1Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 Ensayo El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano: chatear con Sergio (Roncallo-Dow) Harvey Murcia Quiñones1 Carlos Andrés Arango2 DOI: 10.5294/pacla.2020.23.s.3 Para citar este ensayo / to reference this essay / para citar este ensaio Murcia Quiñones, H. y Arango, C. A. (2020). El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano: chatear con Sergio (Roncallo-Dow). Palabra Clave, 23(supl.), e23s3. https://doi. org/10.5294/pacla.2020.23.s.3 Resumen Este trabajo presenta una re-visión analítica de una experiencia comunicati- va entre amigos y colegas, motivado por la muerte de Sergio Roncallo-Dow. Desde la intuición suya de cómo otros lenguajes tecnológicos comenzaban a ser espacios de inspección intelectual, abordamos la reflexión de cómo los chats se convierten en lugares para aventurar tesis, realizar asociacio- nes libres y comentar los sucesos del mundo. Todo esto lleva de fondo la pregunta por la tecnología, la noción de medio y la filosofía como forma de vida, cercanos a Sergio y motores de pensamiento para nosotros en tan- to amigos y colegas. Palabras clave Tecnología; lenguaje simbólico; medios electrónicos; filosofía. 1 https://orcid.org/0000-0002-6890-3068. Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. harmurciaq@poligran.edu.co 2 https://orcid.org/0000-0002-2120-3304. Universidad Católica de Oriente, Colombia. carango@uco.edu.co https://doi.org/10.5294/pacla.2020.23.s.3 https://orcid.org/0000-0002-6890-3068 https://orcid.org/0000-0002-2120-3304 https://doi.org/10.5294/pacla.2020.23.s.3 https://doi.org/10.5294/pacla.2020.23.s.3 https://orcid.org/0000-0002-6890-3068 mailto:harmurciaq@poligran.edu.co https://orcid.org/0000-0002-2120-3304 mailto:@uco.edu.co 2 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro Introducción Sabemos que Sergio estaría feliz si nos leyera afirmar que una significativa parte de su obra está en los chats. Allí, podríamos sostener conversaciones únicamente con gifs, debatir las relaciones entre los últimos discos del rock con la perspectiva benjaminiana del aura o corregir los memes filosóficos aparecidos la última semana. “Juegos de lenguaje”, solía afirmar, entre la ca- ricatura comunicativa y la sentencia filosófica. El ser humano, el filósofo, el músico y el entusiasta de las telenove- las nunca estuvieron separados en Sergio. De hecho, el niño que coleccio- naba figuras, el adolescente que tocaba rock, el universitario que devoraba libros y el adulto que se hacía preguntas profundas sobre el mundo con- vivían simultáneamente. De ahí que su mejor legado filosófico, una par- te del cual se puede leer en la significativa producción bibliográfica que nos deja, fue, ante todo, su testimonio de la filosofía como una forma de vivir. Hacer de la vida una obra de arte se tornaba en él como algo menos platónico3 para convertirse en una performance más en la línea de un posi- ble Heidegger ft. Wittgenstein. En esa forma de estar-en-el-mundo, precisó constantemente de un es- tar-siendo-escritura, cuyos registros —multimodales— llegan de las más diversas formas hasta este presente desde el que hoy releemos comentarios en chats, artículos científicos y libros, tesituras cuyas formas de producción de sentido supo explorar en las más amplias dimensiones. La comunicación, la música y la filosofía surgen como un entorno en-medio del cual fluyó una notable visión del mundo: la comunicación como posibilidad de encuen- tro con el otro, la filosofía como pregunta por la concepción del sentido- en-el-mundo, la música como una fusión mediata de los conceptos imagen. Si la filosofía es el espacio de construcción de conceptos (Deleuze y Guattari, 2006), encontrarnos de nuevo con los (hiper-, para-, archi-) tex- tos de Sergio viene a ser la invitación a develar los sentidos que propician 3 Pese a que en varios de sus textos analizó respetuosamente mitos platónicos en clave de lectura del entramado téc- nico, desde Blumenberg alguna vez sentenció que, al final del día, la reconversión socrática del mito habría causado una suerte de encajonamiento discursivo por cuenta del logos que reorganiza lo mítico en compartimentos aleccio- nadores, y así desconoce su portentosa capacidad significativa (Roncallo-Dow, 2008a, p. 70). 3Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 los entornos tecnológicos, cosa que, en su lectura, siempre fue una invita- ción a revisitar las nociones de lenguaje, medio y tecno-logía como tres notas armónicas cuyo acorde, esquivo, se tomó la tarea de rastrear en los chats, deconstruir en los textos, proseguir en la guitarra y desagregar en sus pro- vocadoras clases, conferencias y conversaciones. Así pues, como homenaje asumimos la tarea de revisitarlas, no en clave de inventario, análisis ilustrado o reconstrucción (tarea que reque- rirá tiempo y es ya una labor fijada en la agenda de los estudios en comu- nicación y filosofía), sino más desde el punto de vista de quienes fraguan entre las memorias del amigo que se fue (al menos en este registro físico al que