713Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo1 Mauricio Lazzarato2 Con el posfordismo aparece una nueva distribución de las semióti- cas, una nueva división de lo sensible que atañe a los saberes y los signos. A pesar de que en las décadas de 1960 y 1970 la lingüística fue el paradigma de las ciencias sociales, son pocos los autores que han analizado esta con- !guración. Tomamos de Deleuze y Gua"ari la distinción entre semióticas asigni!cantes y semióticas signi!cantes, para referirnos a las diferentes fun- ciones de signos, discursos y saberes que vimos operando en este con#icto. En las sociedades contemporáneas, los signos y las semióticas funcio- nan siempre bajo un doble registro. El primero es el de la “representación” y el “signi!cado”, organizado mediante semióticas signi!cantes (la lengua) con vistas a la producción del “sujeto”, del “individuo”, del “yo” [“je”]. El segun- do es el registro maquínico, organizado mediante semióticas asigni!cantes (tales como los signos monetarios o bursátiles, los lenguajes informáticos que hacen que las máquinas funcionen, o numéricos de producción de imá- genes, sonidos e información, las ecuaciones, las funciones, los diagramas de la ciencia, la música, etc.) “capaces de poner en juego signos que tienen por otra parte un efecto simbólico o signi!cante, pero cuyo propio funcio- namiento no es ni simbólico ni signi!cante”. Este segundo registro no busca la constitución del sujeto, sino la cap- tura y activación de los elementos presubjetivos y preindividuales (afectos, 1 Este texto ha sido publicado por primera vez en: VV.AA. (2007). Producta50, Generalitat de Catalunya – De- partment de Cultura i Mitjans de Comunicació, Barcelona. Y se incluye en este número con autorización explícita de la casa editorial bajo la licencia Creative Commons. 2� 0DXUL]LR�/D]]DUDWR�HV�¿OyVRIR��HVFULWRU��FRODERUDGRU�KDELWXDO�GH�OD�UHYLVWD�Futur Antérieur�\�PLHPEUR�GHO� FRQVHMR�HGLWRULDO�GH�OD�UHYLVWD�Multitudes. 714 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato emociones, percepciones), y transindividuales, para hacerlos funcionar como piezas, como engranajes de la máquina semiótica del capital. 1. Las funciones de sometimiento social y de alie- nación subjetiva de las semióticas significantes El sistema capitalista, a través de la representación y el signi!cado, produ- ce y distribuye roles y funciones, nos dota de una subjetividad y nos asigna una individuación (identidad, sexo, profesión, nacionalidad, etc.) de ma- nera que todo el mundo queda atrapado en una trampa semiótica signi!- can-te y representativa. Esta operación de “sometimiento social” a identidades y roles esta- blecidos, pasa por la subordinación de la multiplicidad y la heterogeneidad de las semióticas presigni!cantes o simbólicas al lenguaje y sus funciones de representación y signi!cado. Las semióticas simbólicas corporales (todo medio de expresión pre- verbal, corporal, icónico –la danza, la mímica, la música, una somatización, una crisis nerviosa, un ataque de llanto, intensidades, movimientos, ritmos, etc.$) no dependen ni del lenguaje signi!cante ni de la conciencia. No ponen en juego un hablante y un oyente perfectamente discernibles, como ocu- rre en el modelo comunicacional y en el lingüístico; y la palabra no ocupa un primer plano. Estas semióticas son avivadas por los afectos, y dan lugar a relaciones difícilmente asignables a un sujeto, a un yo [moi], a un indivi- duo. Desbordan los límites subjetivos individualizantes (de las personas, las identidades, los roles y funciones sociales) dentro de los cuales el lenguaje querría encerrarlos y reducirlos. El “mensaje” no pasa por cadenas lingüís- ticas sino por el cuerpo, posturas, ruidos, imágenes, mímicas, intensidades, movimientos, ritmos, etc. El empleo de semióticas signi!cantes tiene, según Gua"ari, las si- guientes consecuencias: “La subjetividad pática [afectiva] que está en la raíz de todos los modos de subjetivación, queda ocultada (...) y tiende a ser sistemáticamente evacuada de las relaciones de discursividad, a pesar de que los operadores de discursividad están esencialmente cimentados en ella” (Gua"ari, 1992). 715Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 El hecho de plegar estas modalidades de expresión a las semióticas signi!cantes es una operación política, ya que, por una parte, la “toma de signi!cado es siempre inseparable de una toma de poder” (Gua"ari, 1980) y, por otra, no hay signi!cación ni representación independientemente de signi!cados y representaciones dominantes. La potencia de actuar de los signos lingüísticos y no lingüísticos se pliega a la lógica de la representación y signi!cado, que neutralizan y repri- men todas las demás funciones del lenguaje y de los signos. Hay una pretensión común a la lógica capitalista de las sociedades dis- ciplinarias y a la lógica socialista y comunista: la relación con lo real debe pasar forzosamente por una mediación. Sin signi!cado y sin representación, no hay acceso a lo real. En la tradición del movimiento obrero, no hay po- lítica posible sin “toma de conciencia” (signi!cado) y sin “representación” del pueblo o la clase por el “partido”. Semiótica y política, gobierno de los signos y gobierno del espacio político están estrechamente ligados. 2. Las funciones de servidumbre3 maquínica de las semióticas asignificantes El concepto de sometimiento social de Gua"ari coincide en muchos pun- tos con el concepto de “gobierno por medio de la individualización” que, según Foucault, caracteriza las sociedades disciplinarias. Las funciones de “servidumbre maquínica”, por el contrario, no encuentran ninguna corres- pondencia ni en las teorías políticas ni en las lingüísticas, siendo este con- cepto una de las contribuciones fundamentales de Deleuze y Gua"ari para la comprensión de las sociedades contemporáneas. 3 «Asservissement» (en le texto original), tiene un doble sentido. a) Servidumbre: la condición de siervo o de es- clavo, el acto de subyugar (esclavitud, sujeción, sumisión) como sistema de dependencia que liga el siervo al feudo. El siervo es un individuo que no tiene derechos, que no dispone de su persona, ni de bienes, cuyos servicios están adscritos a la gleba, y como ésta, son transferibles. b) El sentido cibernético de mecanismo de servidumbre: sistemas de control automático, con retroalimentación (feed-back) aplicados profusamente a la industria mecánica, como multiplicadores de energía y cuya especialidad es el control de los procesos. En este contexto, las personas son con- sideradas como dispositivos que procesan (transforman) información para una acción conforme a las necesidades de un sistema dado. Desde este punto de vista, las acciones humanas no se limitan a ser pensadas como adecuadas o no, en cuanto funciones de un sistema global (Gua"ari, 2004). 716 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato El registro maquínico de la producción semiótica del capital funcio- na sobre la base de semióticas asigni!cantes, de los signos que, en vez de producir un signi!cado, provocan una acción, una reacción, un comporta- miento, una actitud, una postura. Estas semióticas no signi!can, pero po- nen en movimiento, activan. Para aclarar la función de servidumbre maquínica, utilizaremos la descripción que Brian Massumi ha hecho de la misma. En un bello artícu- lo, nos explica que después del 11 de septiembre de 2001, la televisión se ha convertido en el “canal privilegiado de la modulación afectiva, en tiem- po real, en momentos socialmente críticos” (Massumi, 2005, pp. 31-48), es decir, que después de los atentados de Nueva York y Washington, se ha convertido en el canal privilegiado de la servidumbre maquínica. La o!cina de seguridad interna estadounidense estableció un sistema de alerta cifrado por colores (del verde al rojo) para calibrar la ansiedad del público ante la amenaza “terrorista”. Este sistema de alerta no va dirigido a la cognición y la conciencia de los sujetos, sino “más bien a la irritabilidad de los cuerpos”, es decir a los componentes preverbales y preindividuales de la subjetividad. Las señales perceptivas se utilizan para activar directa- mente la sensibilidad antes que para “reproducir una forma” o “transmitir un contenido de!nido”. Las alertas son “señales sin signi!cado” que en sí mismas no llevan ningún sentido ideológico, ningún discurso, pero que ac- tivan una respuesta “re#eja (a saber, no re#exiva) de los cuerpos”. El término de!ne aquí una servidumbre mecánica. Los mecanismos de servidumbre son normalmente diagramas de bloques que revelan la de- pendencia funcional entre los elementos y un sistema de control. Esta respuesta a “signos perceptivos que el sistema tiene por objeto generar conecta, sin hilos, al gobierno con el sistema nervioso de cada in- dividuo” (Massumi, 2005, pp. 31-48). El objeto de gobierno es aún, como en Foucault, la población, pero aquí “la población entera ha devenido nerviosidad en red”, una inmensa “red neuronal” que reacciona de manera re#eja a los estímulos que le son dirigidos (Massumi, 2005, pp. 31-48). 717Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 Según Massumi, no se trata de la transmisión de un mensaje, de un intercambio de información de contenido ideológico, sino de una interven- ción que actúa “allí donde surge la experiencia”. Este sistema actúa sobre las condiciones de aparición de la emoción, de la palabra, de la acción. Afecta a la subjetividad en su proceso de constitución mismo, dentro de modali- dades de su propia producción. “Se trata menos de una comunicación que de una germinación asis- tida de potenciales para la acción, cuyo resultado no puede determinarse con precisión de antemano, pero cuya determinación variable puede pro- gramarse en colores” (Massumi, 2005, pp. 31-48). Este sistema pierde en capacidad de determinación, ya que no pue- de controlar los efectos y las reacciones de los individuos, pero gana en po- sibilidad de formateado del desarrollo de la subjetividad. Los signos monetarios y bursátiles, la televisión, la ciencia, la música, etc, pueden funcionar como máquinas de producción de signos que escri- ben directamente sobre lo real y sobre el cuerpo, sin pasar por un signi!ca- do o una representación. La circulación del miedo, de la angustia o del pánico que constituye la atmósfera y la tonalidad en las que están inmersas nuestras sociedades “de la seguridad pública”, se activa por medio de máquinas de signos que no van dirigidos a la conciencia, sino directamente al sistema nervioso, a los afectos, a las emociones. En lugar de estar centradas en la lengua, las semióticas simbólicas del cuerpo son actividad como tal por la producción industrial, maquíni- ca, no humana de imágenes, sonidos, palabras, intensidades, movimien- tos, ritmos, etc. Si las semióticas signi!cantes tienen una función de alienación subje- tiva, de “sometimiento social”, las semióticas asigni!cantes tienen una fun- ción de “servidumbre maquínica”. Las semióticas signi!cantes operan una 718 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato sincronización y una modulación de los componentes preindividuales y preverbales de la subjetividad, haciendo que los afectos, las percepciones, las emociones, etc. funcionen como piezas, componentes, elementos de una máquina (servidumbre maquínica). Podemos funcionar exactamente igual a componentes de input/output de máquinas semióticas, como sim- ples relés de televisión o enlaces de Internet, que permiten y/o impiden el paso de la información, de la comunicación, de los afectos. A diferencia de las semióticas signi!cantes, las semióticas asigni!- cantes no conocen ni personas, ni roles ni sujetos. Mientras que el some- timiento involucra personas globales, representaciones subjetivas molares fácilmente manipulables, “la servidumbre maquínica agencia elementos in- frapersonales, infrasociales, en razón a una economía molecular del deseo”. La potencia de estas semióticas reside en el hecho de que pasan a tra- vés de los sistemas de representación y signi!cado en los cuales “los suje- tos individuados se reconocen y alienan” (Gua"ari, 1980). La servidumbre maquínica no es pues la misma cosa que la servidum- bre social. Si esta última va dirigida a la dimensión molar, individuada de la subjetividad, la primera activa su dimensión molecular, preindividual, transindividual. En el primer caso, el sistema habla y hace hablar. Reduce la multipli- cidad de las semióticas presigni!cantes y simbólicas y la indexa al lenguaje y las cadenas lingüísticas, favoreciendo de este modo sus funciones repre- sentativas. Mientras que, en el segundo caso, no hace discursos, no habla, funciona, pone en movimiento, conectándose directamente al “sistema ner- vioso, al cerebro, a la memoria, etc.”, activando relaciones afectivas, transiti- vistas, transindividuales difícilmente atribuibles a un sujeto, a un yo [moi]. Estos dos registros semióticos trabajan juntos en la producción y el control de la subjetividad, a la vez en su dimensión molar y molecular. Como vamos a ver, los mismos dispositivos semióticos pueden ser a la vez tanto dispositivos de servidumbre maquínica como de sometimiento social 719Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 (la televisión, por ejemplo, puede constituirnos como sujetos, usuarios, o bien utilizarnos como simples relés que hacen pasar una información, una noticia, o signos que provocan una acción-reacción). Tenemos el privile- gio de estar sometidos por igual a los efectos de unos y otros. Es preciso insistir en el sentido y el papel que juegan las semióticas asigni!cantes (la