SELIM 16.indb David Moreno Olalla, Selim 16 (2009): 173–182ISSN: 1132–631X Gutiérrez Arranz, José María 2010. La teoría de la traducción desde la Grecia clásica hasta la Edad Media. Sistematización en los comentarios y traducciones de La Consolación de la Filosofía de Boecio (I). Murcia: Servicio de publicaciones de la UCAM (Universidad Católica San Antonio de Murcia). [5]+ 108 pp. ISBN: 978-84-96353-94-⒎ 18,00 €. Parue—nec inuideo—sine me, liber, ibis in Urbem. Dadas las características del volumen y la materia que en él se trata, ¿qué mejor modo de comenzar una reseña como ésta (destinada a una revista de medievalistas ingleses) que con la conocida  ase de Ovidio que abre sus Tristia, la misma que (convenientemente pasada por el tamiz boccacciano) sirvió de base a Geoff rey Chaucer para su no menos famoso “go, litel bok, go litel myn tragedye”?1 Pues también aquí se va a tratar de un paruus liber, de un librito de poco más de 100 páginas y dimensiones casi idénticas a las de la revista que el lector tiene ahora entre las manos. El volumen, sin embargo, sólo es pequeño en lo que respecta al tamaño y al número de páginas. La cantidad de información en él contenida es, como a continuación se verá, abundante y la materia objeto del análisis está tratada de un modo conciso pero minucioso. De hecho al reseñador le resulta más bien sorprendente, y laudable, la habilidad con la que el autor ha logrado incluir tanto material en tan poco espacio. El presente trabajo es la primera entrega de una serie que cuyo objetivo declarado es “revisar y comentar ocho siglos de tradición boeciana en la cultura medieval europea” (Prefacio, [4]). El doctor José María Gutiérrez Arranz, profesor en la Universidad Católica San Antonio (Murcia), nos embarca, así pues, en un recorrido histórico por el mundo intelectual y académico de la Edad Media que mostrará la infl uencia que sobre él ejerció el texto de la Consolatio Philosophiae, y cómo no sólo las ideas, sino en ocasiones incluso las mismas metáforas de su autor, el fi lósofo romano Anicio Manlio Severino Boecio (475/480–524), se repitieron una y otra vez a lo largo de aquellos siglos. Parece que los estudios boecianos siguen dis utando de buena salud, pues este volumen persigue unos objetivos 1 La  ase, inútil es recordarlo, se encuentra en Troilus and Criseyde, v.1786. Como es sabido, el autor inglés tomó prestada la idea del fi nal del Il Filocolo, la novela bizantina del autor toscano (v.97: “O piccolo mio libretto, a me più anni stato graziosa fatica”, Quaglio 1967: 673). Sobre el infl ujo de Boccaccio en Chaucer, vid. Wallace 1985. 174 David Moreno Olalla Selim 16 (2009) muy similares a los de un reciente análisis publicado dentro del Cambridge Companion to Boethius.2 Esto, lejos de ser un problema, es más bien motivo de alegría, ya que la aproximación al tema es distinta en ambos estudiosos: los dos trabajos, más que solaparse, se complementan. El punto de partida de esta travesía intelectual es la obra de un contemporáneo casi exacto del propio Boecio, Flavio Magno Aurelio Casiodoro Senator (ca. 484/490–ca. 580), inserta por lo tanto en el mismo marco histórico de la Italia ostrogoda en el que se desarrolló la obra boeciana—de hecho, se cree que Casiodoro sustituyó a Boecio como Magister offi ciorum tras su la caída política. El puerto de llegada, al que se arribará en un futuro volumen, serán los textos del inglés Nicholas Trevet (ca. 1258–1334)3 y (es de suponer) particularmente su Expositio super librum Boetii Consolatione, que fueron redactados en una época no menos turbulenta que la de los últimos años de gobierno de Teodorico el Grande en que vivieron Boecio y Casiodoro: la de la Inglaterra de principios del s. XIV y del reinado del malhadado Eduardo II. Este primer volumen de la serie, que comienza como ya se ha indicado con la infl uencia de la Consolatio sobre Casiodoro y se detiene en Juan Escoto Eriúgena (ca. 815–877), se divide claramente en tres partes de extensión desigual. La primera sección, de carácter introductorio y que 2 Wetherbee 2009. Sin duda el corto espacio de tiempo entre la aparición de este volumen (Mayo 2009) y del que hoy se reseña aquí explica que no aparezca en la bibliografía citada al fi nal de la obra. 3 El autor emplea la ortografía ⟨Triveth⟩ que es ajena en general a los documentos ingleses de la época consultados: éstos usan preferentemente las grafías ⟨Trevet⟩ y, en menor medida ⟨Trivet⟩ y su variante ⟨Tryvet⟩. En inglés,  ancés y alemán contemporáneos parece que la grafía Trevet es aún la preferida, al menos si hemos de juzgar por los lemas empleados en sus entradas para el Oxford Dictionary of National Biography (‘Trevet [Trivet], Nicholas’; Clark 2004), el Dictionnaire des philosophes médiévaux (‘Nicolas Trevet (ou Nicolas Triveth)’; Patar 2006: 447) y el Lexikon des Mittelalters (‘Trevet⒣ , Nicholas’; Taylor 2000). En español la cosa no parece estar tan clara (cf. por ejemplo los títulos de las obras de Saquero Suárez-Somonte & González Rolán 1990, de un lado, y el de Nascimento & Díaz de Bustamante 1984, por otro). Resulta por ello curioso que una razzia por la red a través de un conocido buscador online reporte que la cadena ‘Nicholas Trivet’ es—de largo—la preferida en el mundo virtual, con 10.800 resultados,  ente a las comparativamente escasas 3.010 apariciones de ‘Nicholas Trevet’ y los muy magros resultados de ‘Nicholas Triveth’ y ‘Nicholas Treveth’ (89 y 80). Las variantes ‘Nicolas T—’ arrojan números comparables (1490×, 710×, 368×, 111×, respectivamente). 175 Reviews Selim 16 (2009) ocupa los dos primeros capítulos (pp. 1–16), principia con un somero estudio, o más bien un comentario general, sobre el apparatus transferendi y la teoría de la traducción en la Antigüedad (Cap. 1: ‘Generalidades: traducción moderna y apparatus transferendi medieval’). Sin solución de continuidad, el autor enlaza a continuación este asunto con una serie de cuestiones de carácter netamente retórico, atendiendo en particular a los procesos de mimesis, imitatio y exercitatio (Cap. 2: ‘Mimesis, imitatio, translatio, discipuli facienda’). Se explica la visión que de tales recursos oratorios han tenido los teóricos antiguos, desde Aristóteles a Quintiliano, y se analiza condensadamente el uso que de éstos hicieron luminarias forenses como Isócrates o Cicerón. Los temas que en esta primera sección del libro se tratan son sin duda del mayor interés, pero este reseñador no puede sino reconocer que no ha acertado a adivinar del todo el objetivo de la sección en el conj unto del volumen. Es posible que responda a un deseo de inj ertar a Boecio dentro de una tradición retórica de imitación y préstamo liberal de las ideas de las auctoritates, política que por supuesto se prolongará luego en los autores que estudia más pormenorizadamente. Una explicación más clara sobre este particular, de todos modos, hubiera sido bienvenida por el no especialista. La parte central de la obra (pp. 16–39), que ya se apunta en la sección fi nal del Capítulo 2 (2.6: ‘“Translationis exercitatio”: Presupuestos en la tarea de traducir. El ejemplo del De consolatione Philosophiae’) y que se desarrolla a lo largo de todo el Capítulo 3 (‘Los comentarios y traducciones de La consolación de la fi losofía de Boecio’), es la de o ecer un listado de ejemplos que demuestran cómo los autores post-boecianos bebieron abundantemente de los temas, ideas y metáforas que o ece la Consolatio philosophiae. Se añade también un listado de las traducciones de esta obra a otras lenguas, que quiere ser exhaustivo (¡se contabilizan 133!), y que van desde la inglesa hecha bajo los auspicios de Al edo el Grande a las realizadas en el siglo XIV. En esta sección del libro se analiza cómo la obra de Boecio gravitó (amén de sobre una serie de autores anónimos) sobre los siguientes escritores: Casiodoro, Columbano, Virgilio de Toulouse, Julián de Toledo, Waldram de St. Gall, Jonás de Orléans, Froumundo de Tegernsee, Audrado Módico, Hroswitha de Gandersheim, Honorio de Autun, Saxo el 176 David Moreno Olalla Selim 16 (2009) Gramático, Pascasio Radberto de Corbie, la emperatriz Adelaida, Moduino de Auxerre, Wala ido Estrabón, Sedulio Escoto, Lupo de Ferrières y Juan Escoto Eriúgena. Especial atención se ha dedicado al