damos en llamar el mundo real) para asir algo de sentido al mundo que ahora nos queda. Nos proponemos una breve revisión del concepto de tecnología en clave de algunos de los guiños que Sergio marcó en su obra, idea desde la cual pretendemos rearmar el sentido que hizo para nosotros el descubri- miento del lenguaje como entorno humano y, por tanto, su íntima fusión con la idea de mundo como entorno, sin duda, uno de los temas a los que Sergio más dedicó horas de estudio, y gracias a las cuales nuestra compren- sión del entorno tecnológico se despliega como un horizonte de sentido por re-descubrir. Releamos. Los fuegos (de lenguaje) de Prometeo Como se lee en su Más allá del espejo retrovisor: la noción de medio en Marshall McLuhan (Roncallo-Dow, 2011a), mientras que la técnica es un saber productivo, poiético, esto es, que hace-(en)-el mundo (p. 27), la tec- no-logía implica un poder dar razón de ese saber hacer (pp. 34-50). Sin embargo, mientras la pregunta por lo técnico pareciera llevar a las funcio- nalidades objetuales, la clave tecno-lógica redescubre cómo la acepción tra- dicional que vincula lo técnico como una dimensión externa a lo humano desconoce la forma como, desde la mano hasta el lenguaje, toda extensión del hombre es ya un constructo técnico. En otras palabras, nuestra idea de mundo está mediada por las interjecciones de la técnica (sustantivo colec- tivo) (p. 28), si bien solo nos es permitido dar cuenta de esta conjunción cuando arribamos a un nivel de lectura tecno-lógico. 4 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro La/s tecnología/s han traído consigo un sinnúmero de nombres, significados e interpretaciones que se asocian, las más de las veces, a vi- siones excluyentes de sus usos y potencias; no es gratuito que cada trans- formación tecnológica proponga linderos semánticos, estéticos, políticos y comunicativos para mutar los procesos sociales con los que se fomen- ta y se fermenta la episteme social; sentidos que rebasan la Historia y que se explican en las historias de lo cotidiano, lo científico y lo informativo. Estas denominaciones se tienden como metáforas, toda vez que “las me- táforas nunca son inocentes, poseen una riqueza de sentidos que superan su significado contextual y contaminan los márgenes de la palabra” (Sibi- la, 2013, p. 198). La profusión de nombres y terminologías pudiera tenderse como una nube espesa que impida la visión. Será el lente tecno-lógico, es decir, el pro- ponerse dar razón de esa inicial transparencia de lo técnico en lo social, lo que permita comprender los alcances de su presencia en el mundo, no tan- to como un conteo de objetos, sino como su reconocimiento en tanto aro- ma del tiempo, una suerte de zeitgeist (noción inspiradora en el trabajo de Sergio; cfr. Roncallo-Dow, 2008, p. 77; 2011b, p. 131; Uribe-Jongbloed y Roncallo-Dow, 2013, pp. 189, 196, 198 y 199). Será el lente tecno-lógico lo que permita problematizar el sistema técnico como entramado de com- plejas relaciones de intercomunicación entre sus lógicas. Ante la dificultad que pudieran representar las jergas y las terminologías, convendría enton- ces arribar a lo tecnológico vía colisionarlo contra la poesía en su intento de asomarse a los límites del mundo: “las cosas son la espuma del tiempo en nuestra mano” (Barba Jacob, 2011, p. 18). Se capta en las palabras del poeta colombiano una escritura intros- pectiva que despunta como destello en medio de la enorme transformación social futurista que ya se estaba viviendo en su época por cuenta de los cam- bios estructurales que asomaba la tecnología. Paradójicamente, estas numi- nosas palabras se convierten en un iluminador arribo, pequeña profecía de las fugas semióticas con las que hemos de trazar los cambios entre nuestra anterior percepción del mundo (estable, maciza, fija) en su tránsito ambi- valente hacia algo móvil, huidizo, en permanente cambio. 5Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 A día de hoy, varias décadas después de escritos los versos modernis- tas de Barba Jacob, las preguntas que se desprenden (como metáforas que caen sobre nuestros sentidos) de esta tecnologización acelerada de la vida atraviesan las distintas esferas del habitar, pues traen hasta nosotros evi- dentes cambios cuya verificación comprobamos en el espacio-tiempo co- tidiano. Si elegir las palabras del poeta era una invitación a dejarse danzar por las reverberaciones del sistema técnico en sus ondulantes choques con- tra las paredes de nuestro mundo, hay que decir que ese irse de la espuma en nuestras manos sirve como imagen de cómo se nos escapa a menudo la participación de lo técnico en nuestra idea del mundo. De hecho, la naturalidad con la que este transcurre desaparece tan pronto como un cambio irrumpe en el paisaje. Ese cambio, no avisado, le hace sondear al poeta citado eso de la “espuma del tiempo”, en tanto que en el mundo de la vida nos abre espacios interregnos, no lugares donde crecen el extravío y la nostalgia. En concreto, solo hasta que un nuevo dispositivo altera las anteriores formas de darse