moneda, los dispositivos de producción maquínica de imágenes, de sonidos, de palabras, los signos, las ecuaciones, las fórmulas utilizadas por la ciencia, la música, etc.), ya que la mayoría de las teorías lingüísticas y políticas las ignoran, a pesar de que constituyen el pivote de las nuevas formas de gobierno capitalista. Precisamente, a partir de estas semióticas asigni!cantes se establece una nueva distribución entre lo dis- cursivo y lo no discursivo. Las teorías lingüísticas y la !losofía analítica ignoran su existencia y funcionamiento, pues suponen que la producción y circulación de signos y palabras es un asunto esencialmente humano, de “intercambio” semióti- co entre personas. Tienen una concepción logocéntrica de la enunciación, cuando una parte creciente de las enunciaciones y de los signos es produci- da y trabajada por dispositivos maquínicos (televisión, cine, radio, Internet, etc.). Aquí la enunciación aún está territorializada y es logocéntrica, mien- tras que el capitalismo se caracteriza por una enunciación desterritorializada y maquinocéntrica. Los medios de comunicación de masas y las telecomu- nicaciones duplican las antiguas relaciones “orales y escriturarias”, con!gu- rando nuevos agenciamientos de enunciación (individuales y colectivos). Las teorías que hacen de la palabra y del lenguaje la forma más im- portante o la única forma de expresión política (Arendt, Rancière, Virno), parecen desconocer igualmente las semiologías asigni!cantes, ya que el pro- ceso de subjetivación (Rancière) o individuación (Virno) se desarrolla en un espacio público concebido como una escena teatral, donde los sujetos políticos se constituyen en su dimensión molar y representativa imitando la actuación del artista o del orador ante un público. La metáfora teatral me parece especialmente perjudicial para com- prender el espacio político contemporáneo. 720 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato El proceso de subjetivación o individuación queda entonces mutilado, pues las semióticas y las máquinas asigni!cantes rediseñan y recon!guran por completo el espacio público y sus modalidades de expresión, afectan- do directa y profundamente a la “palabra política”. Esta última ya no puede ser descrita por el funcionamiento de la potencia de actuar del lenguaje, tal y como se ejercía en la polis griega, como desde Hanna Arendt pretenden todas estas teorías. En el espacio público contemporáneo, la producción de la palabra se organiza “industrialmente”, antes que “teatralmente”. El proce- so de subjetivación o individuación no puede reducirse al “sometimiento social”, ignorando por completo la “servidumbre maquínica”. Paradójicamente, con todas estas teorías políticas y lingüísticas contempo- ráneas que directa o indirectamente hacen referencia a la polis y/o al teatro, nos encontramos en una situación precapitalista. 3. Las técnicas del espíritu El contenido de la subjetividad de la sociedad de control depende de una multitud de sistemas maquínicos. Para describir esta “entrada en máquina de la subjetividad”, como antaño se decía “hacerse religioso”, basta con recor- dar los gestos y las acciones que nosotros, hombres y mujeres del occidente desarrollado, realizamos todos los días en nuestra más sencilla cotidianidad. Me levanto por la mañana y antes que nada enciendo la luz, activan- do así un dispositivo tecnológico que corresponde a la descodi!cación ge- neralizada de #ujo propio del capitalismo. Flujo cualquiera indiferente a todo producto, a toda actualización, pero que, compuesto de puntos-sig- no sin signi!cado, penetrará en todos los demás dispositivos tecnológicos que activaré a lo largo del día, y los hará funcionar. Mientras desayuno, escucho la radio. Las dimensiones espaciales y temporales habituales de mi mundo sonoro quedan en suspenso. Se neu- tralizan los esquemas sensomotrices habituales sobre los que se funda la percepción sonora. La voz, la palabra y el sonido se desterritorializan, ya que han perdi- do toda relación con un cuerpo, un lugar, una situación, un territorio. La 721Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 difusión radiofónica no restituye “la orientación, los límites y la estructura del espacio” de la enunciación, únicamente transmite “relaciones entre in- tensidades sonoras” (Cardinal, 2004). La “radio capta menos los fragmentos sonoros como cualidades sen- sibles que remiten a un objeto que como una serie ilimitada de modos, de fuerzas pasivas y activas de afección...” (Cardinal, 2004). “Lo sonoro comporta