estudio de la infl uencia que la Consolación tuvo sobre Alcuino de York (pp. 23–34). Dado que algunos de estos autores (Waldram de St Gall, Froumundo de Tegernsee, o Moduino de Auxerre, por ejemplo) son desconocidos incluso para la generalidad del público cultivado al que se dirige la obra, muchos lectores hubieran agradecido un pequeño bosquejo biográfi co o acaso un digesto de sus correspondientes entradas en la obra seminal de Max Manitius. En los casos donde el ascendiente boeciano resulta más evidente (por ejemplo, en los casos de Alcuino o Julián de Toledo) el autor sigue un patrón establecido. La sección comienza con una discusión, tersa como siempre, sobre el estado de la cuestión y se comentan de manera genérica los puntos comunes entre el texto de Boecio y el del autor tratado. A continuación se o ece, en dos columnas, un número de  agmentos extraídos de las obras de estos autores, junto con el texto de la Consolación que pudo servir de fuente o inspiración. Dado que no siempre es fácil conseguir los textos latinos originales y realizar de ese modo el deseable cotejo, resulta una excelente idea o ecerlos directamente al juicio del lector. Tales topoi sirven además de complemento ideal para el capítulo de Wetherbee, que trata el tema de una forma mucho más general que la que aquí se consigue y  ecuentemente sin o ecer al lector los  agmentos paralelos. Para mayor abundamiento y en benefi cio de los no iniciados en el idioma de Virgilio, los pasajes se acompañan de su correspondiente traducción al español. La selección de textos es acertada aunque alguno (por ejemplo el “Nonne unus est omnium Pater?” de Virgilio de Toulouse, p. 30) parece  ase propia de cualquier teólogo monoteísta, y por lo tanto no delata, necesaria o evidentemente, infl uencia boeciana. El trabajo se completa con una breve discusión sobre la autoría de un controvertido Saeculi noni auctoris in Boetii Consolationem philosophiae commentarius, que la tradición ha atribuido al Eriúgena y cuyo texto latino, tomado de la edición de Edmund Taite Silk (Roma, 1935), se o ece al fi nal del libro con traducción al español en página opuesta (pp. 40–103). Siguiendo los argumentos de Silk, el profesor Gutiérrez Arranz se decanta por aceptar la autoría del fi lósofo irlandés. 177 Reviews Selim 16 (2009) La traducción del Commentarius del (Pseudo-)Escoto es, hasta donde le alcanza la información al reseñador, la primera que se hace a nuestra lengua y ha de ser por tanto motivo de alborozo para la Academia y de sincera felicitación para su autor. El autor ha optado por hacer una versión española bastante literal en lo sintáctico, pero que fl uye naturalmente y es sin dudas idiomática. Como es inevitable en tales casos, todo lector con ínfulas de traductor encontrará en la versión que se le o ece expresiones y giros que les resultarán más o menos afortunados. Pero es evidente que poco o nada de ello debería preocupar al autor: son los gajes del ofi cio. Más censurables son los  agmentos (por lo demás, pocos) en los que el texto español resulta confuso. En algún caso, además, es posible que la puntuación que o ece el texto latino pueda haber jugado alguna mala pasada al versionador. Por ejemplo, la  ase “Quandoquidem manet tibi illaesum et inviolatum, quod pretiosius habes, ergo non merito poteris causari, id est conqueri, de infortunio” (p. 82) que glosa CP II Prosa 4 se vierte como “Puesto que permanece en ti ileso e inviolado, lo que tú afortunado tienes, por lo tanto no podrás quejarte por méritos, esto es, contrariarte, por el infortunio” (p. 83). A juicio de quien esto escribe, la  ase española es casi ininteligible tal y como está redactada (no es posible sino preguntarse “¿qué es lo que permanece ileso e inviolado?”). Eso se debe en parte a la coma tras “inviolado” (inviolatum), que sirve en el texto latino para marcar el comienzo de la oración de relativo con antecedente callado y función de sujeto. Tal puntuación es usual sobre todo en textos editados por germano- y  ancoparlantes, pero resulta totalmente ajena a la sintaxis española, que aborrece la coma entre sujeto y predicado.4 Para colmo