el mundo, y nosotros en él, captamos, como quiebres en nuestras rutinas, como porosidad en nuestras identida- des (Fierro y Roncallo-Dow, 2014), la participación de lo técnico en nues- tra experiencia del mundo. Siendo tan sincrónicos el mundo y lo técnico, lo que valoramos en el trabajo de Sergio es su particular reticencia a sentarse en el lugar del ob- servador (objetivo) y más bien dejarse tentar por la perspectiva del televi- dente, del fanático, del lector. Si, aroma del tiempo, lo técnico ya enlaza las continuidades del mundo, esto lo que significa es, al menos, dos cosas. Por un lado, que, estando todo nuestro mundo permeado por la técnica, tanto más da estudiarla del lado de la emisión o de la recepción porque la aparente distancia entre ambas se desenvuelve, finalmente, en un mismo entorno: el sensorium.4 Por el otro, que abandonar el lugar de la observación neutral no es un gesto de falsa humildad, sino, en efecto, la más decidida de las apues- tas epistémicas: en ellas trasluce una convicción según la cual el mundo 4 A caballo entre el aura benjaminiana y la perceptiva mcluhaniana, Sergio exploró ampliamente esta categoría (Ron- callo-Dow, 2008b, pp. 107 y 108; 2011b, p. 130; 2015, p. 166). 6 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro discurre conforme a los aparatos por los que el mundo se hace todo lo que viene al caso (Wittgenstein, Tractatus, §1). En efecto, al decir de Scolari, “los receptores no confrontan los men- sajes con los códigos, sino más bien con un conjunto de prácticas textuales que son parte de su experiencia” (Scolari, 2015, p. 1039), de forma que, al vernos abocados a la necesidad de nuevas formas de escribir, captamos en el suelo (o en el pasado) los fragmentos rotos de un mundo que se evanes- ce. Siendo la tarea de una filosofía de la técnica interrogarse la dinámica de estos cambios, su tamiz ontológico, su textura cosmológica, por lo que es en la perspectiva de la comunicación en la que esta pregunta se asume desde las reconfiguraciones de sentido que ocurren en el ámbito de los usuarios. Allí, en tanto materializaciones del sentido, surge un escenario pri- vilegiado para dar cuenta de esa “secuencia de operaciones técnicas de las que se desprenden propiedades materiales del discurso” (Verón, 2013, p. 145). Dicho de otro modo, los cambios, ocurridos por la incursión de nuevos dispositivos, invitan a nuevos formas de producción del discurso, en tanto exigen reacomodos cuando estos prorrumpen el espacio social con formas-otras de interacción, acomodación de los mensajes, y, en úl- timas, re-estructuración del mundo, con lo cual se puede afirmar sin am- bages que estas nuevas incursiones generan nuevas formas de hablar, esto es, de producir sentido. Por este camino, cercano al sensorium benjaminiano, y (tentados es- tamos a decir) por tanto, distante a las lecturas disciplinares (que a menudo parten de las premisas epistémicas que exigen la partición del sujeto —em- pírico— y el objeto de estudio), Sergio nos invitó siempre a eliminar la pos- tura que ubica al investigador en el lado de la supuesta observación objetiva y al objeto como unidad de análisis que se pudiera llevar a un laboratorio para ser visto por las mirillas de los aparatos. En cambio, no solo invitó a una exploración inspirada por Benjamin y McLuhan, sino que él mismo abor- dó la sonda mcluhaniana y se adentró, siempre en términos exploratorios, en la más variada gama de fenómenos del presente, para sumergirse dentro de las ondulantes movenciones de los fenómenos. 7Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 Como gesto, la escritura de Sergio acoge un particular modo de des- plegarse en el que los objetos no están previamente definidos en los tesauros ni en las formas de aproximación están mapeadas en los manuales de metodo- logía. Este gesto, que recibe en el centro de su corazón el legado de Heidegger (en el sentido de entender al ser como un ser ya siempre en situación), abraza al mundo (es decir, con Wittgenstein, todo lo que viene al caso) de una for- ma en que la sonda de McLuhan se encuentra dirigida a aquilatar los pro- cesos comunicativos como espacios de configuración de sentido; y sentido deviene todo lo que se puede nombrar (“taguear”) en el mundo. Así, la inquietud por lo técnico supera con creces la cartografía de los objetos técnicos que, como la espuma en nuestras manos, según el poema apotegma de Barba Jacob, pasa a resituarse como pregunta por los mundos posibles que se abren a cada dispositivo. Esto significa un interés perma- nente por aproximarse a la comprensión de cómo las tecnologías han ve- nido atravesando la vida contemporánea para proponer narrativas sobre la memoria y las formas de saber que tejen/destejen los entramados sociales; de ahí la necesidad de comprender sus relatos y sus modos de relacionar- se con el mundo de modo cognitivo, emocional, estético, moral y político. Una reflexión así es tanto más necesaria en estos tiempos, in-definidos por la velocidad (Roncallo-Dow y Uribe-Jongbloed, 2017), la inestabilidad identitaria (Fierro y Roncallo-Dow, 2014) y las constantes transformacio- nes políticas (Roncallo-Dow, 2008b), sumas que afectan de manera verti- ginosa las dimensiones de lo social-comunicativo; con movimientos casi telúricos en la política, la economía, lo ético-estético, ellas reorganizan el mapa social y, con ello, la existencia en y de la cultura. Hoy, la inauguración de una nueva forma de producción de la información hace que el tiempo se triture en la instantaneidad; velocidades de circulación que desvertebran de manera voraz las esferas de la vida tal y como la concebíamos. Ese nue- vo entorno modula en digital, transcurre en electrónico, deviene virtual. Por tanto, cuando se relee lo tecnológico en los múltiples textos de Sergio, se realiza un acercamiento más a la relación que se origina con el su- jeto que a las tecnologías mismas. Su potencialidad se instaura justamente 8 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro porque estas logran entrar en una sintonía con otros estratos de lo cultu- ral que establecen un tipo de episteme que fragmenta la conocida. Sobre esta misma línea, discute que “la lectura debería ser hecha desde otro ángu- lo pensando el trabajo mismo del mito (de la tecnología) como imbricado en los procesos de complejización del sistema técnico que, en tanto estruc- turante y estructurado sostendría el modo mismo de dar cuenta del propio mundo” (Roncallo-Dow, 2011a, p. 136). Esta propuesta suscribe el hecho de que la tecnología desborda la instrumentalidad para entrar en el terreno simbólico-cultural y ubicarse de manera osmótica en las instancias del mundo de la vida, para allegar los campos de producción de las subjetividades: La tecnología involucrará, entonces, un modo particular de acercar- se y comprender el mundo que ella des-vela ante el hombre y que el hombre habita en una suerte de relación mutua. Se sostiene así que la tecnología es la continuación de la vida por otros medios que la vida [las cursivas son nuestras]; se recuerda de algún modo, el apotegma orteguiano según el cual sin la tecnología el hombre no existiría ni habría existido de algún modo. (Stiegler, 2002, citado por Roncallo-Dow, 2011a, p. 43) Por tanto, la tecnología debe ser comprendida como un tipo de sa- ber: uno fundado en la téchnē y en la logía, esto es, un logos: una manera de saber. Se debe resaltar que todo saber está expuesto a una red de escenarios contextuales que le otorgan su sentido social; por estos contextos discurren condensaciones de significación que orientan y ayudan a la interpretación del saber. Téchnē y logos sueltan una dimensión indisoluble de la compren- sión de las tecnologías y de los contextos en los que operan; las tecnologías son entonces una arista de los tiempos que se viven en un periodo deter- minado de la historia. Las destrezas de las tecnologías en tanto téchnē bien establecen un tipo de público, bien establecen un tipo de productor. Este vínculo, más que una estrategia de comunicación, es un pacto que se crea para lograr un pa- radigma de orden social, una configuración comunicacional y, por ende, “una experiencia diferente de la vida cotidiana” (Stevenson, 1998, p. 17) 9Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 que transita en las estructuras institucionales que las producen y las distribu- yen. Visto así, las destrezas en tanto téchnē son una propuesta de vinculación con la realidad que conlleva un logos que relaciona los sujetos, los procesos socioculturales y las economías. Usar una tecnología es hablar una lengua. Ahora bien, el saber que circula en las tecnologías en tanto logos im- plica que se debe conocer, más que su funcionamiento, sus potencialidades cognitivas, estéticas, éticas y performativas; se debe conocer en tanto tec- nología. Así, dicho logos —concebido como medi-tación, como ese pen- samiento social— descifra los cambios y las rupturas que se generan desde y por las tecnologías. Más que destrezas, el logos alude a una lógica de ac- tuación, recepción y re-producción del saber social, que afecta de manera sistémica (pero no homogénea) las producciones de información, las rela- ciones sociales y las narrativas con las cuales se inventa el mundo. Por eso, el chat, el paper o el libro co-implican diferentes juegos de lenguaje. ¿Qué son entonces las tecnologías desde esta re-configuración concep- tual? Sergio fue insistente: saberes que producen modelos de ciudadanías, de políticas, de economías, de subjetivaciones; una dimensión compleja de/ con otros estratos que operan transversalmente en la denominada vida so- cial. Son, asimismo, culturas, sensibilidades sobre el mundo, que producen pactos culturales que sobrepasan la infra y la super-estructura, pues provie- nen de sus relaciones y, al tiempo, las reconvierten. Visto esto, las tecnologías inauguran nuevas prácticas sociales en las que emerge una representación nueva del mundo. Por qué entonces las tecnologías están imbricadas en el mundo sino por su condición de tornados por los que se vierte el espacio-tiempo so- cial. Su dinámica temporal viene pautada por los