, no se tardará mucho tiempo en que los españoles brillen por su ausencia en
Primera. Basta leer las alineaciones.’” (Gerardo González Movilla, presidente de AFE, en El País,
26 de agosto de 1997).

15 “La campaña en contra de la contratación de jugadores extracomunitarios cobró fuerza cuando
Italia fue eliminada de la Copa Mundial en la segunda ronda. Muchos adujeron que ello
respondió en parte a que no surgen nuevos valores porque el balompié italiano está saturado de
extranjeros” (http://espanol.sports.yahoo.com/020717/1/c6zh.html).



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   67

de limitaciones. Sin embargo, la AFE, la federación y algunos periodistas
continúan insistiendo en la necesidad de modificar la Sentencia Bosman
en nombre del futuro del fútbol español y sus canteras.

El recurso implícito a las dimensiones simbólicas de los equipos de
fútbol es la única justificación que han encontrado los jugadores espa-
ñoles y la federación para intentar limitar el número de trabajadores
extranjeros que pueden contratar ese tipo peculiar de empresas euro-
peas que son el Atlético de Madrid o el Barça.

La retórica de la invasión

Este trabajo no pretende comparar la situación de los jugadores no co-
munitarios con la de otro tipo de trabajadores migrantes. De hecho,
nunca se habla de ellos como inmigrantes, aunque legalmente lo sean,
sino como extranjeros o no comunitarios, probablemente porque no
responden a la imagen de esta figura social, relacionada principalmente
con trabajadores poco calificados de África subsahariana, el Magreb y
América Latina (Gil Araújo, 2002).

Pero a pesar de las diferencias que puedan existir entre una y otra
realidad, lo sugerente es que los actores de la sociedad futbolística con-
vocan los mismos fantasmas que aparecen en muchos de los discursos
relacionados con la presencia de inmigrantes de países del llamado Ter-
cer Mundo. Los distintos actores del ámbito futbolístico, al referirse al
supuesto peligro que entrañan los jugadores extranjeros en los clubes
españoles, reproducen los tópicos construidos en torno a la figura social
del inmigrante no comunitario: la idea de “invasión”, el problema de la
cantidad, la barrera de las diferencias culturales, la defensa de la identi-
dad cultural y nacional y el problema del desempleo. Incluso, se cues-
tionan los acuerdos de doble nacionalidad entre España y algunos paí-
ses de América Latina.

El fútbol como trinchera: la cultura local en peligro de extinción

El análisis de los discursos sociales acerca de la presencia de jugadores
extranjeros en los clubes de fútbol español devela el carácter contingen-
te, ambiguo y cambiante de los procesos identitarios. La Sentencia
Bosman problematiza el límite del “nosotros” y acrecienta la ambigüe-
dad de su definición. Esta contingencia se ve pronunciada por el fuerte
anclaje local de los equipos y los jugadores del Estado español.

En los textos analizados es posible observar un constante desplaza-
miento de las identificaciones de los futbolistas, que se definen como
vascos, catalanes, españoles o europeos, según el momento y la situa-



68   MIGRACIONES INTERNACIONALES

ción. El término “extranjeros” es utilizado de forma confusa, ambivalente
y contradictoria. Algunas veces engloba a todos los no nacionales y en
otras se refiere exclusivamente a los no comunitarios. En ciertas oportu-
nidades se habla de los jugadores de otros Estados de la UE como “co-
munitarios”; en otras, se les define como “extranjeros”.16 En este senti-
do, es interesante leer detenidamente los comentarios de algunos
periodistas cuando se refieren a la peculiar política de fichaje del Athletic
de Bilbao: “Los vizcaínos siguen siendo el único club que no admite en
sus filas jugadores extranjeros, debido a su particular política de alinear
únicamente futbolistas nacidos en Euskadi” (El Mundo, 26 de agos-
to de 1996). En principio, no queda muy claro qué abarca el térmi-
no “extranjeros”, porque lo cierto es que el Athletic de Bilbao no
ficha a ningún jugador que no sea de la cantera del club o de origen
vasco, por lo cual puede contratar a un ciudadano argentino o francés
de origen vasco, mientras se quedan fuera los nacidos en León, Málaga
o Barcelona.