fuerzas elementales (intensidades, tonos, in- tervalos, ritmo y tiempo) que tienen un impacto más directo sobre la gente que el sentido de las palabras: éste es el fundamento del arte radiofónico”, según Arnheim (Citado en: Cardinal, 2004). Pero también el fundamento de gobierno de las sociedades de control. Antes de salir telefoneo para avisar de que llegaré media hora tarde. ¿Dónde tiene lugar la comunicación? ¿En mi casa? ¿En la de mi interlocu- tor? ¿En el dispositivo de telecomunicación? ¿Cuál es el contexto de esta enunciación? En la calle saco dinero de un cajero automático donde un dispositivo eléctrico, informático y telemático que emite solamente puntos-signos sin ningún signi!cado satisface mi demanda poniéndome a disposición de los signos monetarios que guardo en mis bolsillos. Flujo de poder adquisitivo que, como sabemos, no tiene realmente ningún poder, salvo el de entrar en una relación de intercambio con otros signos mercancía, que se anuncian ostensiblemente en el pasillo del metro que debo coger. El cajero automático es un sistema de regulación y de control sin sig- ni!cado, pero que puede no obstante producirlos, ya que me recuerda sin cesar el saldo de mis signos sin poder, y modula, así, constantemente la ne- cesidad de trabajar. Antes de entrar en el metro compro un periódico. Su lectura me con- fronta con la especi!cidad capitalista de la escritura y con otra máquina de signos e información. 722 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato Dejemos la palabra a Gabriel Tarde, que a !nales del siglo XIX ya ha- bía subrayado la diferencia de este modo “mudo” de enunciación con rela- ción al modelo de la polis griega. Los oradores políticos griegos componían un discurso destinado a ser pronunciado en un “tiempo muy corto, en un espacio que jamás exce- día el alcance de la voz humana” ante un restringido número de personas, “sustraído temporalmente a cualquier in#uencia circundante”, elaborado por el orador en un “mismo estado de ánimo” (Tarde, 2003). La labor del periódico es de un carácter muy distinto. “El periódico se dirige a un público mucho más amplio, pero disperso, compuesto de indi- viduos que, mientras leen su artículo, quedan expuestos a distracciones de todo tipo; oyen los murmullos que llegan desde las conversaciones próximas, en su círculo o su café, de ideas contrarias a las del escritor” (Tarde, 2003). Los lectores, como los oyentes de la radio, no ven nunca al escritor, ni sus gestos, sus posturas, como tampoco los rasgos de su rostro, y, a dife- rencia de la radio, tampoco oyen su voz ni su entonación. A diferencia del orador, que con un solo discurso in#uye en el juicio de los auditores, son necesarios varios artículos para obtener el mismo resultado, ya que “el artí- culo es sólo un eslabón en una cadena de artículos, que provienen en gene- ral de escritores diversos que componen la redacción del periódico”. Este larguísimo y complejo “discurso mudo conocido como periódi- co” conduce nuestras democracias desde la Revolución Francesa. La gran di!cultad para un periódico consiste en formar a su público y conservarlo. No se establece un público ni se conserva con un cuerpo de ideas coherentes, con un despliegue armonioso de argumentos, como ocu- rre con la retórica del orador. “El contenido del periódico se compone de innumerables materias, incoherentes, suministradas cada mañana por el acontecimiento del día o de la víspera. Es como si, en el transcurso de una arenga de Demóstenes 723Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 contra Filipo, a cada instante se le hubieran acercado mensajeros con nue- vas noticias y como si el relato o la interpretación de esta información hu- biera constituido su discurso” (Tarde, 2003, p. 259). Ya de regreso en casa veo, junto a otros ocho millones de franceses, un telediario. Formamos una inmensa red neuronal, una red de cuerpos y almas, afectos, emociones, pasiones simultáneamente sincronizados. Cons- tituimos un inmenso sistema nervioso expuesto a las consignas del poder. ¿Quién habla en el televisor? ¿A quién se dirige? El talking head es sólo el terminal de un agenciamiento “industrial” de producción de enunciación, cuya redacción, periodistas, reporteros inde- pendientes, intermitentes son sólo una parte (y no necesariamente la más importante de la cadena de producción). La voz del presentador es una “po- lifonía”, pero nada simpática. En su voz resuenan las voces de los poderes establecidos, de los anunciadores publicitarios, de los otros medios de co- municación