ritmos en los que se pro- ducen los intercambios de información, mientras que su textura temporal aflora por las dimensiones en que posibilitan las interacciones. Espacialmen- te, por ejemplo, Twitter opera como una ciudad, con barrios, callejuelas y parques (Roncallo-Dow y Mazorra, 2015); Instagram surge como álbum móvil de memorias ( Jiménez y Roncallo-Dow, 2020); YouTube como ar- chivo (Roncallo-Dow et al., 2016); y el videoclip como mito, esto es, como 10 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro proyección externa del espacio interior (Roncallo-Dow y Uribe-Jongblo- ed, 2017). Temporalmente, por ejemplo, Twitter sigue la lógica de la con- versación, Instagram la de lo transitorio, YouTube la de lo memorable y el videoclip la de la yuxtaposición de la vida en las urbes modernas. Así es como, en tanto configuradoras de mundos, por el lado de la temporalidad, habría que interrogarse la rítmica que ellas instalan. Si la mo- dernidad aparecía como un entorno más veloz que sus épocas precedentes, la escritura marcaba una impronta lineal; por eso, Sergio releyó en varias claves la literatura moderna, iluminado por las fragmentarias escrituras de Benjamin, cuya fugacidad, captada justamente al nivel del transeúnte, per- cibía los aromas de esa época en que las figuras literarias fueron pasando de los libros a los carteles colgados en los pasajes (Roncallo-Dow y Mazo- rra, 2015). Con respecto a la espacialidad, habría que revisar cómo las tecno- logías devienen un proceso de luchas y tensiones entre significados y sen- tidos que viven en múltiples espacialidades: laborales, de goce y disfrute, de ensoñación, de ritualización; retículas dentro de dimensiones y estra- tos culturales que van consolidando rituales emergentes que sostienen las prácticas sociales establecidas. Esto pone de relieve que toda espacialidad, en tanto articulación con las tecnologías (y como resultado de las tecnolo- gías), es un lugar frágil, transitorio y dinámico, tanto como estable, sólido y dominante (según la lectura diacrónica o sincrónica que se quiera hacer), en que las tecnologías localizan las movilidades de la historia, las formas de ruptura —de fuga— que pueden modificar las estructuras sociales, los devenires de la realidad. La espacialidad vista como tecnología permite comprender cómo y bajo qué formas las relaciones sociales se van modificando, se van solidifi- cando. Recordemos que toda forma social está inscrita en una coordenada espacial que posibilita las significaciones con las cuales se designa el mun- do; establece los códigos con los cuales este se condensa y, en consecuen- cia, los sentidos con los que se (da) cuenta. De suerte que el sujeto termina siendo parte de la dinámica de la producción social, como también resulta- do de las tecnologías y sus tensiones. Por esto, el sujeto no está fuera de la 11Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 tecnología como una suerte de creador consumidor. El sujeto es visto como producción histórica que afecta y es afectado por la dinámica tecnológica. En suma, esto propone la necesidad “de pensar la complejización del sistema tecnológico en la era de la telecomunicación y cómo desde la im- bricación intersistémica lo que se despliega son toda una suerte de cambios que afectan, precisamente, el modo en el que el sujeto comprende el mundo y se relaciona con su entorno” (Roncallo-Dow, 2011a, p. 90). Dicha com- plejización, entonces, viene en clave espacio-temporal que permea las mo- dalidades en que el mundo surge como un plexo donde se des-envuelve lo humano. Como dijimos, las tecnologías bruñen los hilos en que se teje el mundo, y de esto hay que dar cuenta implicándose en la experiencia espa- cio-temporal que ellas instauran. Dicho lo cual, queda decir que, con respecto a la temporalidad, una de las dinámicas que estudió con especial interés Sergio fue la aceleración y la no linealidad desde donde estudió el videoclip como una aceleración del tiempo lineal del cine, en tanto este era ya una aceleración de la temporali- dad fotográfica; con respecto a la espacialidad, una de las claves que investi- gó fue la condensación y la acumulación, desde lo cual pensó el cine como una acumulación de imágenes fotográficas (guiado por Benjamin) y el vi- deoclip como una acumulación de imágenes cinematográficas. Un programa de investigación armado con tales características asume que estas relaciones están presentes en la vida cotidiana, hacen parte de las prácticas que emergen en la informalidad, se encuentran en las formas de las narrativas contemporáneas y en las prácticas académicas, se materiali- zan como prolongaciones del mundo tecnológico que se habita más como tecnología y menos como técnica (como forma de episteme que desborda la instrumentalidad) y se instaura como forma de pensamiento y por tan- to de performatividad. La construcción social de la realidad hará de los medios tecnologías máquinas socioepistémicas que tanto arrojan luz como oscurecen proce- sos sociales, y generan saberes que permean los modelos cognitivos de los grupos