Los futbolistas españoles, su representante sindical, el ex selecciona-
dor nacional Javier Clemente y los cronistas deportivos, coinciden en
relacionar la presencia de jugadores extranjeros con un problema de
cantidad.17 Con base en la representación de la llegada de extranjeros a
los clubes locales como una invasión,18 el discurso de los futbolistas
españoles define esa presencia como una amenaza para la identidad cul-
tural y nacional, entendiendo a la selección como baluarte de esos valo-
res. Si bien la Sentencia Bosman no interfiere en la formación de las
selecciones nacionales, algunos actores de la sociedad deportiva asegu-
ran que la presencia masiva de jugadores foráneos limita la posibilidad
de desarrollo de los jugadores de las canteras (fuerzas inferiores) de los
clubes nacionales, lo que a su vez menoscaba el nivel de los jugadores de
la selección. La Federación Española de Fútbol y el Consejo Nacional
de Deportes “han aireado razones patrióticas para alertar del peligro
que supone un ‘irremediable’ ahogamiento de la Selección Española y
del fútbol de cantera” (El País, 20 de enero de 1998).19

16 “A la Federación le sigue costando pensar que un señor de Francia es igual que uno de
Cuenca” (Gerardo González Movilla, presidente de la AFE, en El País, 30 de agosto de 1997). “La
Asociación de Futbolistas Españoles no está contra la libre circulación de comunitarios, pero
quiere una reducción de extranjeros  y un control de calidad de los foráneos: que todos los que
lleguen a España hayan sido internacionales” (El País, 28 de abril de 1998).

17 “La AFE y la Federación decidieron pedir a la administración que tome medidas contra lo que
consideran ‘inaceptable invasión de extranjeros’ en el fútbol español..” (El País, 30 de agosto de
1997). “¿Verdaderamente hacen falta tantos extranjeros en los clubes españoles?”( Javier Clemente,
El País, 23 de enero de 1998). “La selección se une para defender a Guillermo Amor y criticar el
exceso de jugadores foráneos. (...) Raúl pidió a los clubes que recapaciten y vean hasta dónde
quieren llegar con la masiva llegada de jugadores extranjeros” (El  País, 2 de junio de 1998).

18 La reiterada utilización de esta metáfora, cuando se abordan temas vinculados a la  inmigración en
España, ha sido señalada, entre otros, por Santamaría (2002), Peñamarín (1997) y Alvite (1995).

19 “Vamos a decirle a los clubes que estamos cargándonos el fútbol español y potenciando las
canteras extranjeras” (Gerardo González Movilla, El País, 20 de enero de 1998).



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   69

Desde esta perspectiva, la Sentencia Bosman no sólo afecta el nivel de
juego de la selección; también apunta al corazón de la convivencia en
los clubes, ya que, según el relato de algunos actores, los extranjeros
desconocen la esencia de los equipos en los que juegan, y eso, al parecer,
dificulta la relación y el entendimiento entre los jugadores. La diferen-
cia de origen aparece en el discurso de José María Bakero, entonces ju-
gador del Fútbol Club Barcelona, como barrera para el entendimiento:

Dicen que la Ley Bosman ha cambiado la configuración de los equipos, pero eso no
sólo ha pasado en el campo, sino también en los vestuarios. La convivencia es ahora
totalmente distinta, y ese consenso que había antes es muy difícil, por no decir
imposible, de conseguir ahora. El Barcelona, por ejemplo, está lleno de extranjeros
que todavía desconocen totalmente la propia naturaleza del Barça (El Mundo, 4 de
noviembre de 1996).

Continuando con el repertorio del peligro que encarnan los jugadores
extranjeros, nos encontramos con uno inesperado:

La Liga habla idiomas, después de que los dirigentes españoles le hayan sacado todo
el jugo a la “Sentencia Bosman”. La multiplicación de extranjeros ha engordado las
plantillas, no siempre para darles salud. Casos como el del Depor, con 16 jugadores
no nacidos en España, han activado la alarma del sindicato de futbolistas. En las
porterías no se habla castellano (El País, 9 de diciembre de 1996).

