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MIGRACIONES INTERNACIONALES, VOL. 10, ART. 8, 2019 
e-ISSN 2594-0279 http://dx.doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2145	  

 

 
Migraciones Internacionales es una revista digital anual editada por El 
Colegio de la Frontera Norte. https://migracionesinternacionales.colef.mx        

Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias 
y movilidad ocupacional 

Incorporation of South American immigrants in Santiago de Chile: Migratory 
Networks and Occupational Mobility 

Pablo Baeza Virgilio1  

RESUMEN 

Este artículo indaga en las características de la incorporación de los inmigrantes 
sudamericanos en Santiago de Chile. A partir de los datos de una encuesta, se analiza la 
relevancia del uso de redes al llegar a la ciudad y buscar trabajo, y las trayectorias de 
movilidad ocupacional de los inmigrantes respecto de sus posiciones en origen. Los 
resultados apuntan al papel clave del capital social en los procesos de incorporación a la 
ciudad, la existencia de trayectorias de incorporación diferenciadas entre los distintos 
grupos nacionales, y la presencia de patrones de movilidad ocupacional segmentada en 
forma de “U”. 

Palabras clave: 1. inmigrantes sudamericanos, 2. procesos de incorporación, 3. redes 
migratorias, 4. movilidad ocupacional, 5. Santiago de Chile.   

ABSTRACT 

The article explores the characteristics of the incorporation of South American immigrants 
in Santiago. Based on survey data, the analysis focused on the importance of using 
networks at the time of arriving in the city and looking for work, and the trajectories of 
occupational mobility of immigrants in relation to their positions in origin. The results 
shows the key role of social capital in the processes of incorporation into the city, the 
existence of differentiated and heterogeneous incorporation trajectories among the 
different national groups, and the presence of a segmented U-shaped pattern of 
occupational mobility. 

Keywords: 1. South American immigrants, 2. incorporation processes, 3. immigrant 
networks, 4. occupational mobility, 5. Santiago de Chile. 

Fecha de recepción: 18 de marzo de 2017 
Fecha de aceptación: 1 de diciembre de 2017 

                                                
1 Universidad Central de Chile, Chile, pablobaeza@mac.com, ORCID ID: 0000-0002-
7095-9669 



2 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

INTRODUCCIÓN 

La inmigración internacional hacia Chile es un fenómeno de creciente importancia, tanto 
desde el punto de vista económico como desde el social y cultural. Durante el siglo XIX y 
principios del XX, Chile recibió flujos migratorios provenientes fundamentalmente de 
Europa y Medio Oriente. Los primeros, principalmente provenientes de Europa, fueron 
incentivados por el Estado para extender su soberanía en los territorios meridionales y 
fomentar el desarrollo económico (Tijoux y Sir Retamales, 2015; Cano, Soffia y Martínez, 
2009). Los segundos, con origen en Medio Oriente, constituyeron corrientes no impulsadas 
por el Estado y fueron el foco de fuertes prejuicios por parte de la ciudadanía (Rebolledo, 
1994).  

Estos flujos se reflejaron en el Censo de 1907, donde Chile registró la mayor proporción 
de población extranjera hasta el siglo XXI (4.1% de la población). Desde 1930 hasta 1990, 
el stock se mantuvo cercano a los 100 mil inmigrantes internacionales. La dictadura militar 
y la crisis económica de los ochenta generó flujos de emigración muy por encima de los de 
inmigración (en 1982 se registró la más baja proporción de extranjeros, 0.7%), hasta el 
punto de que hoy en día cerca de 900 mil chilenos residen en el extranjero (Dicoex, 2015).  

A partir de 1990 el país comienza a recibir de forma creciente inmigrantes 
internacionales. Entre 1992 y 2017 pasaron de poco más de 100 mil a 750 mil –esto es, el 
stock se multiplicó por 7.1–, alcanzando el 4.4% de la población residente (INE, 2018a). 
Esta acelerada expansión permite señalar que Chile ha pasado de ser un país muy poco 
relevante para la inmigración a ser un polo de atracción de inmigrantes internacionales. 

El presente artículo indaga en las características de la incorporación de los inmigrantes 
sudamericanos en el mercado de trabajo en su capital, Santiago, poniendo énfasis en el uso 
del capital social (en forma de redes) al momento de llegar a la ciudad y buscar trabajo, así 
como en las trayectorias de movilidad ocupacional que experimentan. Se busca encontrar 
convergencias y divergencias entre los grupos nacionales en relación a sus procesos de 
incorporación en la ciudad, además de identificar sus patrones de movilidad ocupacional 
en sus transiciones laborales. 

     El artículo se estructura en cinco apartados. En el primero caracterizo brevemente esta 
nueva inmigración, destacando su origen regional, concentración geográfica en el país, 
distribución por sexos, edad y nivel educativo. En el segundo apartado explico los 
fundamentos teóricos (capital social y movilidad ocupacional) de la investigación. En el 
tercer apartado describo las fuentes de datos utilizadas y los métodos de análisis. En el 
cuarto presento los resultados del uso de capital social y movilidad ocupacional absoluta y 
relativa en el proceso de incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago. 
Finalizo el artículo con las principales conclusiones de la investigación. 



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CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL 

La gran mayoría de la inmigración internacional en Chile es de origen sudamericano. 
Como se muestra en la Tabla 1, tres cuartas partes del total de la inmigración residente en 
Chile proviene de países de la región:  más del 70% proviene de seis países sudamericanos 
–Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina y Ecuador– (INE, 2018a). Como 
resultado de esta tendencia se modificó radicalmente la composición nacional del stock de 
inmigrantes residentes en Chile: en 1982, inmigrantes europeos y sudamericanos tenían 
pesos similares en relación al total de inmigrantes residentes; en 2017, la inmigración 
sudamericana predomina claramente sobre las demás regiones de origen.   

Tabla 1. Origen regional inmigrantes internacionales residentes en Chile según su peso relativo 
con respecto al total de inmigrantes, 1982-2017 

Origen 1982 1992 2002 2017 

América del Sur 43.8 55 67.1 75.9 

Europa 41.7 27.5 17.6 6.5 

América del Norte 6.5 7.2 6.4 2.1 

América Central 1.8 2.4 3.1 12.2 

Asia 4.9 6.3 4.3 2.8 

África 0.6 0.7 0.7 0.2 

Oceanía 0.6 0.8 0.8 0.3 

Total (%) 100% 100% 100% 100% 

Total (N) 83,805 105,070 195,320 746,465 

FUENTE: Elaboración propia a partir de censos nacionales de población 1982, 1992, 2002 y 2017, Instituto 
Nacional de Estadísticas (INE). 