sociales, sus formas de circulación de saberes producidos por es- 12 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro tos: “cada vez que una narración pasa de una tecnología a otra tecnología, las representaciones también cambian” (Lull, 1995, p. 32). Sobre esta mis- ma línea afirmamos que los medios, las tecnologías y las representaciones que flotan en ellas son “una actividad social productora de redes semánti- cas, que repercuten y se dispersan sobre diferentes materias sígnicas para hacer un llamado a la propia existencia. Es desde estos dispositivos donde se configura y se ‘echa a rodar’ el sentido con el que negocia la subjetividad y los procesos que la determinan” (Murcia, 2015, p. 141). Asido como un pensar-el mundo, el trabajo del investigador surge, pues, como una actitud performática. En sus papers y libros, Sergio tradu- ce esta tarea como ejercicio de deconstrucción en el que los conceptos no están por sí mismos listos para usar, sino que requieren un ejercicio de ade- cuación para que sirvan en el propósito de entender, filosóficamente, los procesos comunicativos; en los chats, los conciertos y las tertulias, esta ac- titud aparece como un acting, una puesta en escena de los juegos de lengua- je (Roncallo-Dow y Mazorra, 2015, p. 155). Haremos un breve excurso por esos juegos del lenguaje, de cuyo tes- timonio dan cuenta las múltiples emociones que hoy nos produce releer esos chats en los que armábamos selecciones de fútbol con filósofos, en- tendíamos las power ballads como compendios de aforismos comunicati- vos y, no pocas veces, nos quejamos de no poder incluir emojis y gifs en los textos que estábamos escribiendo con miras a su publicación. Nombrar a Benjamin: +lenguaje, –lexicografía Dijimos antes que desde la mano hasta el lenguaje el hombre ha llegado a ser lo que es por su capacidad de producir artefactos que extienden su mun- do. Sin duda, el Heidegger que indagó la morada del ser como un cons- tructo humano, el Wittgenstein que reconoció los límites del mundo como equivalentes a los límites del lenguaje y el McLuhan que en la idea de los medios como entornos cifró los términos del devenir histórico de la hu- manidad se dan la mano para alimentar esa ideas que, como riffs de guita- rra, acompañaron las reflexiones de Sergio. Sin embargo, valdría decir que uno de sus talentos especiales consistió, justamente, en no usar los apoteg- 13Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 mas o los aforismos como riffs (esto es, como frases guitarra que se repiten a lo largo de las canciones), sino como licks, es decir, como secuencias de notas que, a través de variaciones, agregaciones y alteraciones, sirven para tocar los solos de guitarra, los momentos en que el músico se suelta del rol rítmico-acompañante para dibujar en su línea melódica el devenir subjeti- vidad que se recorta en el contexto de la música. Sin duda, uno de los riffs (clichés, estereotipos) que Sergio moduló en licks fue lo de “el medio es el mensaje”; otro el de “los límites del lenguaje significan los límites de mi mundo”, famoso single de Wittgenstein. En vez de limitarse a repetir estas tesis como frases (cerradas, unívocas, pre-defi- nidas) en sus trabajos, homenajes a la morada heideggeriana, el aura ben- jaminiana, el mundo wittgensteiniano y la ecológica mcluhaniana, Sergio probó desde ellos una fraseología (una propia forma de hablar) mediante aperturas, vivisecciones, in-versiones, re-versiones y contra-venciones pro- vocadoras. Así, la mirada sobre el mundo y el lenguaje dimitía de la posible restricción de Wittgenstein del lenguaje como palabra, para llevarla a cata- lejo de verdaderos happenings, esto es, como actos lumínicos de des-cubri- miento mediante la acción en con-texto. Esto nos anima a aventurar que, sin duda, el medio es el lenguaje; es decir, que la noción de medio que Ser- gio abordó en sus trabajos, a partir de los apotegmas de McLuhan, equipa- ra las tecnologías como formas de hablar, de producir sentido. Pero, además de la herencia del canadiense, en esta acepción ocupa un lugar central Benjamin, de quien Sergio admiró su descentramiento aca- demicista y el hecho mismo de que en la aparente fragmentación benjami- niana (que acusara Adorno con recelo; cfr. Adorno, 1970) profiere más una decisión que una carencia. Para abordar esta relación tecnologías-mundo- lenguaje, es necesario volver a los clásicos (guiño), volver a Benjamin, no sin antes advertir que si hoy el alemán ya se puede contar dentro de los clási- cos del pensamiento (no solo en comunicación) es gracias a que sus ideas sobre aura, fotografía e historia se han ido congelando, es decir, han deve- nido riffs. Sergio nunca quiso ocultar su animadversión (en chats nos diría “resquemor”) contra esas lecturas manieristas que propicia el academicismo formalista; en cambio, nos concitó a deshacernos de esa visión que quiere acomodar a Benjamin en el cajón de los precursores de la escuela de Fránc- 14 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro fort o, mejor dicho, en el canon de pensadores críticos