El Estado español y su liga de fútbol se presentan como monolingües,
de habla castellana. Los extranjeros amenazan también la identidad y
homogeneidad lingüística en un Estado que reconoce como oficiales
cinco lenguas distintas.20 El debate en torno a la presencia de jugadores
extranjeros también se conecta con la aparente dicotomía fútbol-cultu-
ra/fútbol-empresa, o lo que se podría denominar fútbol sentimiento/
fútbol rendimiento:

La trayectoria del Athletic en las dos últimas temporadas ha resucitado de lleno el
debate sobre la contratación de extranjeros. Julen Guerrero tomaba partido el pasa-
do viernes con unas declaraciones en las que sugería a la afición que eligiese entre
pasar apuros para mantener la categoría o fichar extranjeros para ganar competitividad.
(...) No hace falta recurrir a razones puramente sentimentales, de por sí más que
suficientes, para justificar una política tan hermosa. Existen argumentos suficientes
para combatir de forma más prosaica el pragmatismo (El Mundo, 17 de sptiembre
de 1998).

Según el panorama que dibuja el cronista, los clubes que contratan
extranjeros apuestan por los resultados, pura economía de mercado. En
cambio, el Athletic de Bilbao aparece como el baluarte de la defensa de

20 Una de ellas el gallego, hablado en Galicia, donde está la sede del Depor, Deportivo de La Coruña.



70   MIGRACIONES INTERNACIONALES

los valores y sentimientos locales, el representante más acabado del fút-
bol entendido como práctica cultural.

Acuerdos de nacionalización: la trama oculta

La paulatina configuración de los jugadores sudamericanos como ame-
naza  primordial para el futuro del fútbol español devela el trasfondo de
esta encarnizada defensa de lo nacional. América del Sur y Europa del
Este han sido, hasta hace dos años, los principales mercados de fichaje
de los clubes españoles.

La Sentencia Bosman se presenta, en diversos artículos, en conexión
con los acuerdos de nacionalización entre España y algunos países
sudamericanos. La legislación española permite la nacionalización
de los ciudadanos  de origen iberoamericano, sefardí, portugués,
guineano y filipino, después de dos años de residencia legal y continua-
da en su territorio, mientras que en los otros casos el tiempo requerido
es de diez años. Existen también acuerdos de doble nacionalidad con
los gobiernos latinoamericanos, lo que facilita el proceso de naciona-
lización, al no haber obligación para los interesados de elegir o re-
nunciar a su nacionalidad de origen. En el ámbito del fútbol, estos
tratados abren la posibilidad de que los jugadores sudamericanos,
después de dos años de residir en España, puedan jugar sin ocupar
plaza de extranjero, tanto en la península como en el resto de los países
comunitarios.

Pero esta normativa no tiene relación con la llamada Ley Bosman; es
aplicable a toda clase de trabajadores y está vigente desde mucho antes
de dicha sentencia. Sin embargo:

Otro de los efectos secundarios de la Sentencia Bosman es la fiebre de las nacionali-
zaciones. Esta dependencia de los extranjeros puede ser un arma de doble filo sobre
todo cuando sus selecciones disputen competición. El riesgo de la apertura de fron-
teras se ha materializado demasiado pronto (El Mundo, 29 de agosto de 1996).
(...)

Es necesaria una reducción drástica de extranjeros. Vivimos en una realidad legal con
la Sentencia Bosman y los convenios de nacionalización con Sudamérica. Con esto no
va a haber sitio para los futbolistas nacionales (Gerardo González Movilla, El País, 23
de agosto de 1997).