 
 
Una segunda característica es que los flujos migratorios internacionales se concentran 

en la Región Metropolitana de Santiago (RMS). Esta concentración se ha acentuado en los 
últimos 10 años: en 2005, un 59% de los migrantes residía en la RMS; en 2017 esta cifra 
aumentó hasta 65.3% (INE, 2018a). Si bien en 2017 la RMS concentraba la mayoría de la 
población inmigrante, la proporción de ésta sobre la población total llegó al 7%, porcentaje 
por debajo de las regiones del norte del país como Tarapacá (8.2%), Arica y Parinacota 
(13.7%) y Antofagasta (11%). La gran concentración de inmigrantes en la capital del país 
nos remite a un caso emergente de migraciones Sur-Sur intrarregionales, que se 



4 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

caracterizan por dirigirse preferentemente a las ciudades (city-directed migration) con dos 
grupos bien marcados: profesionales y trabajadores poco cualificados (Durand y Massey, 
2010).   

Un tercer elemento relevante a destacar de la inmigración actual en Chile es su 
feminización. Como se muestra en el Gráfico 1, del total de población inmigrante residente 
en Chile en 2017, un 51% son mujeres, destacando los stocks de inmigrantes de Brasil 
(57%), Bolivia (56%), Colombia (54%), Perú (53%) y Ecuador (52%). La inmigración 
proveniente de Argentina tiene una distribución por sexos que se asemeja más a la de 
España, Estados Unidos o China.  

Gráfica 1. Proporción de mujeres en población inmigrante por origen nacional 
residente en Chile, 2017 

 

 

Respecto de la distribución por edad, la población inmigrante residente en Chile se 

concentra en los tramos etarios más productivos para el mercado de trabajo: 71% del total 

de inmigrantes se encuentra entre los 20 y 49 años de edad (INE, 2018a), sobrepasando 

ampliamente a la población total en el mismo tramo, cuya concentración es de 44.5%, 

según las proyecciones del INE para 2017 (INE, 2018b). Al respecto, Naciones Unidas 

señala que la población en edad de trabajar (20 a 64 años) es significativamente mayor 

entre los inmigrantes en comparación con la población total, y que los flujos migratorios 

sur-sur son más significativos entre el grupo etario de 20 a 34 años (UN, 2013).   

53% 49% 51%
56% 52% 54% 57%

34%
45% 48% 43%

51% 51%

0%

15%

30%

45%

60%

75%

FUENTE: INE (2018a). 



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Una quinta característica de la nueva inmigración en Chile es su elevado nivel 
educativo. En términos generales los inmigrantes con 18 o más años poseen niveles 
educativos más altos que la población chilena del mismo rango etario: 82% de la población 
de origen inmigrante posee un nivel educativo medio o superior, frente a 62% de la 
población chilena en la misma categoría (Ministerio de Desarrollo Social, 2018); los 
inmigrantes tienen 2 años más de escolaridad promedio que la población chilena, que 
posee 11.1 años de escolaridad promedio; y entre  aquellos que provienen de Sudamérica 
destacan los inmigrantes de Venezuela (15.5 años), Argentina (13.3 años), Ecuador (13.2 
años) y Colombia (12.5 años) (Ministerio de Desarrollo Social, 2018). 

MARCO TEÓRICO 

El creciente flujo de inmigración internacional hacia Santiago de Chile se enmarca dentro 
dinámicas económicas, políticas y sociales que han reestructurado la economía capitalista 
(Glick Schiller, 2009; Glick Schiller, Çağlar y Guldbrandsen, 2006). La globalización ha 
generado tanto procesos de dispersión como de concentración en las ciudades (Mattos, 
Fuentes y Link, 2014; Brenner, 2013; Sassen, 2002): externalización de funciones 
económicas en busca de mejores condiciones (salariales, territoriales, tributarias, 
legislativas); concentración de funciones de control y gestión en los niveles más altos, en 
las llamadas ciudades globales (Sassen, 2005 y 1991). La ciudad contemporánea está 
atravesada por esta dialéctica de implosión y explosión, concentración y extensión 
(Brenner, 2013). 

En Santiago, desde la década de 1970, se han experimentado cambios importantes en la 
estructura del empleo: pérdida de peso de las ocupaciones que exigen menores 
cualificaciones, como son las ocupaciones relacionadas con el trabajo agrícola, pecuario y 
pesquero, además de trabajadores no cualificados; disminución del empleo industrial y 
manufacturero; y aumento del empleo del sector terciario, tanto de baja cualificación y 
poca especialización, como de alta cualificación (INE, 2014, 2002, 1992, 1982 y 1970). 

Además, Santiago ha ido acentuando en las últimas décadas su papel de principal 
eslabón entre lo nacional y lo global, debido a la localización en su territorio de funciones 
económicas clave: funciones directivas y de gestión (bancos, sedes corporativas, 
asociaciones de comercio, industria y minería, aparatos del Estado, entre otros) y funciones 
de servicios (financieros, profesionales, infraestructura y comunicaciones). Como resultado 
de esta orientación, la ciudad se ha convertido cada vez más en una economía de servicios, 
concentrando tres cuartas partes de su fuerza de trabajo en actividades del sector terciario: 
la tasa de crecimiento promedio de ese sector económico en el período 1990-2013 creció a 
niveles superiores que los sectores primario y secundario en Chile, experimentando la 
misma tendencia que países de la región como Argentina, Colombia y México (Aravena, 



6 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

Escobar y Hofman, 2015). La demanda de trabajo en el sector servicios es uno de los 
factores de atracción que han convertido a Santiago en un destino relevante de los 
inmigrantes de la región. 

Es este el espacio económico y social al que los inmigrantes se incorporan. Utilizo el 
concepto de incorporación en el sentido dado por Glick Schiller y Çağlar, como un proceso 
de construcción y mantenimiento de relaciones sociales, económicas y políticas de forma 
regular, por las que los sujetos o los grupos se involucran en múltiples campos sociales 
compuestos por redes de redes asimétricas y desiguales (2011). Este planteamiento asume 
dos posiciones teóricas en su base. La primera, que la incorporación no es un proceso 
único, lineal y determinado a priori, como lo concibe la corriente asimilacionista canónica 
(Kivisto, 2004; Alba y Nee, 1997; Rumbaut, 1997; Kazal, 1995; Gordon, 1964) sino que 
los caminos de incorporación pueden ser múltiples. Y que estos caminos de incorporación 
se construyen de manera diversa y heterogénea debido a las propias características y 
condiciones del espacio social en el que se desarrollan, y a las posiciones y recursos que 
los propios inmigrantes o grupos de inmigrantes despliegan en él. El capital social que 
poseen los inmigrantes aparece como un factor crítico en los procesos de incorporación. 

Capital social 

El concepto de capital social desarrollado por Bourdieu (1985, 1980 y 1979) permite 
entender las diferentes trayectorias de incorporación de los inmigrantes en las sociedades 
de destino. Cuando las condiciones en el destino son hostiles (discriminación étnica, trabas 
legales, segregación laboral, entre otras), el capital social de los inmigrantes produce 
posibilidades dentro de la estructura limitada, aunque dinámica, de desarrollo individual y 
colectivo.  