escritos y electrónicos, y las de presidentes y directores gene- rales, cuyo proyecto “cultural” consiste en volver preparar los cerebros para el marketing de las empresas. En cada casa, cada uno de los ocho millones de telespectadores se encuentra él también en el centro de un agenciamiento, en la intersección de una serie de #ujo. Los procedimientos para atraer la atención, la manera de organizar los programas, de presentar el material, recortan en diferen- tes lugares la experiencia de la lectura del periódico o de escuchar la radio. Pero aparecen nuevos elementos, vinculados a la especi!cidad tecnológica del dispositivo. Así entonces, delante del televisor soy la intersección “1. De una fascinación perceptiva provocada por el barrido luminoso del aparato, y que con!na al hipnotismo; 2. de una relación de captura con el conteni- do narrativo de la emisión, asociada a una vigilancia lateral con respecto a los acontecimientos circundantes (el agua que hierve en el fuego, el grito de un niño, el teléfono...); 3. de un mundo de fantasma que habita mi en- sueño... Mi sentimiento de identidad personal se desvanece así en diferen- tes direcciones” (Gua"ari, 1992). 724 El funcionamiento de los signos y de las semióticas en el capitalismo contemporáneo - Mauricio Lazzarato Antes de ir al cine, respondo al correo electrónico que he recibido du- rante el día y entro en unos dispositivos de escritura y comunicación com- pletamente diferentes, donde, para decirlo con Bakhtin, la “comprensión y la responsividad activa” neutralizada por la televisión puede ejercerse. En- tro en otro espacio público. Llego al cine justo a tiempo para la última sesión; tengo otra expe- riencia de la suspensión “ordinaria” del mundo. Esta vez concierne a la per- cepción y sus datos habituales de espacio y tiempo. Mi sistema sensomotriz desfallece, pues las imágenes y los movimientos ya no dependen ni de un objeto ni de mi cerebro, sino que son los productos automáticos de un dis- positivo maquínico. El montaje perturba las conexiones entre situación, ima- gen y movimiento, haciéndome entrar en otro bloque de espacio-tiempo. En las semiologías presigni!cantes o simbólicas, las materias y las for- mas de expresión son paralelas y no articuladas de forma lineal, como en la lengua. En una película hay diferentes líneas de expresión: la sonora, la vi- sual, de la luz, del color, etc. “No es cuestión de hablar de sintaxis o de clave, lo cual volvería ho- mogénea la relación entre sus diferentes líneas”. La cuestión política que debe ponerse frente a los procesos de some- timiento y de servidumbre que acabamos de tratar, es la siguiente: ¿cómo sustraerse a estas relaciones de dominio y cómo desarrollar, a partir de es- tas mismas tecnologías, prácticas de libertad, procesos de subjetivación in- dividuales y colectivos? Conclusiones Las semióticas signi!cantes y asigni!cantes juegan un papel fundamen- tal en el proceso de subjetivación. Este último es el resultado de la acción de una multiplicidad de elementos discursivos y no discursivos, lingüísti- cos y éticos, sociales y políticos, etc. En lugar de suponer su traducibilidad general en la unidad de las semióticas signi!cantes, es necesario más bien reconocer su disyunción, su digresión, su diferencia esencial. Solamente 725Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012 trabajando la disyunción, la autonomía e independencia de estas compo- nentes, podremos cartogra!ar sus efectos, sus funciones, sus modalidades de acción, su capacidad de producción, de transformación y de autoa!r- mación existencial. Así pues, la polivocidad de las componentes de enunciación (lingüísti- cos y no lingüísticos) implica un proceso de subjetivación que no puede ser reducido a un simple resultado de operación signi!cante o lógico-lingüística. Se trata, al contrario, de cartogra!ar los “componentes de subjetiva- ción y de enunciación en la heterogeneidad que le es más propia”, para po- der determinar las funciones, los efectos y su eventual potencia de actuar. Referencias Gua"ari, F. (1992). Chaosmose. París: Galilée. [Trad. cast.: Caosmosis, Bue- nos Aires: Manantial, 1992]. Gua"ari, F. (1980). La Révolution Moléculaire. París: Recherches. Gua"ari, F. (2004). Plan sobre el planeta. Madrid: Tra!cantes de sueños. Massumi, B. (2005). “Fear (%e Sprectrum Saids)”. Positions. East asia cul- tures critique, 13, 31-48. Cardinal, S. (2004). “La radio, modulateur de l’audible”. Chimères, 53, p. 46. Tarde, G. (2003). Les transformations du pouvoir. París: Le Seuil.