Esta alarma con respecto a los acuerdos de doble nacionalidad no sólo
la encontramos en las declaraciones de los jugadores y sus representan-
tes. Un artículo aparecido en la revista Temas Laborales. Revista Andalu-
za de Trabajo y Bienestar Social desarrolla un análisis de las implicaciones
de la Sentencia Bosman que guarda una sintonía asombrosa con las
opiniones reproducidas anteriormente:



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   71

...la problemática situación que se puede plantear en el sector del deporte profe-
sional si tenemos en cuenta que gran número de países mantienen un régimen de
tratados de doble nacionalidad con Estados miembros de la CE –supuesto para-
digmático el de España– con lo que sus nacionales tendrán la posibilidad de
adquirir el “status” jurídico de nacional de un país comunitario (...) Y en el
concreto plano del fútbol esta situación no deja de ser de plena vigencia, por
cuanto los países iberoamericanos, que sí disfrutan de dichos tratados tanto con
España como con Portugal, constituyen una “potencia” en este sector concreto
del deporte... (García Jiménez, 1996:175).
(...)
...según acredita un dato de la experiencia, no son siempre los deportistas de la
Europa Comunitaria los mejor cualificados para la práctica de ciertas modalidades
deportivas (...) razón por la cual es muy elevado el número de contrataciones de
deportistas de terceros países (...) Terceros países que a su vez reúnen dos datos a
destacar, cuales son, el de ser países poco desarrollados económicamente y ser “bene-
ficiarios” de las legislaciones “flexibles” sobre nacionalidad de los Estados comunita-
rios. Con lo que no es ninguna hipótesis meramente especulativa el afirmar que uno
de los efectos que se intenta evitar con la libre circulación (“el dumping social”) se vea
con mayor acento remarcado en este concreto ámbito del deporte (García Jiménez,
1996:176).

El autor de este artículo desarrolla toda su argumentación contra la
Sentencia Bosman con la consideración de que el fútbol, incluso el pro-
fesional, es algo más que una actividad empresarial. Pero a la hora de
alertar sobre los peligros de la articulación entre dicha sentencia y los
acuerdos de nacionalización, recurre a la lógica económica, reclamando
la aplicación de medidas proteccionistas al ámbito deportivo. Comien-
za por señalar la supremacía de los deportistas extranjeros no comunita-
rios en determinadas disciplinas, para luego advertir de los efectos per-
niciosos que podría tener un fichaje incontrolado de jugadores
extracomunitarios, teniendo en cuenta que los países de origen de estos
jugadores suelen ser “pobres”.

En definitiva, lo que García Jiménez nos está diciendo es que, en el
caso de España, los jugadores latinoamericanos, por los acuerdos de
doble nacionalidad, ejercen una competencia desleal (dumping social),
ocupando los puestos de trabajo de los deportistas locales, porque son
mejores, pero también porque son “de países económicamente poco
desarrollados”, cobran menos y se aprovechan de las bondades que la
Unión Europea reserva a sus ciudadanos.

Conclusiones

La Sentencia Bosman se perfila como un ejemplo de los conflictos que
puede generar la configuración normativa de una identidad territo-
rial que tiene como principal sustento una comunidad económica. La
construcción de una ciudadanía europea se presenta vinculada a la pre-



72   MIGRACIONES INTERNACIONALES

tensión de consolidar un espacio homogéneo en el interior de la Unión
con el impulso de una identidad común.21 El Tribunal de Justicia, am-
parándose en el carácter económico de la actividad deportiva profesio-
nal, produce un efecto político. Y es que a pesar de su pretendido asce-
tismo la economía siempre es política, y la Sentencia Bosman lo pone
de manifiesto.

Pero la Ley Bosman no sólo establece la suspensión de una diferencia;
al mismo tiempo –y como parte del mismo proceso– inaugura una
clasificación, divide lo que antes estaba agrupado bajo un mismo nom-
bre. Impone, por una parte, la aceptación de todos los jugadores de la
UE como jugadores nacionales; esto es: crea la categoría de jugadores
comunitarios. Por otro lado, refuerza la frontera entre los jugadores del
espacio europeo y los que provienen de otros Estados, delineando el
concepto de jugadores extracomunitarios. Como reflejo de este proceso,
en marzo de 1998 el diario El País clasificaba por primera vez los goles
de la liga, según el origen de los jugadores, en españoles, extranjeros, y
comunitarios y nacionalizados (El País, 16 de marzo de 1998). Desde
entonces solo serán considerados jugadores extranjeros los originarios
de países no comunitarios.