de males, en este caso el traductor parece haber leído pretiosius (adverbio en 4 Salvo que se deba a un error tipográfi co en la edición española, la aparición de la coma en el texto del Commentarius establecido por E. T. Silk (1901–1981) no deja de resultar un poco llamativa, dado que el editor era estadounidense y, salvo un periodo de estancia en Italia como fellow de la American Academy in Rome (1929–1931), nació y vivió toda su vida en Connecticut, estrechamente ligado a la Universidad de Yale, donde desarrolló íntegramente su carrera académica (Ulery 1994: 589). Aun aceptando que se trata de un comentario impresionista y que carece de datos fehacientes, este recensor no recuerda un uso similar de comas entre sujeto y predicado en los textos latinos editados por anglosajones (como los editados en Oxford Classical Texts o Loeb Classical Library). ¿Quizás el profesor Silk fue educado en la rancia tradición continental de los ‘Teubners’ y los ‘Budés’? 178 David Moreno Olalla Selim 16 (2009) grado comparativo) como *pretiosus (adjetivo en grado positivo), o quizás no se ha percatado de que pretiosius habere es un giro (¿postclásico?) que signifi ca ‘tener en la mayor estima’ y tradujo e iudicio suo. Este recensor se permite sugerir la siguiente traducción, que omite además el ilativo ergo por una mera cuestión estilística (ya que funciona en coordinación con quandoquidem y lastra el ritmo de la  ase) y mantiene el valor como objeto indirecto de tibi: ‘Puesto que lo que más aprecias se te mantiene ileso e inviolado, no podrás quejarte [etc.]’. Incidiendo aún un poco más en los aspectos relativos a la hermenéutica, hay que indicar también lo sorprendentes que resultan en ocasiones las versiones de los nombres propios latinos. En descargo del autor, empero, conviene recordar que se trata de un área minada y donde con  ecuencia reina el caos.5 Algunas formas tienen un regusto italianizante, como ‘Crasso’ (Crassus), ‘Marziano Capella’ (Martianus Capella), ‘Juliano de Toledo’ (Iulianus Toletanus) o ‘Modoino de Auxerre’ (Moduinus). Hubieran sido preferibles las grafías ‘Craso’ (que aparece así escrito una vez en la p. 11), ‘Marciano Capella’, ‘Julián de Toledo’ y ‘Moduino’—aunque éste se presta a cierto debate.6 En algún caso, como en Pascasio Radberto (santo de la Iglesia Católica cuya fi esta se celebra el 26 de abril), el nombre sugiere más bien el uso de fuentes  ancesas ya que se le menciona como 5 La Catholic Encyclopedia, por ejemplo, o ece las siguientes ortografías alternativas para Hroswitha de Gandersheim: ‘Roswitha, Hrotswitha, Hrosvitha and Hrotsuit’ (Scheid 1910: 504), y de hecho existen más combinaciones (Hrotsvit, Hroswith, Hrotsvitha, Rosvitha, etc.). En países de tradición romance como España e Italia no es raro encontrar su nombre como ‘Rosvita’ (véanse, por ejemplo, los títulos de Martos Fernández & Moreno Soldevilla 2005 y Bisanti 2005). 6 La variante con -u- es mejor, al menos etimológicamente, ya que el nombre latino sugiere la presencia del formante germánico -wine que aparece también en Ealhwine (ánglico Alhwine), es decir, Alcuino. No parecen existir investigaciones sobre este tema (ni Ebert 1878: 330 ni Dümmler 1886: 80 emplean argumentos lingüísticos), pero probablemente su nombre vernáculo fuera cognado de OE *Mōdwine, con probable vocal larga según sugieren las variantes diptongadas Muatwinus, Muaduuini propias del alemán medieval (vid. Braune 1975: § 39; lista completa de formas en Manitius 1911: 549). El nombre está recogido al menos una vez en la prosopografía anglosajona: el Little Domesday (f. 95r–v) menciona 8 veces a un Moduinus como tenant in capite de varios lugares en el este de Essex—lo que, dígase de paso, podría dar algún apoyo al argumento de Ebert, que suponía a este autor un origen anglosajón  ente al  anconio de Dümmler. 