Bourdieu define el capital social como el agregado de los actuales o potenciales 
recursos ligados a la pertenencia a una red de relaciones sociales (durable e 
institucionalizada), que provee a cada uno de sus miembros del capital que posee el grupo 
en su conjunto (1985 y 1980). El volumen del capital social de un sujeto depende del 
tamaño de las redes que puede movilizar y del volumen de capital económico y cultural 
que posee en relación a la red a la que se conecta. Los sujetos invierten –consciente e 
inconscientemente– en la generación y mantenimiento de las redes de relaciones que les 
permiten acceder a determinados recursos. Esta inversión se plasma en ejercicios de 
intercambio. Por un lado, los beneficios acumulados del grupo son la base de la solidaridad 
que a la vez hace posibles los beneficios que acumulan e intercambian sus miembros. Por 
el otro, el intercambio sucede con y dentro de ciertos códigos y fronteras, que excluyen del 
mismo la posibilidad de interacción bajo otros parámetros o fuera de sus fronteras.  



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En el campo de las migraciones, y apoyándose en el trabajo de Bourdieu (1985, 1980 y 
1979), Alejandro Portes (Portes 2000, 1998; Portes y Sensenbrenner, 1993) define el 
capital social como la capacidad de los individuos de gestionar recursos escasos en virtud 
de su posición en redes o estructuras sociales más amplias. El capital social no es una 
propiedad inherente a un individuo, sino que existe y se ancla en la red de relaciones y 
contactos de ese individuo. El capital social puede proveer de acceso a recursos o restringir 
las libertades individuales controlando el comportamiento (a través de las normas sociales). 
El capital social es mantenido por diversas actividades, como visitas, comunicación 
periódica, participación en eventos, membresía en asociaciones, etcétera (Vertovec, 2003), 
en el sentido señalado por Bourdieu (1980) de la inversión en tiempo y recursos para su 
reproducción. 

Portes (2000 y 1998) plantea una triple definición del capital social: a) capital social 
como fuente de control social, b) capital social como fuente de beneficios mediados por la 
familia, y c) capital social como fuente de recursos mediados por redes no familiares, 
definición cercana a la conceptualización antes descrita de Bourdieu (1985 y 1980). En los 
trabajos de Portes hay una búsqueda de su aplicabilidad en el terreno de las ciencias 
sociales (Cachón, 2012), describiendo además consecuencias no intencionales y negativas 
del capital social. Estas consecuencias son clasificadas por Portes (Portes, 2000, 1998 y 
1995; Portes y Sensenbrenner, 1993) dentro de cuatro tipos: a) acceso restrictivo a las 
oportunidades, en el sentido de que los lazos que aseguran beneficios para los miembros 
del grupo, excluyen a los que están afuera de poder alcanzarlos; b) restricción de la libertad 
individual, apuntando a que la participación o pertenencia a los grupos necesariamente 
produce una pérdida de autonomía individual; c) excesiva presión sobre los miembros del 
grupo, en el sentido de que la clausura (closure) del grupo, que permite determinados 
beneficios, puede, bajo ciertas circunstancias, limitar el desarrollo de sus miembros; y d) 
nivelación hacia abajo de las normas del grupo, en el sentido de que en determinados 
grupos hay una presión que mantiene a los sujetos dentro del grupo y evita fugas hacia 
afuera de sus límites. 

En el campo de los estudios migratorios se han entendido las redes migratorias como 
una forma de capital social y se definen como “...una serie de lazos interpersonales que 
conectan inmigrantes, antiguos inmigrantes y no migrantes con parientes, amigos y 
comunidad de origen, tanto en los lugares de origen como de destino” 2 (Massey, Arango, 
Hugo, Kouaouci, Pellegrino y Taylor, 2006, p. 42). Las redes migratorias transmiten 
información, proporcionan ayuda económica y prestan apoyo a los migrantes de distintas 
formas. Aumentan la probabilidad de movimiento en la medida en que reducen los costos y 
riesgos del mismo, y aumentan las expectativas de retorno de los individuos. Las redes 

                                                
2 Las citas textuales de obras originales en inglés son de traducción propia. 



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migratorias son una forma de capital social, ya que gracias a ellas los individuos pueden 
acceder a recursos que son fundamentales para el proceso migratorio: trabajo, remesas, 
altos salarios, etcétera. Amortiguan el peso económico y emocional de migrar, y 
constituyen espacios de certidumbre para los migrantes al brindarles información y 
seguridad (Gurak y Caces, 1992). Son, por esto, el principal mecanismo por el cual las 
migraciones se multiplican y se mantienen en el tiempo (Imilan, Garcés y Margarit, 2014).  

La investigación en el campo muestra que, incluso cuando las aparentes causas 
migratorias desaparecen (diferencial salarial, reclutamiento formal, etcétera), los flujos 
migratorios se consolidan y reproducen a través de las redes migratorias que se construyen. 
Éstas se reproducen y extienden en la medida en que los inmigrantes, al sostenerse en ellas, 
adquieren la posibilidad y la obligación de fortalecer la red brindando más información a 
los potenciales migrantes (Tilly, 2007 y 1990). Este proceso de complejización y extensión 
de las redes sociales explica su función de microestructura de las migraciones (Portes y 
Rumbaut, 2010). 

Movilidad ocupacional 

La movilidad ocupacional de los inmigrantes ha sido foco de atención desde los trabajos 
pioneros de Barry Chiswick sobre su inserción en el mercado de trabajo en Estados 
Unidos. Chiswick (1979, 1978 y 1977) señaló que los inmigrantes se insertaban 
inicialmente en el mercado de trabajo en ocupaciones y con salarios por debajo del nivel de 
los americanos con las mismas características. Pasado un tiempo, y por efecto de su 
“americanización”, estas diferencias se matizaban e incluso anulaban, experimentando 
trayectorias de movilidad ocupacional ascendentes. Este patrón de movilidad en forma de 
“U”, con una caída inicial y una recuperación posterior, fue propuesto por Chiswick para 
explicar los procesos de ajuste de los inmigrantes en los mercados de trabajo (1979, 1978 y 
1977). Chiswick identificó dos factores determinantes de este “progreso económico de los 
inmigrantes”: transferibilidad y autoselección. El primero tiene que ver con que el capital 
humano, la experiencia laboral y las habilidades adquiridos por los inmigrantes en origen, 
no son perfectamente transferibles en el mercado de trabajo de destino, y depende de su 
manejo del idioma del país de destino, posesión de licencias profesionales, certificaciones 
o credenciales que avalan dicho capital (Redstone, 2008; Chiswick, Yew y Miller, 2005; 
Duleep y Regets, 1997; Chiswick, 1997 y 1978). El segundo factor señala que los 
inmigrantes económicos están más capacitados y motivados que aquellos sujetos que no 
migran (Chiswick, 2008, 1979 y 1978), lo que implica que, con las mismas características 
sociodemográficas, los inmigrantes “tienen más habilidad o motivación innata relevante 
para el mercado de trabajo que las personas nativas” (Chiswick, 1978, p. 901). 