Pero las cosas no son tan simples. Uno de los primeros efectos de la
Sentencia Bosman fue, justamente, la problematización de la categoría
jugadores comunitarios. El 15 de noviembre de 2000 un juzgado espa-
ñol reconocía el derecho de jugar como comunitaria a la baloncestista
polaca Lilia Malaja. Dos años antes, un tribunal belga se pronunció a
favor de la demanda del futbolista húngaro Tibor Balog (cuyo represen-
tante legal fue Jean Louis Dupont, el abogado de Jean Marc Bosman)
en contra del cobro por traspasos. Así, tanto la Sentencia Malaja, cono-
cida como la Ley Bosman del Este, como el Caso Balog, llamado Bosman
bis, aplicaron el derecho de libre circulación a trabajadores de terceros
países, permitiendo que los denominados “comunitarios B”, deportis-
tas nacionales de países que han suscrito acuerdos de asociación o de
colaboración con la UE, dejen de ser considerados extranjeros en las
competiciones deportivas organizadas en territorio comunitario. Para
ello se han tenido en cuenta los acuerdos de asociación y de colabora-
ción firmados entre la UE y los países de Europa del Este y algunos
Estados de la ex URSS y del Magreb.22 Estos acuerdos impiden cualquier
tipo de discriminación dentro del territorio comunitario a los traba-
jadores provenientes de estos países. En el deporte profesional espa-

21 “El deporte constituye un instrumento apto para fomentar y difundir la identidad europea.
La actividad de la CE para fomentar la integración europea a través del deporte debe estar orientada
a hacer ‘vivir’ el ideario europeo antes que a hacer propaganda para el mismo” (ibidem, p. 229).

22 La UE tiene firmados acuerdos de este tipo con Turquía, Hungría, Bulgaria, Eslovaquía,
República Checa, Rumania, Lituania, Estonia, Letonia, Eslovenia, Ucrania, Rusia, Moldavia,
Kazajstán, Kirguizistán, Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbayán, Uzbekistán, Marruecos, Túnez
y Argelia.



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   73

ñol otras sentencias han seguido el mismo criterio: los casos del estonio
Karpin y el checo Kouba en fútbol, y del turco Mills, el esloveno
Milic y los lituanos Timinskas y Stombergas en baloncesto (Alonso
Martínez, 2001).

Muchos futbolistas latinoamericanos han visto facilitadas las posibili-
dades de obtener un pasaporte comunitario al tener antepasados euro-
peos, mayoritariamente españoles e italianos.23 Pero en algunos casos
esos pasaportes (y sus orígenes) resultaron ser falsos. Italia, Portugal y
Grecia han sido los principales proveedores de estas dobles nacionalida-
des. Como en otros casos de inmigración ilegal, el periódico inglés The
Guardian señaló al crimen organizado y a la mafia rusa como responsa-
bles de la venta de estos documentos (The Guardian, 9 de febrero de
2001). El conflicto de los pasaportes falsificados, penúltimo episodio
del nuevo escenario configurado por la saga Bosman, ha expresado cla-
ramente el valor económico de las ciudadanías.

La construcción del espacio europeo y el impulso de la libre circula-
ción de personas han generado la aparición de un nuevo eje diferenciador,
al equiparar los derechos de los ciudadanos de la Unión y reforzar la
distinción entre estos ciudadanos y los ciudadanos no comunitarios.
Estos cambios también han tenido un efecto clasificatorio y han garan-
tizado una desigualdad en el ejercicio de los derechos económicos, po-
líticos y sociales. Así se propicia la existencia de categorías de personas
que poseen distintos tipos de derechos según la zona geográfica de pro-
cedencia. Esto es, en parte, producto del carácter decimonónico de la
ciudadanía europea, que sigue vinculada con la nacionalidad, en tanto
son consideradas ciudadanas europeas las personas que poseen la nacio-
nalidad de algunos de los Estados comunitarios. Ya no se trata de la
vieja dicotomía extranjeros-nacionales; estamos ante un proceso de
jerarquización de las nacionalidades, reflejo del poder/valor de cada país
en el ámbito internacional. La libertad de movimiento, en tanto que
mercancía escasa distribuida de manera desigual, se ha convertido en
un factor de estratificación preponderante con el que se construyen y
reconstruyen las nuevas jerarquías sociales, económicas, políticas y cul-
turales a escala mundial (Bauman, 1999).