179 Reviews Selim 16 (2009) ‘Paschase Radbert’;7 lo mismo vale, probablemente, para Nicholas Triveth (vid. nota 3). Otro ejemplo llamativo es el de Honorio de Autun, nombre sufi cientemente bien establecido en español pero que en el volumen se designa como ‘Honorio Augustodunense’. Reza el dicho que no hay rosa sin espina, y esta reseña no será una excepción. Si bien es mucho y bueno lo que se puede decir en torno al contenido de este trabajo (dejando aparte las minucias que se han apuntado en las anteriores páginas), por desgracia no es posible decir lo mismo en lo que atañe al continente. El libro es mejorable desde el punto de vista ortotipográfi co. Publicar en letra cursiva el original del Commentarius, por ejemplo, resulta un opción discutible, puesto que al cabo de no mucho tiempo la lectura del texto latino fatiga la vista. La decisión se entendería mejor si la traducción al español apareciese en la misma hoja que el texto pero, como ya se ha indicado, ésta se da en la página opuesta. No ayuda tampoco el hecho de que los tipos usados en la redacción del libro sean tan pequeños: es probable que no excedan los 9 pt en el cuerpo de texto y los 7 pt en la edición y las notas al pie. Pese a que se emplea con  ecuencia (sobre todo en escritos de Pedagogía), parece desafortunada la ortografía ‘paideía’ (empleada varias veces en p. 5, siempre con entrecomillado doble), ya que en español el acento sobre la vocal alta parece romper el diptongo del original griego. Si, como parecen sugerir las comillas, la palabra es una transliteración del término clásico, entonces la cursiva hubiera sido una solución preferible, toda vez que el autor usa las comillas dobles con otros usos (en particular, para citar y para o ecer signifi cados). Alternativamente, podría haber considerado dejar el término en su alfabeto original como παιδεία—tal y como hace con otros términos griegos: ἑρμενεία (pp. 2, 3); τρόποι, τρεπεῖν (p. 3); συμβουλευτικόν, δικανικόν, ἐπιδεικτικόν (p. 7). Sin embargo, el problema que debe tenerse más en cuenta para los futuros volúmenes de la serie es el de los errores tipográfi cos. Aunque por lo general son de ínfi mo fuste (tildes extraviadas o encontradas donde no se las espera, comillas viudas y paréntesis huérfanos, alguna letra de más y varias comas de menos), en este volumen son tristemente abundantes 7 Nótese por lo demás que en varias obras de referencia, y sobre todo en el Index scriptorum novus Mediae Latinitatis, el nombre aparece invertido como ‘Radbertus Paschasius’. Lo mismo ocurre con Servatus Lupus, al que con  ecuencia se alude como Lupus Servatus. 180 David Moreno Olalla Selim 16 (2009) y deslucen lo que en conj unto es un trabajo meritorio. Se ha detectado además lo que parece un yerro de imprenta de cierta consideración, ocurrido sin duda durante el proceso de maquetación. En la página 22 el autor compara, a través de las columnas paralelas a las que ya se ha hecho referencia, una parte de CP III, Metro 9 (“Quem non externae pepulerunt fi ngere causae… ”) con un pasaje de Julián de Toledo (In Nahum 16: “Ninive speciosa interpretatur… ”); pero la traducción que o ece para este último texto (“Si no, o se entiende [sic] las cosas impresionantes… .”) no parece corresponder en absoluto con el original latino. De todas maneras, resulta innecesario (y casi de mal tono entre medievalistas) recordar que las erratas jamás deben atribuirse al autor de la obra sino a los taimados duendes de la imprenta. Así que al reseñista, objeto habitual de sus maldades, no le queda más que invitar cordialmente al profesor Gutiérrez Arranz a perseverar en los próximos años en sus investigaciones y publicaciones boecianas (a las cuales pronostica un excelente futuro), y a cuidarse de no atraer con ellas la mirada del perspicaz Titivillus, infatigable en su afán de llenar la bolsa con nuestros deslices editoriales. Y es que, si hemos de creer a los escribas medievales, podría irle el alma en el envite. David Moreno Olalla University of Málaga Referencias Bisanti, A. 2005: Un ventennio di studi su Rosvita di Gardersheim. Spoleto: Centro italiano di studi sull’alto medioevo. Braune, W. 1975: Althouchdeutsche Grammatik. Tübingen: Max Niemeyer. Clark, J. G. 2004: Trevet [Trivet], Nicholas (b. 1257×65, d. in or a er 1334). En C. Matthew ed. gen. Oxford Dictionary of National Biography. Oxford, Oxford University Press. 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