Los trabajos de Chiswick (2008, 1997, 1979, 1978 y 1977), y de otros economistas que 
siguieron sus planteamientos, se sustentan en el enfoque teórico de la jerarquía social 



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(Erikson y Goldthorpe, 1992); esto es, analizan la movilidad como el movimiento de los 
individuos entre grupos sociales que se ordenan en una jerarquía según posean o no 
determinados recursos, como prestigio, riqueza, estatus (Goldthorpe, 2013; Erikson y 
Goldthorpe, 2002 y 1992). Al considerar el logro ocupacional o salarial desde una 
perspectiva “atributiva”, es decir, como resultado de tener o no tener renta y riqueza, los 
economistas trabajan con correlaciones de ingresos tratados como variables continuas, 
dejando fuera de la ecuación variables de la estructura social, como las relaciones de 
producción en el mercado de trabajo (Goldthorpe, 2013; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 
1992). Como resultado, tienden a sobrevalorar la movilidad y a invisibilizar la inmovilidad 
económica, en la medida en que desincrustan las trayectorias de movilidad de los 
individuos de la red de relaciones económicas y sociales por las que adquieren posiciones 
más o menos ventajosas en la estructura social (Goldthorpe, 2013). 

La perspectiva de Erikson y Goldthorpe (1992) sitúa la movilidad social dentro de la 
estructura de clases y propone un análisis relacional dentro de estas posiciones 
diferenciadas. Esta estructura de clase se configura con base en las relaciones que 
establecen los sujetos con las unidades productivas y el mercado de trabajo, proponiendo 
una primera división entre tres “posiciones de clase básicas”: empleadores, trabajadores 
autónomos sin empleados, y empleados (Erikson y Goldthorpe, 1992). El planteamiento 
central de esta perspectiva es que, contrariamente a la idea de jerarquía social, existen 
grupos limitados de posiciones, cuya característica central es su cierre o “clausura” sobre sí 
mismos. A partir de este enfoque teórico, Erikson y Goldthorpe (1992) señalan que la 
movilidad absoluta –las tasas de movimientos intergeneracionales entre clases– es 
resultado de efectos estructurales exógenos, esto es, de la propia evolución de la estructura 
de clases en el tiempo. Y que la movilidad relativa, esto es, las tasas de movilidad de clase 
independientes de las influencias estructurales, muestra patrones estables de invarianza 
(Goldthorpe, 2013; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992). Este último análisis relacional, 
denominado de “fluidez social”, es realizado a través del uso de razones de probabilidad 
(odds ratios) para medir las posibilidades diferenciadas de los sujetos de lograr 
determinadas posiciones sociales dependiendo de su posición de inicio (Goldthorpe, 2013; 
Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992). 

Siguiendo la estrategia que Aysa-Lastra y Cachón desarrollan en su análisis de la 
movilidad ocupacional de los inmigrantes en España (2013a y 2013b), en este artículo 
complemento los planteamientos de la movilidad ocupacional de Chiswick (2008, 1997, 
1979, 1978 y 1977) y del análisis sociológico de la movilidad social de Erikson y 
Goldthorpe (2002 y 1992), con la teoría de la segmentación de los mercados de trabajo 
(Doeringer y Piore, 1985; Piore, 1979). La idea central de esta teoría es que el mercado de 
trabajo se compone de dos segmentos: uno primario, con salarios elevados, buenas 
condiciones de trabajo, prestigio asociado y estabilidad; y uno secundario, caracterizado 



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por bajos salarios, precariedad, inestabilidad y peores condiciones de trabajo. En 
coherencia con el planteamiento de la movilidad social dentro de la estructura de clase, la 
teoría de la segmentación de los mercados de trabajo señala que ambos segmentos poseen 
la característica de apertura hacia adentro y cierre hacia afuera de cada segmento. Así, 
consideramos el análisis de la movilidad ocupacional absoluta y relativa dentro de cada 
segmento de trabajo, considerados como clúster de ocupaciones (Aysa-Lastra y Cachón, 
2013a y 2013b), utilizando la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones 
(CIUO-88). 

Dos hipótesis de investigación guían este trabajo: 

1. Aquellos grupos nacionales con más arraigo en la ciudad, y que poseen 
comunidades con mayor presencia en el tejido económico y social, presentan un uso 
más extendido de su capital social (en forma de redes migratorias). En aquellos 
grupos de más reciente llegada, se presentan redes más cerradas, fundamentalmente 
compuestas por “lazos fuertes” (Granovetter, 1983 y 1973). 

2. Siguiendo el planteamiento de Chiswick (Chiswick et al., 2005; Chiswick, 1979, 
1978 y 1977), encontramos trayectorias de movilidad ocupacional descendente en la 
primera transición laboral (último trabajo en origen/primer trabajo en destino) y de 
movilidad ascendente en la segunda transición laboral (primer trabajo en 
destino/último trabajo en destino). Es decir, una pauta de movilidad ocupacional en 
forma de “U”. Sin embargo, en línea con el análisis sociológico de la movilidad 
social de Erikson y Goldthorpe (2002 y 1992) y con la teoría de los mercados de 
trabajo duales (Doeringer y Piore, 1985; Piore, 1979), ambos movimientos 
ocupacionales se producen dentro de cada segmento de trabajo, esto es, una pauta de 
movilidad ocupacional segmentada en forma de “U”. Lo que supone que la 
estructura social tiende hacia la reproducción y que la “fluidez social” se da al 
interior de los segmentos de trabajo, y escasamente entre ellos. 

Metodología y fuentes de datos 

En esta investigación utilicé datos de tres fuentes: datos del Departamento de Extranjería y 
Migración (DEM) del Ministerio del Interior de Chile sobre la población inmigrante, 
estimados a partir del último Censo de población válido (2002) y de los registros 
administrativos migratorios en el período 2005-2014 (visas, permisos, nacionalizaciones, 
solicitudes de refugio y expulsiones) (Ministerio del Interior, 2016); datos procesados de la 
Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), en su versión 2015 
(Ministerio de Desarrollo Social, 2016), cuya unidad de análisis es el hogar y las personas 
que residen en él; y datos generados con una encuesta de desarrollo propio en el marco de 



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mi tesis doctoral, denominada “Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de 
Chile 2015”, realizada entre los meses de abril y junio de 2015. 