En este escenario, un pasaporte da acceso, no sólo a determinada cali-
dad de educación, atención sanitaria o beneficios sociales; también otorga
derecho a la participación política y abre la puerta a mejores condicio-
nes laborales (FitzGerald y Cuesta-Leiva, 1997). La falsificación de pa-
saportes revela el valor de la ciudadanía como bien económico. En el
ámbito del fútbol, el hecho de que un jugador sea reconocido como
comunitario aumenta notablemente su valor en el mercado futbolísti-

23 España otorga la ciudadanía a los hijos de españoles, mientras Italia reconoce como ciudadanos
a los hijos y nietos de italianos nacidos en el extranjero.



74   MIGRACIONES INTERNACIONALES

co. Cuando el jugador estonio Varin Karpin, del club Celta de Vigo,
obtuvo la licencia de jugador comunitario –debido a los acuerdos de
colaboración–, se calculaba que la renovación de su contrato aumenta-
ría en más de tres millones de euros. “‘Es comunitario’, gritaba como
principal argumento de venta el intermediario. ‘¿Tiene pasaporte euro-
peo?’, preguntaba el presidente del club antes de saber si era zurdo o
derecho, delantero o portero el fenómeno del que le hablaban” (El País,
4 de noviembre del 2000).

Al analizar las declaraciones y opiniones de los actores del mundo
deportivo, la presencia de jugadores extranjeros se dibuja, básicamente,
como una amenaza. Invasión o avalancha son las metáforas más utiliza-
das para dar cuenta del “excesivo número”, “la masiva llegada” o “la
inaceptable cantidad” de extranjeros en los campos de fútbol locales. El
núcleo en peligro vuelve a ser la “identidad nacional”, esta vez encarna-
da por las canteras y por la selección nacional.

Como hemos visto, las figuras que personifican la real dimensión de
esta “avalancha” son los jugadores de Europa del Este y los sudamerica-
nos, estos últimos atrincherados tras los acuerdos de nacionalización
entre España y algunos países de América Latina. Ya lo advirtió Javier
Clemente, ex entrenador de la Selección Española de Fútbol: “El Caso
Bosman favorece en especial a los jugadores sudamericanos que inten-
tan lograr la doble nacionalidad” (El Mundo, 27 de febrero de 1996). En
pocas palabras, lo que la AFE exige es un cierre de fronteras en nombre
de “lo nuestro”; algo así como la aplicación de la restrictiva legislación
de inmigración española al ámbito del fútbol. Y es que, como sostiene
su presidente, Gerardo González Movilla: “Esto no sólo ocurre en el
fútbol. Cuando el paro crece en un país, se controla la inmigración...”
(El Mundo, 28 de agosto de 1997).

Fútbol y Patria. Los futbolistas españoles recurren constantemente a la
defensa del fútbol en tanto bien común de interés general como único
argumento para justificar su reclamo: reducir  y limitar el número de
jugadores no comunitarios. Pero ¿cuál es el criterio para fijar ese núme-
ro? ¿Cuál es el “límite de tolerancia” para los jugadores extranjeros no
comunitarios sin que su presencia se convierta en una amenaza? Es más,
¿por qué se señala la presencia de jugadores extracomunitarios como “el
problema” del fútbol español mientras va creciendo el número de los
comunitarios? ¿Qué es lo que diferencia a unos de otros? Esta idea del
límite o umbral de tolerancia es una imagen recurrente en los discursos
que problematizan la presencia de población inmigrante no comunita-
ria: límites cuantitativos, respondiendo al cuántos, pero también lími-
tes cualitativos, respondiendo al quiénes. ¿Qué orígenes? Con base en
estos criterios, no sólo se elaboran discursos y se vierten opiniones,
sino que se diseñan e implementan políticas de intervención (Gil
Araújo, 2002).