cuyo sistema cate- gorial es digno de exponerse en los manuales de comunicación al uso. Si algo le despertaba interés tanto en Benjamin como en McLuhan, fue justa- mente esa condición extra-territorial, esa convicción anti-doctrinal y, por sobre todo, su actitud de exploradores. Los conceptos que iluminan este argumento que busca asociar las ideas de mundo, tecnología y lenguaje están bañadas por el bálsamo de las nociones de Benjamin (2018) sobre el lenguaje. No es casual que el pensador haya dedicado algunas páginas a la comprensión “de toda expre- sión de la vida mental y espiritual humana” (p. 23). Trayendo su concep- to de lenguaje como un todo fundante, se comprende, entonces, que “cada comunicación de contenidos espirituales e intelectuales es lenguaje y la co- municación por medio de la palabra constituye un caso particular del len- guaje humano, de su fundamento o de aquello que sobre él se funda (como la justicia o la poesía)” (p. 23). Es claro cómo las actividades intelectuales y espirituales de la huma- nidad están determinadas por una anterior que es el lenguaje, puesto que “no se extiende sobre todos los “ámbitos de la expresión mental del ser hu- mano, sino que se extiende sobre absolutamente todo”. Esta idea de lo ab- soluto no tiene que ver con una mirada lingüística de las prácticas humanas (que como bien propone el autor, son una tautología), sino que sugiere una perspectiva más abarcante de las funciones y las actividades de la cultura misma de las que se desprende un modo de habitar (en) el mundo social. Así, se podría argüir que la idea del lenguaje es “la búsqueda de la necesi- dad en la experiencia subjetiva” (Verón, 2013, p. 74).5 Las ideas del lenguaje propuestas por Benjamin (2018) como gene- radoras de un marco de comprensión social son más que signos. Se con- vierten en una serie de diálogos intra- y extra-contextuales con distintas modalidades de nombrar en las que unas se explican a otras a través de tra- ducciones, dispositivo que se percibe como “la transferencia de un lengua- je a otro a través de un continuo de transformaciones” (p. 34), que poco o 5 Más allá, incluso, Sergio exploró el habitar como hablar (Roncallo-Dow, 2011a, pp. 196-220). 15Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 nada tienen que ver con entidades semejantes, sino que a través de este se va re-creando mediante formas y maneras de habitar y de conocer. Así se garantiza un perfeccionamiento no solo de las prácticas so- ciales sino del hombre mismo, pues la potencia de la traducción conlleva un refinamiento que alienta una búsqueda de interpelar la realidad con lenguajes vivos: “¡Hombre de la tierra! Aproxímate y perfecciónate merced a la mirada, perfecciónate a través de la pala- bra. (Benjamin, 2018, p. 35) Este pasaje, citado por Benjamin a propósito de El primer despertar de Adán y sus primeras noches bienaventuradas, del pintor Müller, evoca per- fectamente la transformación que se genera en virtud del dispositivo de la traducción: la relación entre el mirar y la palabra invita a ver eso que Blake invocaba en (palabras de McLuhan) la transformación de los órganos de la percepción; si estos varían, parecen variar los objetos de la percepción. Nos encontramos en medio de un diálogo entre Benjamin y McLuhan sobre las tecnologías y cómo estas se extienden en diferentes contextos so- ciales. Cabe resaltar en este punto cómo la definición de traducción tiene un emparejamiento con la definición de los medios en tanto traductores, pro- puesta por el profesor canadiense: los medios como extensiones del cuerpo humano se convierten en dispositivos en lo que “todo puede ser almacena- do y transferido” (McLuhan, 1996, p. 78) y, por tanto, los medios como tec- nologías traducen las experiencias humanas en superficies materiales con las cuales se retiene y se recupera el mundo. Sobre esta línea de Benjamin, Sergio se acerca a una lectura mediáti- ca de este dado que su interés es poner en evidencia “los modos en el que el hombre se apropia de su entorno” (Uribe-Jongbloed y Roncallo-Dow, 2013, p. 186) y las relaciones que se establecen a partir de esta relación. Así, distante de procesos estructuralistas o lingüísticos, Benjamin ya esta- blece una lectura ecológica del lenguaje, “pues es entonces la entidad espi- ritual de las cosas” (2018, p. 29) en la que el lenguaje carece de contenido; el contenido de todo lenguaje es otro lenguaje. ¿El medio es el mensaje? Ben- jamin (1996) parece comprender la idea de que lo importante del lenguaje es eso que McLuhan denominaría las “consecuencias mentales y sociales de 16 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro los diseños o esquemas en cuanto amplifiquen o aceleren los procesos exis- tentes” (p. 34). Los efectos a niveles psicológicos y sociales de las tecnolo- gías ya están presentes en la definición del pensador alemán. La lectura de lenguaje sobrepasa la idea misma de canal o medio; su claridad con las implicaciones psicológicas y sociales del lenguaje lo lleva- ron a concebirlo como medium de la comunicación. Lo importante