El universo muestral consistió en inmigrantes de ambos sexos, entre 18 y 65 años de 
edad y un tiempo de residencia mínimo de seis meses, de los cinco países de habla hispana 
con mayor peso cuantitativo en la ciudad de Santiago (Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador y 
Colombia), los que juntos representan 65% de la inmigración de la RMS. Se aplicó un 
método de muestreo por cuotas no probabilístico. La muestra se fijó en 700 casos, 140 para 
cada grupo nacional, divididos entre hombres (70) y mujeres (70).  

Para evitar una sobrerrepresentación de individuos (Corbetta, 2007) con determinados 
perfiles más fáciles de localizar por sus ocupaciones (trabajadores del comercio y 
servicios), durante el trabajo de campo se combinó la captación activa en la vía pública con 
la técnica de bola de nieve y se limitó los contactos obtenidos por ésta última con dos 
medidas: 1) restringir el número de contactos captados a partir del contacto inicial a un 
máximo de dos, sin que surgieran más contactos a partir de éstos últimos; y 2) los 
contactos obtenidos no debían ser familiares del contacto inicial. La muestra final, 
ligeramente diferente a la proyectada debido a dificultades de localización y errores de no 
respuesta (Corbetta, 2007), se muestra en la Tabla 2. 

 
Tabla 2. Muestra Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015 

Nacionalidades Hombres Mujeres Total 

Perú 70  69 139 (8.3%) 

Argentina 95 64 159 (7.8%) 

Bolivia 60 82 142 (8.2%) 

Ecuador 61 47 108 (9.4%) 

Colombia 73 79 152 (7.9%) 

Total 359 (5.2%) 341 (5.3%) 700 (3.7%) 

Nota: Entre paréntesis errores muestrales, a un nivel de confianza del 95%. 
FUENTE: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015. 

 
En el apartado de resultados, cuando el análisis considera a los inmigrantes de las cinco 
nacionalidades contempladas en la encuesta como agregado, la muestra es ponderada 
según pesos relativos y distribución por sexos de cada una de los grupos, con el objetivo de 
acercarse a las características de la población en Santiago. En estos casos hablo de 
inmigrantes sudamericanos. Cuando las observaciones se enfocan en los grupos 



12 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

nacionales, la muestra no está ponderada para contar con suficientes casos para el 
desarrollo de un análisis comparativo. 

Para el análisis de movilidad ocupacional absoluta y relativa utilizo la Clasificación 
Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), en su versión de un dígito (sin 
considerar la categoría 0, Fuerzas Armadas):  

1. Miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos y personal directivo de 
la administración pública y de empresas 

2. Profesionales, científicos e intelectuales 
3. Técnicos y profesionales de nivel medio 
4. Empleados de oficina 
5. Trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados 
6. Agricultores y trabajadores calificados agropecuarios y pesqueros 
7. Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas, y otros oficios 
8. Operadores de instalaciones y máquinas y montadores 
9. Trabajadores no calificados 

Esta clasificación de ocupaciones, en línea con los planteamientos de la teoría de la 
segmentación de mercados de trabajo, se agrupa en dos segmentos: primario, ocupaciones 
1 a 4; y secundario, ocupaciones 5 a 9. Los procesos de movilidad ocupacional absoluta de 
los inmigrantes sudamericanos en su primera transición (última ocupación en origen y 
primera en Santiago) y segunda transición (primera ocupación en Santiago y al momento 
de la encuesta) se analizan a través de distribuciones conjuntas ponderadas, mostradas en 
tablas de entrada (origen) y salida (destino) para las dos transiciones. El análisis de la 
movilidad ocupacional relativa o de “fluidez social” se realiza a través de razones de 
probabilidad (odds ratio3) agregadas por segmentos del mercado de trabajo primario 
(ocupaciones 1-4) y secundario (ocupaciones 6-9), considerando como categoría 
ocupacional de referencia la categoría 5, ya que se considera como una “zona de 
amortiguación” o de límite entre ambos segmentos (Parkin, 1978).  

Para ambos tipos de análisis utilizo una submuestra de encuestados compuesta por 
inmigrantes que tuvieron empleo en origen, obtuvieron un primer empleo en Santiago y, al 
momento de la encuesta, estaban empleados en la ciudad. Estas tres condiciones se 
aplicaron de forma sumativa. En los análisis de movilidad laboral no se controló la 
variable tiempo ya que 55% de esta submuestra residía en Santiago por un tiempo igual o 
menor a tres años; un 70% por un tiempo igual o menor a cinco años. Es decir, se trata de 
migrantes de reciente llegada a la ciudad. 
                                                
3 Una razón de probabilidad de 1 indica independencia entre las variables de la columna y 
fila; valores menores o mayores a 1 indican asociación entre ambas variables (Agresti, 
2007, p. 29). 



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13 

 

 
 

RESULTADOS 

En términos de inserción en el mercado de trabajo, la tasa de participación económica de 
los inmigrantes sudamericanos de 15 y más años de edad es considerablemente más alta 
que la presentada por la población chilena para el mismo segmento etario: 80.8% frente a 
62.4%, respectivamente (Ministerio de Desarrollo Social, 2016). A su vez, los inmigrantes 
sudamericanos presentan tasas de ocupación (76.6%) y desocupación (5%) mejores que la 
población nacida en Chile (58.1% y 7%, respectivamente), lo que refuerza la idea de que se 
han insertado en el mercado de trabajo en Santiago de forma muy activa (Ministerio de 
Desarrollo Social, 2016), confirmando lo señalado por Chiswick en relación a la 
autoselección de los inmigrantes (2008, 1979 y 1978). 

Redes migratorias 

La principal fuente de apoyo que declararon tener los inmigrantes sudamericanos en sus 
primeros seis meses en la ciudad fueron sus familiares y amigos inmigrantes (Tabla 3). Se 
pueden identificar elementos diferenciados según grupos nacionales: los inmigrantes 
ecuatorianos se apoyan en redes cerradas, preponderantemente compuestas por familiares o 
de “lazos fuertes” (Granovetter, 1983 y 1973); los inmigrantes peruanos, bolivianos y 
colombianos, en redes más extendidas, donde además de familiares, cobran importancia 
amigos inmigrantes, conocidos y contactos; la inmigración de origen argentino se apoya en 
la red más abierta, en la que destacan –además de las personas mencionadas para los otros 
grupos– amigos chilenos y empresarios, es decir, con mayor presencia de “lazos débiles” 
(Granovetter, 1983 y 1973). Un elemento a destacar es la poca importancia para los 
inmigrantes de las instituciones de la administración pública (municipalidades y gobierno), 
a un nivel inferior que el mostrado por iglesias y Organizaciones de la sociedad civil 
(OSC), expresando la escasa relevancia de la política migratoria en el país (Stang, 2016; 
Thayer, 2015; Stefoni, 2011). 