 FÚTBOL Y MIGRACIONES EN LA EUROPA COMUNITARIA   75

Lo peligroso de esta defensa de lo nacional es que los discursos que
giran en torno a la presencia de extranjeros no comunitarios quedan
entrelazados con los fantasmas del miedo; en esta oportunidad, en uno
de los espacios rituales de mayor influencia en los procesos de identifi-
cación. “A través del fútbol no sólo es posible encontrar un conjunto de
símbolos que ayudan a pensar y categorizar relaciones sociales y repro-
ducirlas, sino que también esto tiene consecuencias sobre la manera en
como los actores sienten, ven, perciben el mundo que les rodea” (Archetti,
1984:4).

El triunfo de la Selección Francesa de Fútbol en el Mundial de 1998,
con jugadores de origen argelino, armenio, argentino, vasco-francés y
antillano, impulsó el proceso de regularización de más de 70 mil
inmigrantes sin papeles (El País, 20 de julio y 7 de agosto de 1998). Sami
Naïr, ex delegado interministerial para el Codesarrollo y las Migracio-
nes Internacionales de Francia, declaraba entonces que el Mundial de
Fútbol había hecho más por la inmigración que 10 o 15 años de políti-
cas de integración (Diario de Girona, 17 de julio de 1998). Esperemos
que la retórica de la invasión del fútbol español no sirva para resquebra-
jar la convivencia en un país que aún se está estrenando como receptor
de población, ni eleve aún más los tenebrosos muros de la frontera sur
de Europa.

Lo desarrollado hasta aquí ha ido perfilando los procesos de demarca-
ción de pertenencias como el resultado de un entramado de relaciones
sociales, de relaciones de poder, entre las cuales las formas de gobierno
y de clasificación tienen un papel primordial. Esta concepción de la
identidad como proceso da una imagen dinámica de su cristalización,
no exenta de contradicciones, cambios y desplazamientos. Los patrones
de inclusión y exclusión, la fijación de la unidad y la diversidad, se
presentan como el efecto de múltiples prácticas que trabajan para fijar
la unidad del interior y desplazar las disrupciones y los peligros hacia
afuera. El proceso de producción de identidades está vinculado con la
construcción de categorías (de diferencias) y el establecimiento de fron-
teras. Se identifica para separar.

Las fronteras, tanto materiales como simbólicas, son construcciones provisio-
nales. Es en los márgenes donde el sentido de la identidad es subvertido,
poniendo de relieve su constante necesidad de producción y reproducción.
Contrariamente a la idea que traza los contornos de la identidad y la cultura
como esencias, reivindicar el carácter contingente de toda identidad, pen-
sarla como una coproducción resultado del entramado de diversos proce-
sos, puede ayudar a captar mejor la complejidad de la construcción de los
espacios supranacionales, los movimientos de población y su efecto en la
configuración de las identidades colectivas.

La tematización de la identidad como problema da cuenta de la exis-
tencia de momentos de crisis y de tensión, de cambios y transformacio-



76   MIGRACIONES INTERNACIONALES

nes. El Caso Bosman pone de manifiesto el entrecruzamiento de dos
procesos con fuerte incidencia en lo que se refiere a la problematización
de las identidades. Por una parte, el proceso de integración regional;
más concretamente, la construcción del espacio europeo como realidad
política, lo que supone la configuración de una identidad acorde con
esta nueva entidad. Por otro lado, y en conexión con lo anterior, los
movimientos migratorios dentro y fuera del espacio de la UE.

El estudio de la conformación del espacio europeo representa una
excelente oportunidad para el análisis de procesos que con el tiempo se
convertirán en evidencias sociales. Las normativas legales, que obligan a
la modificación de ciertas prácticas y construyen determinadas clasifi-
caciones, se transformarán en el futuro en la representación de la reali-
dad, en parte de la naturaleza de las cosas, perdiendo la huella de las
divergencias, los desacuerdos y  las relaciones de fuerza que las han
alumbrado. La Sentencia Bosman fortalece la idea de una Europa co-
munitaria a la vez que profundiza los límites entre Europa y el resto del
mundo: extranjeros son los otros.

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