no es el contenido de la práctica de comunicación, sino el lenguaje mismo, a sa- ber: “el nombre puede ser considerado el lenguaje del lenguaje (siempre y cuando no indique una relación instrumental sino ‘medial’ —medium—)” (Benjamin, 2018, p. 28). Es decir, que con esta implicación medial se ga- rantiza la función sustantiva del lenguaje: “El nombre, como herencia del lenguaje humano, asegura entonces que el lenguaje es la entidad espiritual por excelencia del ser humano y, por ello, solo la entidad espiritual y men- tal de los humanos es la única íntegramente comunicable entre todas las entidades espirituales” (p. 29). En esta misma línea, la diferencia que se encuentra en los lengua- jes está determinada en tanto medium que “por así decirlo se diferencian en densidad y, por tanto, de un modo gradual” entre ellos; la densidad y lo gradual del lenguaje (como tecnología) se establece no del mismo lengua- je, sino de su relación con otros para amplificar, generar o modificar usos y construcciones de sentido; lo que los diferencia es la manera como ellos convergen en determinadas tecnologías para generar distintos resultados. A esto McLuhan (1996) lo discutía así: “los efectos de las tecnologías no se producen a nivel de las opiniones o de los conceptos, sino que modifi- can los índices sensoriales o pautas de percepción, regularmente y sin en- contrar resistencia” (p. 39). ¿Qué se comunica en el lenguaje? Es la pregunta central del capítulo de Benjamin; y la que se convierte en un eje primordial para comprender las tecnologías como enhebradoras del mundo. Lo que se comunica es el lenguaje a sí mismo, en sí mismo; es el mismo medium de la comunicación, pues todo se “comunica en el lenguaje, no por medio del lenguaje” (Benja- min, 2018, p. 24). Traductor de experiencias para aprehender el mundo, para comunicar el mundo y para relacionarse con el mundo (siempre a tra- 17Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - eISSN: 2027-534X - Vol. 23, suplemento. e23s3 vés de otro lenguaje), lo que se comunica en el lenguaje son las transfor- maciones humanas resultado de su ligazón con las cosas, dado que el ser humano es lenguaje. Por tanto, ni tecnologías, ni lenguajes, ni mundo son externos a lo humano; son su límite, si se quiere, inferior y superior (sin las implicaciones metafísicas que incluya asociar lo superior o lo inferior a no- ciones morales); son los lindes en los que lo humano es posible, los nodos que marcan la amplitud y las modulaciones de sus posibilidades. La definición de lenguaje anclada a la mirada ecológica permite com- prender la convergencia no solo como un encuentro de lenguajes tecno- lógicos, sino como un entrecruzamiento de distintos juegos del lenguaje que van estableciendo modos de participación en la cultura, al tiempo que reorientan las maneras de comunicar y percibir el mundo; de esta forma, pensamos que en la medida en que van apareciendo nuevas maneras de na- rrativizar la vida social, fruto de la tecnología, se van reagrupando los sen- tidos mismos de la realidad en los niveles social y psíquico, de manera que sus derivaciones no solo son del orden discursivo o superficial: “sus efec- tos no se producen a nivel de las opiniones o conceptos, sino que alteran los ratios del sentido y los patrones de percepción de manera constante y sin ningún tipo de resistencia” (McLuhan, 1996, p. 31). Con todo, un encuentro de la tecnología como modulador de la ex- periencia y del lenguaje como entorno humano son invitaciones que a lo largo y ancho de la obra de Sergio invitan a jugar; quien juega busca a otro para extender su performática trayectoria por el mundo, incita al reconocer- se mediante el nado más que a través de la tranquila seguridad del muelle. Des-pedir, ese verbo La partida de Sergio nos produjo ese entumecimiento del que hablara McLuhan (Roncallo-Dow, 2011b); Sergio mismo, todo (lo de) él, su vida, era un entorno, una plataforma para pensar-en-el-mundo, una subjetividad conformada desde la pregunta, una constante performática. Leer a Sergio, conversar con él, será siempre una aproximación a un ser-investigador que nos ayuda a entender el mundo como configuración de la tecnología, la tec- nología como lenguaje, el lenguaje como posibilidad del mundo y el mun- do como una pre-ocupación humana. 18 El mundo, espuma del tiempo en nuestra mano... - Harvey Murcia Quiñones y otro Ahora nos queda vivificar ese legado, en el que conversan las cancio- nes que tocamos, las lecturas que compartimos, las fiestas que inventamos y esas micro-ritualidades del chat en las que día tras día surgieron catego- rías emergentes desde las que hoy intentamos organizar nuestra experiencia en el mundo. Este texto, que es un chat con invitados, es nuestro homena- je. Sabemos que no nos dejará en visto. Referencias Adorno, T. W. (1970). Sobre Walter Benjamin. Cátedra. Barba Jacob, P. (2011). Canción a la vida profunda. Universidad Externa- do de Colombia. Benjamin, W. (2018). Iluminaciones. Taurus. Deleuze, G. y Guattari, F. 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