 

 

 

 

 

 



14 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

Tabla 3. Fuentes de apoyo del inmigrante en sus primeros seis meses de residencia en Santiago 
según nacionalidad 

Fuente de apoyo 
Nacionalidad (%) 

Perú Bolivia Argentina Colombia Ecuador 

Familiares 36.3 30.8 30.5 31.9 41.4 

Amigos inmigrantes 35.1 29.6 19.5 31.4 21.9 

Amigos chilenos 7.6 8.9 25.3 8.1 7.8 

Vecinos 1.2 4.7 0.5 1.1 0 

Contactos/conocidos 7.6 7.7 10 9.2 11.7 

Municipalidad/gobierno 0.6 0 0 1.1 0.8 

Iglesias/OSC 1.8 1.8 1.6 2.7 3.9 

No tuvo 9.4 15.4 11.6 13 11.7 

Otra 0.6 1.2 1.1 1.6 0.8 

Total  100% 100% 100% 100% 100% 

Nota: Datos relativos a número de menciones (N=843) de los sujetos encuestados (N=696). 
Fuente: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015. 

 

Con respecto a las redes que funcionan como proveedores de oportunidades de trabajo, 
en la Tabla 4 se aprecia que la incidencia relativa de determinados actores se acentúa en 
detrimento de otros: disminuye la importancia de la familia en la obtención de un trabajo 
en favor de los amigos inmigrantes y de los contactos/conocidos; respecto de este último 
actor, la importancia relativa en relación a introducirse en el mercado de trabajo aumenta 
de manera muy significativa. Este hecho nos indica que los contactos y conocidos en el 
momento de brindar una conexión, son más eficientes que familiares y amigos chilenos 
para la ayuda a obtener un trabajo, en la línea del planteamiento de la fortaleza de los 
“lazos débiles” por sobre los “lazos fuertes” (Granovetter, 1983 y 1973). 

Un quinto de los inmigrantes sudamericanos declaró no haber tenido apoyo al momento 
de encontrar un trabajo en Santiago, cifra que aumenta considerablemente para el caso 
específico de argentinos (36.8%) y bolivianos (30.7%). Ambos casos pueden considerarse 
como extremos de un continuo en el que, por razones diferentes, deben gestionar su 
incorporación en el mercado de trabajo de una forma más autónoma que el resto de los 
grupos: en el caso de la inmigración argentina, gracias a que posee los mayores niveles 
educacionales y es la de mayor antigüedad en la ciudad, puede insertarse en el mercado de 
trabajo transfiriendo sus propias credenciales (Chiswick, 1997); en el caso de la 



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inmigración boliviana, con los menores índices educacionales y de mucho más reciente 
arribo, esta inserción debe producirse a través de otras estrategias, entre las cuales está el 
acercarse a otros grupos de inmigrantes. En el otro extremo, la inmigración de origen 
peruano presenta la menor proporción de personas que declara no haber tenido apoyo para 
obtener un trabajo, cuestión que se explica por su importancia cuantitativa en la ciudad y 
su consecuente expansión de redes de contactos, negocios de la comunidad, entre otros. 

 

Tabla 4. Fuentes de apoyo del inmigrante para encontrar su primer trabajo en Santiago según 
nacionalidad 

Fuente de apoyo 
Nacionalidad (%) 

Perú Bolivia Argentina Colombia Ecuador 

Familiares 21.9 16 9.8 16.3 25.4 

Amigos inmigrantes 36.8 24 13.5 36 20.2 

Amigos chilenos 6.5 8.7 14.7 7.6 7.9 

Vecinos 1.9 2 0.6 1.2 1.8 

Contactos/conocidos 14.2 13.3 17.2 8.1 14.9 

Municipalidad/gobierno 0.6 0 1.2 0.6 0 

Iglesias/OSC 4.5 2.7 1.8 2.9 5.3 

No tuvo 10.3 30.7 36.8 25.6 22.8 

Otra 3.2 2.7 4.3 1.7 1.8 

Total  100% 100% 100% 100% 100% 

Nota: Se muestran datos relativos a número de menciones (N=754) de los sujetos encuestados (N=696). 
Fuente: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015. 

 

Movilidad ocupacional absoluta 

Los procesos de movilidad ocupacional absoluta que experimentan los inmigrantes 
sudamericanos en su primera y segunda transición laboral se muestran, respectivamente, en 
las Tablas 5 y 6. Los resultados muestran que el patrón es la inmovilidad y allí donde se 
producen trayectorias ascendentes y descendentes, estas se producen mayoritariamente 
dentro de los segmentos, lo que expresa el cierre de los grupos entre ellos y una relativa 
movilidad dentro de ellos. En la primera transición ocupacional (Tabla 5) más de la mitad 



16 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

de los inmigrantes mantuvo la categoría ocupacional que tenía en su último trabajo en su 
lugar de origen (56.6%), un tercio experimentó movilidad descendente (33.2%), y solo un 
10.2% experimentó movilidad ascendente. Respecto a la movilidad entre segmentos de 
mercado de trabajo, entre los que ascendieron (10.2%), un 8.3% lo hizo dentro del 
segmento secundario, un 0.9% dentro del primario, y solo un 0.9% ascendió desde el 
segmento secundario al primario. Entre los que descendieron (33.2%), un 19.2% lo hizo 
dentro del segmento secundario, un 2.3% dentro del primario y un 11.7% descendió desde 
el primario al secundario.  

Tabla 5. Movilidad ocupacional absoluta (distribuciones porcentuales) de inmigrantes 
sudamericanos entre última ocupación en origen y primera ocupación en Santiago 

Primera ocupación en Santiago 

Ú
lti

m
a 

oc
up

ac
ió

n 
en

 o
ri

ge
n 

 1 2 3 4 5 6 7 8 9 % N 

1 2.5 0.0 0.2 02 1.1 0.0 0.0 0.0 0.2 4.2 22 

2 0.2 5.1 0.2 1.1 0.4 0.0 0.0 0.2 0.9 8.1 43 

3 0.2 0.2 1.1 0.6 0.6 0.0 0.0 0.0 2.5 5.1 27 

4 0.2 0.0 0.2 3.4 3.6 0.0 0.0 0.0 2.3 9.6 51 

5 0.0 0.0 0.0 0.8 19.2 0.0 1.1 1.1 12.5 34.7 184 

6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.2 0.0 0.2 0.0 0.4 0.8 4 

7 0.0 0.0 0.0 0.0 1.3 0.0 3.6 0.6 1.7 7.2 38 

8 0.0 0.0 0.0 0.0 1.7 0.4 0.6 0.4 1.7 4.7 25 

9 0.0 0.2 0.0 0.0 3.0 0.0 0.6 0.6 21.3 25.7 136 

% 3 5.5 1.7 6 31.1 0.4 6 2.8 43.4 100  

N 16 29 9 32 165 2 32 15 230  530 

Nota: Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), versión de un dígito (ver 
Metodología). La diagonal que recorre la tabla desde la esquina superior izquierda hacia la esquina inferior 
derecha (en negrita) muestra la proporción de inmigrantes que experimentaron inmovilidad; por encima de 
la diagonal, aquellos que descendieron; y por debajo, aquellos que ascendieron.  
FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en 
Santiago de Chile 2015. 

 

Respecto de la segunda transición ocupacional (Tabla 6), el 78.4% de los inmigrantes 
encuestados mantuvo su grupo ocupacional, un 4.8% descendió y un 16.8% experimentó 
movilidad ascendente. El patrón mayoritario de movilidad absoluta es de invarianza y entre 
aquellos que experimentaron movilidad, tanto ascendente como descendente, un 90% lo 
hizo dentro de su propio segmento de trabajo, corroborando el planteamiento de la 



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discontinuidad entre posiciones sociales en la estructura social (Erikson y Goldthorpe, 
2002 y 1992), expresadas en segmentos de trabajo (Doeringer y Piore, 1985; Piore, 1979). 

 

Tabla 6. Movilidad ocupacional absoluta (distribuciones porcentuales) de inmigrantes 
sudamericanos entre primera ocupación en Santiago y ocupación actual 

Última ocupación en Santiago 

Pr
im

er
a 

oc
up

ac
ió

n 
en

 S
an

tia
go

 

 1 2 3 4 5 6 7 8 9 % N 

1 2.6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.6 14 

2 0.4 4.4 0.2 0.6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 5.5 30 

3 0.0 0.0 1.8 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.9 10 

4 0.0 0.2 0.0 5.9 0.7 0.0 0.0 0.0 0.0 6.8 37 

5 0.7 0.4 0.4 0.9 29.0 0.0 0.0 0.2 2.2 33.8 183 

6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0 

7 0.2 0.0 0.0 0.0 0.7 0.0 4.2 0.6 0.2 5.9 32 

8 0.0 0.2 0.0 0.0 0.0 0.0 0.9 1.5 0.2 2.8 15 

9 0.2 0.4 0.6 1.1 7.9 0.2 0.6 0.9 29.0 40.8 221 

% 4.1 5.5 3 8.5 38.4 0.2 5.7 3.1 31.6 100  

N 22 30 16 46 208 1 31 17 171  542 

Nota: Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), versión de un dígito (ver 
Metodología). La diagonal que recorre la tabla desde la esquina superior izquierda hacia la esquina inferior 
derecha (en negrita) muestra la proporción de inmigrantes que experimentaron inmovilidad; por encima de 
la diagonal, aquellos que descendieron; y por debajo, aquellos que ascendieron. 
FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en 
Santiago de Chile 2015. 

 

Un análisis grueso respecto de los mercados de trabajo –primario y secundario– muestra 
que la proporción de inmigrantes ocupados en su último trabajo en origen era de 27% en el 
mercado primario y 73% en el secundario; en su primer trabajo en Santiago esta 
proporción cambió a 16.8% frente a 83.2% respectivamente, es decir, hubo un descenso 
ocupacional del primer al segundo segmento (Tabla 5). Las causas de este descenso 
estructural deben buscarse en factores exógenos (Goldthorpe, 2010), que son, para el caso 
de Santiago de Chile, el predominio de empleos con bajos salarios en el mercado de 
trabajo (comercio, construcción, servicio doméstico) y un contexto de entrada marcado por 
la discriminación y el racismo (Tijoux, 2016; Mora y Undurraga, 2013). Por su parte, la 



18 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

Tabla 6 muestra que la distribución de ocupados entre segmentos de trabajo primario y 
secundario al momento de responder la encuesta fue de 21% a 79% respectivamente, por lo 
que hubo un movimiento de contramovilidad pero que no fue suficiente como para 
alcanzar las posiciones iniciales en origen. 

Analizadas ambas transiciones, se puede señalar que en la segunda transición 
ocupacional los inmigrantes sudamericanos, en términos agregados, recuperan parte del 
descenso ocupacional experimentado en la primera transición. Ambas transiciones nos 
señalan la existencia de un patrón de movilidad ocupacional en forma de “U” (Chiswick et 
al., 2005; Chiswick, 1978): movilidad de tipo descendente en la primera transición y 
contramovilidad ascendente en la segunda transición (Aysa-Lastra y Cachón, 2013a y 
2013b).  

Movilidad ocupacional relativa 

El examen de las pautas de movilidad ocupacional relativa (Tabla 7), a través de los 
logaritmos naturales de razones de probabilidad (odds ratios) de las dos transiciones 
ocupacionales mostradas en las Tablas 5 y 6, permite señalar en ambas transiciones dos 
patrones regulares. Primero, la movilidad ocupacional se produce al interior de cada 
segmento y es muy marginal hacia fuera de ellos. Tanto en la primera como en la segunda 
transición hay “fluidez” dentro de los segmentos y “cierre” entre ellos. Segundo, la 
movilidad –descendente en la primera transición y ascendente en la segunda– se produce 
mayoritariamente dentro de cada uno de los segmentos de trabajo. 

Ambas regularidades confirman el patrón de movilidad ocupacional en forma de “U”, 
pero de carácter segmentado, esto es, de movilidad descendente en la primera transición 
ocupacional y contramovilidad ascendente en la segunda transición ocupacional dentro de 
cada segmento de trabajo: “fluidez social” (Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992) que se 
manifiesta dentro de cada segmento de trabajo y escasamente entre los segmentos. Este 
hallazgo se muestra en línea con otras investigaciones (Simón, Ramos y Sanromá, 2014; 
Aysa-Lastra y Cachón, 2013a y 2013b) acercándose a los planteamientos de la teoría de la 
asimilación segmentada (Zhou, 1997; Portes y Zhou, 1993). 

 

 

 

 



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19 

 

 
 

Tabla 7. Movilidad ocupacional relativa (logaritmos naturales de razones de probabilidad) entre 
segmentos de trabajo primario y secundario de inmigrantes sudamericanos en Santiago en las dos 

transiciones ocupacionales 

Primera transición 

Última ocupación en 
origen 

Primera ocupación en Santiago 

 Primario Secundario N (%) 

Primario 4.1 -1.1 113 (40%) 

Secundario -* 2.6 170 (60%) 

N (%) 82 (29%) 201 (71%) 283 (100%) 

Segunda transición 

Primera ocupación en 
Santiago 

Última ocupación en Santiago 

 Primario Secundario N (%) 

Primario 5 -** 87 (28%) 

Secundario 0.9 7.3 221 (72%) 

N (%) 101 (33%) 207 (67%) 308 (100%) 

Nota: Media no ponderada de los logaritmos naturales de las razones de probabilidad de las 16 casillas de 
cada segmento de las tablas 5 y 6. Categoría de referencia: 5. En casillas sin datos se añadió 0.01 
observaciones para calcular las razones de probabilidad. 
*Sin cálculo porque solo hay un sujeto en la casilla. 
 ** Sin cálculo porque no hay sujetos en esta casilla. 
FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en 
Santiago de Chile 2015.  

CONCLUSIONES 

La inmigración sudamericana en Santiago es ya parte de la fisonomía de la ciudad. Su 
incorporación en el mercado de trabajo resulta ser más intensa que la de la población 
nacida en Chile en términos de tasas de participación, ocupación y desempleo. Esta 
tendencia ha sido explicada en la literatura económica con el término de “autoselección” 
(Chiswick, 2008, 1979 y 1978), en el sentido de que a iguales características demográficas 
(edad, educación, sexo) los inmigrantes tienen una orientación hacia el mercado de trabajo 
más activa que los autóctonos. 

Dos características de la inmigración sudamericana son destacables. La primera, sus 
mayores niveles educativos formales: en términos generales, 1.4 años más de escolaridad 



20 Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias… Baeza Virgilio, P. 
 

que la población chilena en el mismo rango etario. La segunda, presenta una alta tasa de 
feminización, con algunos grupos nacionales cercanos a 60%. Parece claro, para el caso de 
la inmigración sudamericana en Santiago, el papel protagónico de la mujer en los procesos 
de toma de decisión y desarrollo de trayectorias migratorias, lo que se ha denominado 
“feminización de la supervivencia” (Sassen, 2003).  

El presente artículo mostró empíricamente el papel clave que juega el capital social en 
forma de uso de redes, en la incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago 
de Chile. En términos generales, un 85% de los inmigrantes sudamericanos utilizó sus 
redes (familiares, amigos inmigrantes, amigos chilenos y contactos/conocidos) en su 
proceso de llegada y primeros meses en la ciudad. En este sentido las redes funcionaron 
como un mecanismo de amortiguación de la llegada a destino, aminorando los costos 
económicos, emocionales y sociales del proceso migratorio (Tilly, 2007 y 1990; Massey et 
al., 2006; Gurak y Caces, 1992). Esta construcción de un tejido social, económico y 
simbólico, que se extiende y complejiza –uniendo migrantes en destino y no migrantes en 
origen–, evidencia lo que Portes y Rumbaut (2010) han señalado como su función de 
microestructura de las migraciones. 

Respecto de la primera inserción en el mercado de trabajo, se aprecia cómo familiares 
pierden relevancia respecto de contactos y conocidos al momento de encontrar un primer 
trabajo en Santiago. Esta fortaleza de los “lazos débiles” por sobre los “lazos fuertes” 
(Granovetter, 1983 y 1973) subraya el carácter complejo y diversificado de las redes 
migratorias, capaces de brindar recursos —en este caso oportunidades de trabajo— a cuyo 
acceso no tendrían los inmigrantes dentro de su red más cercana. En este proceso se 
constataron diferencias entre los cinco grupos nacionales: inmigrantes argentinos, con 
mejores niveles educacionales y de mayor antigüedad en la ciudad, descansan menos en las 
redes –las que en su caso son de mayor amplitud que el resto– y más en la transferencia de 
sus credenciales (Chiswick, 1997); inmigrantes bolivianos, con los niveles educacionales 
más bajos y de reciente llegada a la ciudad,  dependen en gran medida de su acercamiento 
a otros grupos, principalmente peruanos; inmigrantes colombianos y ecuatorianos 
muestran patrones similares, aunque éstos últimos presentan redes más cerradas, 
compuestas fundamentalmente por familiares. Por su parte, la inmigración peruana, que 
supone 50% de la inmigración en la ciudad de Santiago, muestra la red más intensa en 
familiares y amigos inmigrantes, así como contactos y conocidos. Es, además, el grupo que 
marcó la menor proporción de personas que manifestaron no contar con ayuda en su 
primera inserción laboral en la ciudad. Datos que confirman los hallazgos de 
investigaciones cualitativas que han sostenido la presencia de una fuerte comunidad –
económica, sociocultural y política– peruana (Garcés, 2014a, 2014b; Margarit y Bijit, 
2014; Ducci y Rojas, 2010; Luque, 2007; Stefoni, 2005). 



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Este trabajo también encontró dinámicas de incorporación entre los inmigrantes 
sudamericanos en Santiago en línea con lo que plantea la teoría de los mercados de trabajo 
duales (Piore, 1979), en lo que respecta a la primera transición ocupacional. Las 
migraciones internacionales obedecen a una demanda permanente y crónica de mano de 
obra en las sociedades más desarrolladas, debido a que los trabajadores autóctonos no 
completan los trabajos precarios, no cualificados e inestables (Massey et al., 2006; Arango, 
2003; Piore, 1979).  

El análisis de movilidad ocupacional absoluta en la primera y segunda transición laboral 
de los inmigrantes sudamericanos, mostró trayectorias de movilidad descendentes en la 
primera, y contramovilidad ascendente en la segunda, señalando la existencia de un patrón 
de movilidad ocupacional en forma de “U” (Chiswick et al., 2005; Chiswick, 1978). Sin 
embargo, la tendencia mayoritaria es hacia la inmovilidad, esto es, a mantener sus 
posiciones ocupacionales de origen en destino. Allí donde se manifestaron trayectorias 
ascendentes o descendentes, éstas se desplegaron dentro de cada segmento de trabajo 
(primario o secundario). 

 El análisis de la movilidad relativa o de “fluidez social” (Erikson y Goldthorpe, 2002 y 
1992) corroboró esta última conclusión, al mostrar una pauta de movilidad fluida dentro de 
cada segmento y escasa entre los segmentos de trabajo, es decir: apertura dentro del 
segmento y cierre entre ellos, lo que muestra discontinuidades entre las posiciones y una 
tendencia hacia la reproducción de la estructura social (Erikson y Goldthorpe, 2002 y 
1992). A su vez, la pauta de movilidad en forma “U” se presenta de forma segmentada, 
esto es, al interior de los segmentos primario y secundario del mercado de trabajo, y no de 
forma indiferenciada a lo largo de las posiciones ocupacionales. 

Una mirada a la inserción en el mercado de trabajo permite indicar que no existe un 
único proceso de incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago, sino que 
hay múltiples caminos y trayectorias, que dependen tanto de las propias características de 
los grupos migratorios (educación, sexo, edad), de las dinámicas sociales que desarrollen 
(capital social y uso de redes), como del propio espacio social de incorporación –la ciudad 
de Santiago y su estructura socioeconómica–. A través del análisis de datos producidos en 
una encuesta ad-hoc, este artículo buscó esclarecer algunos de los aspectos clave de este 
proceso de incorporación, encontrando regularidades ya presentes en los resultados de 
otras investigaciones. Los aportes de este trabajo abren preguntas de investigación en 
relación a los factores determinantes presentes en las diferentes pautas de movilidad 
ocupacional en ambas transiciones, como son el capital humano, el capital social, el sexo, 
la experiencia migratoria, el origen nacional, entre otros. 



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